“No temo a la muerte, pero sí a permanecer en silencio”
“No temo a la muerte, pero sí a permanecer en silencio”

Por Gabriela Velarde Fernández
Desde Kabul

Tengo 36 años. Mis padres escogieron mi nombre en honor a Malalai de Maiwand, heroína nacional afgana que en 1880 luchó contra la ocupación británica. Nací en un pueblo remoto de Afganistán llamado Ziken. Cuatro días después la Unión Soviética invadió mi país. Luego empezó la guerra civil, más tarde llegaron los talibanes y, por si fuera poco, sucedió el ataque del 11 de setiembre del 2001. Esa es una fecha que ningún afgano podrá olvidar porque representa más de 12 años de intervención extranjera.

En el 2003 Malalai participó en la Loya Jirga (la Gran Asamblea). Un espacio donde gente notable se reúne para tomar decisiones por consenso. Cuando tuvo la oportunidad de hablar dijo que la asamblea estaba compuesta por criminales, se refería a los muyahidines, considerados héroes en la lucha contra el invasor soviético. Hubo nervios, gritos y ella se convirtió en una celebridad para medio Afganistán y en la enemiga número uno de la otra mitad del país.

Dos años después fue elegida parlamentaria, pero en el 2007 la expulsaron del Congreso tras hacer un comentario irónico en una entrevista: “El burro lleva cargas, la vaca da leche, este Parlamento no hace nada”. Desde entonces cambia constantemente de casa protegida por guardaespaldas que se pasean con AK47. Han intentado asesinarla siete veces, pero ella sigue adelante.

— ¿Por qué luchas?
Dado que los señores fundamentalistas, los que crearon a los talibanes con la máscara de la democracia están en el poder, hoy mi principal propósito es incrementar la conciencia política de la gente. La guerra en Afganistán no es solo una invasión militar, es también una guerra de propaganda. Estoy trabajando para procesar a esos asesinos de tres décadas que han cometido diferentes tipos de crímenes y violencia, especialmente contra las mujeres.
 
— Perteneces a una generación que no ha visto la paz en décadas.
Sí. Cuando era un bebe de 4 días, Rusia ocupó Afganistán. Luego vino la guerra civil y más tarde los terroristas talibanes llegaron al poder. Y luego llegaron esos señores de la guerra fundamentalistas, creados con millones de dólares y el apoyo de EE.UU. principalmente, pero también de Arabia Saudí, Pakistán y Gran Bretaña durante la Guerra Fría. Somos la generación de la guerra. En toda nuestra vida solo hemos visto páginas de sangre. En estas tres décadas de guerra, la ocupación cometió crímenes en el nombre del socialismo, del Islam y hoy en nombre de la democracia, derechos de las mujeres y derechos humanos. En realidad han traicionado estos valores en la mente del sufrido pueblo afgano. Hombres y mujeres hoy estamos hartos de esto. Si eso es democracia, no la queremos.
 
— Tu vida cambió por ese discurso en la Loya Jirga...
Creo que las elecciones son el signo más importante de la democracia, pero desafortunadamente en Afganistán no tenemos ni siquiera una caricatura de democracia. Así que es mejor llamarlas selecciones. Mi presencia en la Loya Jirga permitió quitarles la máscara y denunciar sus crímenes internacionalmente. 
 
— Hoy los medios se refieren a las elecciones afganas como democráticas y libres.
Hemos experimentado 12 años de este tipo de exhibición de la democracia y es claro, especialmente en relación con las elecciones presidenciales, que el proverbio que usa la gente es cierto: “Todos estos candidatos son chacales de la misma tribu”. El ganador será quien Washington quiera, la Casa Blanca para decirlo mejor. Karzai se irá y otro Karzai será puesto en el poder.
 
— Otro tema perpetuo de Afganistán en la comunidad internacional son los derechos de las mujeres. Ahora hay un 25% de representación femenina en el Parlamento de tu país. Afuera pareciera que el cese del uso de la burka es el aspecto más importante para su liberación...
Son 68 parlamentarias que tienen un rol simbólico. La catastrófica situación de la mujer fue una muy buena excusa para EE.UU. y la OTAN para invadir nuestro país, pero desafortunadamente ellos traicionaron a nuestra gente, especialmente a las mujeres al traer al poder, como siempre lo digo, a las fotocopias de los talibanes misóginos. Ellos aprendieron a vestirse con ropas occidentales pero sus mentes son de talibanes. Por esta razón la situación de la mujer es un desastre. Hay casos de violaciones, violencia doméstica, quemaduras con ácido, queman a niñas en la escuela, hay envenenamientos en los colegios y otros tipos de violencia como golpear a mujeres con látigos o procesamientos públicos que se incrementan más y más. 
 
— ¿Qué mensaje te gustaría transmitir a los peruanos?
Solo las naciones pueden liberarse a sí mismas. Abramos juntos, lo más que podamos, los ojos de las personas amantes de la justicia. Como periodista, profesor o doctor puedes siempre levantar la verdad.
 
— ¿Malalai Joya tiene miedo?
Si dijera no, nunca tengo miedo, no sería correcto. Le tengo miedo a otras cosas que se convierten en grandes temas como la independencia de mi país, su futuro, también la educación de las mujeres y especialmente las vidas tomadas por estos fundamentalistas. La muerte ha venido, me ha besado y he tenido suerte de seguir viva, eso solo me hace entender mejor la naturaleza criminal de nuestros enemigos. Pero confío en mi gente y si un día ellos logran eliminarme,lo harán físicamente pero habrá muchas más activistas como yo. No le temo a la muerte, mi miedo es permanecer en silencio frente a la injusticia.

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