Una popular panadería preparó el viernes una hornada de croissants frescos que se acabaron con rapidez. Algunos campesinos ofrecían productos frescos, y las colas desaparecieron de las gasolineras. Poco a poco, la vida empezaba a parecerse a lo normal en la capital de Nepal tras un fuerte sismo, conforme los vecinos guardaban las tiendas y volvían a los edificios.
Mientras los rescatistas seguían buscando sobrevivientes entre los escombros de Katmandú, el gobierno anunció que daría el equivalente a 1.000 dólares a los familiares de cada víctima del terremoto del sábado, y otros 400 dólares para costes funerarios, según la estatal Nepal Radio.
La cifra de muertos del gran sismo ascendió a 6.260 personas, según la policía, incluyendo a los que murieron en una avalancha en el Everest y a otras 60 personas en la región. La ciudad se llevó una alegría el jueves cuando dos sobrevivientes, uno de ellos un chico de 15 años, fueron rescatados tras pasar cinco días sepultados por los escombros.
Aunque las zonas más pobres de la ciudad seguían salpicadas de edificios derruidos, se veían menos tiendas en el centro de Katmandú, abarrotado de gente en los primeros días tras el sismo de magnitud 7,8, que se vio seguido por varias réplicas.
Krishna Maharkan, un campesino de las afueras, llevaba a la ciudad cebollas y coliflor en su bicicleta.
"Intentamos llevar a la gente toda la comida fresca posible", dijo. "Creo que es nuestra pequeña contribución. Pero es lo que podemos hacer, y cada poco ayuda".
Más de 130.000 viviendas quedaron destruidas, según la oficina humanitaria de Naciones Unidas. Su jefa, Valerie Amos, aterrizó en Nepal para una visita de tres días en la que se reuniría con víctimas y autoridades locales. Amos tiene previsto visitar zonas fuera del valle de Katmandú, según el vice portavoz del secretario general de la ONU, Farhan Haq.
"La inaccesibilidad en algunas zonas remotas, la falta de helicópteros, la pobre comunicación y los problemas de seguridad siguen siendo los principales desafíos para repartir la ayuda", explicó Haq. UNICEF, la rama de protección de la infancia de Naciones Unidas, entregó en las últimas 48 horas casi 30 toneladas de suministros como tiendas, pastillas purificadoras de agua y equipos de primeros auxilios e higiene.
Un grupo de gurkhas nepalíes que sirven en el ejército británico se apresuró a regresar a su país de origen para ayudar a sus compatriotas a conseguir agua potable. Soldados de la Unidad de Ingenieros Gurkha de la Reina establecieron el jueves una unidad portátil de depuración de agua en los terrenos del antiguo palacio real de Katmandú.
"Tan sólo estoy encantado de poder servir a mis compatriotas cuando de verdad necesitaban algo tan necesario como el agua potable", dijo el cabo Bhesh Gurung, de 34 años. "Llevo 13 años fuera sirviendo en una tierra extranjera, y por fin puedo hacer algo por mi patria".
AP