Pese a tener 101 años de edad y moverse en una silla de ruedas, Yevnigue Salibian todavía recuerda en detalle la odisea que ella y su familia tuvieron que vivir hace ahora un siglo cuando el gobierno turco inició la represión contra la población de origen armenio.

Nacida el 14 de enero de 1914 en la población de Aintab, en el sur de la actual Turquía, siendo una niña Yevnigue asististió a la deportación forzosa de miles de armenios, muchos de los cuales fueron enviados al desierto de la vecina Siria, donde murieron de sed y hambre.

“(Desde nuestra casa en Aintab) veíamos pasar a multitudes en las que había niños pequeños, mujeres y ancianos. Había muchísimos niños. Gritaban: ‘Tengo sed. Tengo hambre. Mamá dame algo de pan. Tengo mucha sed. Dame agua. No puedo andar. Mamá, no puedo andar”, le contó a BBC Mundo.

Organizaciones armenias sostienen que durante la I Guerra Mundial 1,5 millones de cristianos armenios fueron masacrados por las autoridades turcas, una cifra que el gobierno de Ankara asegura fue mucho menor.

Armenia y la mayoría de los investigadores no turcos de estos eventos los consideran un genocidio -al igual que más de 20 estados, entre los que se encuentran Francia, Canadá, Rusia, Uruguay, Argentina, Bolivia y Chile.

Turquía rechaza el término genocidio y sugiere que muchos de los muertos fueron víctimas de enfrentamientos durante la Primera Guerra Mundial, en los que también sufrieron muchos turcos.

Viaje sin retorno

La familia de Yevnigue Salibian pudo permanecer en Aintab hasta 1921, gracias a la amistad que unía a su padre con el alcalde de la población.

Ese año fueron expulsados de su hogar, iniciando su huida hacia Damasco, la capital Siria.

Viajaron en dos carromatos, uno de los cuales sufrió un accidente que le dejó a Yevnigue una profunda herida en una pierna cuya cicatriz todavía es visible.

Según le contó a BBC Mundo, en 1925 tuvieron que abandonar Siria por los enfrentamientos entre las autoridades francesas, que entonces gobernaban el país y la población local.

Se dirigieron a Beirut, la capital de Líbano, ciudad en la que Yevnigue contrajo matrimonio y tuvo a sus seis hijos, el mayor de los cuales falleció en accidente de automóvil con tan sólo 17 años.

Fue en 1976, después de que una de sus hijas se casara con un armenio residente en Estados Unidos, que Yevnigue y su familia se mudaron a la localidad de Rochester, en Nueva York.

Desde hace años Yevnigue vive en un hogar para ancianos armenios situado a las afueras de Los Ángeles, en California.

Dice no entender cómo el gobierno turco puede negar que la masacre que cometió hace ahora un siglo con la población Armenia fuera un genocidio.

“Mataron a muchísimos armenios. (…) Un millón y medio. Es un número muy alto. Los encontraremos en el cielo”.

Vea el testimonio único de Yevnigue Salibian en este video de BBC Mundo producido por nuestro corresponsal en Los Ángeles, Jaime González.

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