(Foto: Reuters)
(Foto: Reuters)
Gisella López Lenci

El huaico de críticas ha sido tal que , como muy rara vez lo hace, debió retractarse. El lunes, en la esperada cumbre con su homólogo en Helsinki, desestimó las investigaciones de las agencias de inteligencia de su país y prefirió la versión rusa de que no hubo interferencia en las elecciones del 2016. Sin embargo, ayer tuvo que afirmar que sí cree en sus agencias, justificándose en el “mal uso” de las palabras.

“Dije ‘sea’ en vez de ‘no sea’”, afirmó en la Casa Blanca un día después de una de las reuniones más esperadas –y decepcionantes– en décadas. “La oración debería haber sido: ‘No veo ninguna razón por la que no sea Rusia’”.

Sin embargo, el daño ya está hecho. La cumbre de Helsinki será recordada como la sumisión de un presidente estadounidense ante un mandatario ruso, en detrimento de sus aliados
occidentales.

Vladimir Putin se salió con la suya y, como buen agente de inteligencia, tomó la batuta de la reunión, que en realidad ya había empezado en Bruselas, cuando Trump no cesó de criticar a la OTAN, y siguió en el Reino Unido, donde el estadounidense volvió a considerar a la Unión Europea como enemiga. Un bálsamo para los oídos de Putin, que necesita un alianza atlántica debilitada y una Europa dividida para así fortalecer a Moscú.

“Tenemos a un presidente que ha logrado durante sus 17 meses de gobierno desmantelar el orden mundial de los últimos 70 años, quebrando la alianza con Europa que ha sido nuestro socio principal. Trump cree en todo lo que dice Putin, pero no le cree a sus propias agencias de inteligencia. Lo que ha hecho es negar la institucionalidad estadounidense, y queda peor al no poder si quiera sostener su opinión durante un día”, dijo a El Comercio Eduardo Gamarra, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Internacional de Florida.

—Noviembre será clave—

Una opinión similar tiene Roberto Heimovits, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad del Pacífico: “Si colocamos la reunión de Helsinki en el marco de la reunión con Theresa May, y la actitud tan hostil hacia sus socios de la OTAN, vemos que en menos de una semana Trump se las ha arreglado para agriar las relaciones con sus aliados históricos”.

Trump ha servido a los intereses de Rusia y dejó expuesto al ridículo el sistema de justicia norteamericano”, considera Juan Carlos Ladines, internacionalista de la Universidad del Pacífico. “No hubo ninguna crítica sobre Ucrania, la anexión de Crimea, el papel de Rusia en Siria”, añade.

Las críticas no solo han llegado del Partido Demócrata, que ya han hablado de alta traición, sino dentro del propio Partido Republicano. Ayer, congresistas conservadores no cesaron de decir que Rusia “no es un amigo” y que no se puede mellar la credibilidad del país. Sin embargo, los republicanos también saben que no pueden enfilar todas sus baterías contra el mandatario, pues se acercan las elecciones legislativas de noviembre, y la base electoral de Trump –que es contraria al ‘establishment’– sigue fuerte.

Contenido sugerido

Contenido GEC