Este jueves 18 de noviembre, todos los componentes del Reino de Marruecos, Rey, Gobierno, pueblo, conmemoramos el 66º aniversario del Día de la Independencia de mi país, una fecha indeleble en la construcción del Marruecos de hoy, un Marruecos moderno, arraigado en su historia y cultura con la mira hacia un futuro próspero.
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La conmemoración de este valioso aniversario, traduce la unidad de los marroquíes en torno al amor de su país y de sus instituciones, a valores humanos irreversibles y convencidos de la defensa de su libertad y del desarrollo inexorable.
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Este hito histórico, profundamente radicado en la memoria de todos los marroquíes, es una oportunidad para rendir un gran homenaje a la valiente lucha y resistencia del glorioso trono alauita y del pueblo marroquí por la liberación del país del dominio del colonialismo y la recuperación de la independencia de Marruecos. También, es una ocasión para avivar, aún más, el sentimiento de la pertenencia y el alto patriotismo entre las generaciones más jóvenes.
A pesar del paréntesis colonial que ocupó un lugar significativo en la historia de Marruecos, la unidad identitaria de la nación nunca se vio comprometida ni un solo momento. El proceso de la descolonización del Reino, tan gradual como complejo, nunca se ha desviado del sentimiento de pertenencia, del compromiso y de la movilización de su pueblo desde el norte hasta el sur del país.
Las evoluciones de la historia de la independencia nos llevaron a que las negociaciones con España no han hecho posible que Marruecos recupere a Tarfaya hasta en 1958, a Sidi Ifni hasta en 1969, y luego al Sáhara, en 1975, tras la firma de los acuerdos de Madrid.
El triunfo sobre el colonizador fue posible gracias a la gran simbiosis entre el Rey y el pueblo. Una maravillosa simbiosis que permitió completar la integridad territorial y recuperar nuestras provincias del sur tras la gloriosa Marcha Verde del 6 de noviembre de 1975.
Durante las dos últimas décadas, Marruecos, y gracias al liderazgo de Su Majestad el Rey Mohammed VI, se puso en la vía del progreso y la modernidad. El Estado de derecho, la democracia, la estabilidad y la seguridad, la consolidación de los principios de la ciudadanía participativa, el asentamiento de una economía moderna, productiva y solidaria, han hecho posible que mi país sea considerado como un socio creíble y privilegiado a nivel regional e internacional y un actor fundamental en el impulso de la cultura de la paz y el desarrollo de los países africanos.
En este sentido, Marruecos está experimentando notables transformaciones, a raíz de los cambios institucionales impulsados por la voluntad política de Su Majestad el Rey Mohammed VI y por el compromiso de todas las fuerzas de la Nación de conducir al país hacia una nueva era que sitúe la opción democrática y el fortalecimiento del imperio del derecho como base para la modernización generalizada de la economía y la sociedad.
El ejemplo más claro de esta revolución sin precedentes en términos de desarrollo, lo estamos viviendo en el Sahara marroquí. Una de las 12 regiones del país que ha dado un salto calificativo y cuantitativo a nivel de índices de desarrollo humano. Desde la agricultura, la industria, la infraestructura, la formación y otros aspectos, mi país ha movilizado fondos de alrededor de 8 mil millones de dólares a favor de la población autóctona.
El Sahara, un territorio marroquí por legalidad internacional y por legado histórico, es el fiel reflejo del alto sentido de patriotismo, solidaridad y compromiso entre todos los componentes del país, y es considerado en definitiva la simbiosis perfecta entre el trono y el pueblo.
Esta unión no hace más que confirmar lo que la comunidad internacional reafirmó en diferentes ocasiones, apoyando y sosteniendo el carácter marroquí del Sahara y el plan de autonomía en las Provincias del Sur, como única solución duradera y de compromiso para poner fin definitivamente este diferendo regional.
Por otra parte, cabe destacar que Marruecos amplió los horizontes geográficos de sus intercambios comerciales y diversificó sus socios internacionales, de modo que estos horizontes ya no se limitan a Europa, el Mediterráneo, el mundo árabe y África, sino también y cada vez más a la zona América-Asia-Pacífico.
En este marco, y pese a la distancia geográfica que separa Marruecos y el Perú, nuestros dos países están unidos por unas relaciones de más de medio siglo, y hoy más que nunca los dos países están llamados a fortalecer sus distinguidas relaciones diplomáticas, respetando los principios del derecho internacional cómo el respeto a la soberanía y la integridad territorial.
Marruecos y Perú podían capitalizar los logros de medio siglo de cooperación, trabajar conjuntamente para hacer frente a los desafíos comunes que hoy enfrentamos y tener a los dos países como puertas de entrada a África y a la región andina respectivamente.
*Por: Amín Chaoudri, embajador del Reino de Marruecos en el Perú.
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