Hace 11 años, un 20 de octubre del 2011, el dictador libio Muamar Gadafi fue asesinado por los rebeldes en Sirte.
Aquel día, el “Guía” Gadafi fue perseguido hasta su feudo en Sirte (norte), linchado por combatientes y ejecutado el mismo día. Su cuerpo fue expuesto luego en un mercado.
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Tras 42 años de un reinado autoritario, el “líder de la revolución” que derrocó una monarquía también fue barrido por el vendaval de la Primavera Árabe. Una controvertida intervención internacional, lanzada bajo el impulso de la OTAN para evitar que Gadafi aplastase la revolución, contribuyó a su caída.
El hombre que insultaba en sus discursos a las “ratas” que habían osado levantarse contra su poder fue capturado cuando se arrastraba por una alcantarilla al borde de una carretera.
Su personalidad excéntrica lo convirtió desde entonces en un peligroso colaborador del terrorismo internacional y, por muchas décadas fue el enemigo N° 1 de los Estados Unidos. En 1973 prometió dimitir, pero no lo cumplió. Gadafi gobernó despóticamente hasta el último día de su vida en 2011.
El dirigente fue enterrado en un lugar secreto del desierto después de una ceremonia religiosa. “Una decisión destinada a evitar que algunos pro-Gadafi hagan peregrinaciones a su tumba”, justificó en su momento un responsable militar libio.
Tres de los siete hijos de Gadafi murieron en la revuelta, entre ellos Mutasim, que fue asesinado por los rebeldes en la ciudad del dictador, Sirte, el 20 de octubre de 2011, el mismo día que su padre.
Otro hijo, Seif al Arab, murió en un bombardeo aéreo de la OTAN en abril de 2011 y su hermano Jamis pereció en combate cuatro meses después, en el fragor de la revuelta.
Pero otros miembros del clan Gadafi sobrevivieron, entre ellos su esposa Safiya, su primogénito Mohamed - de su primer matrimonio- y su hija Aisha, que vive en el exilio.
El final de sus 42 años de dictadura sembró el caos que desestabilizó a la región inundándola de armas y milicianos y, con los años, dejó a Libia, un país de siete millones de personas, bajo el control de docenas de milicias que se venden al mejor postor.
El país del norte de África se hundió en una espiral de violencia y divisiones internas, alimentadas por las injerencias extranjeras.
Tras años de enfrentamientos entre bandos enemigos, finalmente logró establecerse en marzo pasado bajo los auspicios de la ONU un gobierno de transición encargado de llevar al país a la elección presidencial prevista el 24 de diciembre.
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