Shijiazhuang, en el norte de China, construye a toda prisa un gran centro de cuarentena, con una capacidad de más de 4.000 personas, para frenar el brote de coronavirus en la ciudad. Los equipos de construcción trabajan día y noche en un campo de las afueras, donde ya instalaron miles de unidades prefabricadas.
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China había logrado hasta ahora controlar en gran medida el virus, mientras el resto del mundo luchaba contra el aumento del número de muertes y los hospitales saturados.
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Sin embargo, una serie de pequeños brotes localizados ha llevado a las autoridades chinas a ordenar test masivos, confinamientos estrictos y a prepararse para trasladar pueblos enteros a centros de cuarentena para acabar con el brote.
La situación en las afueras de Shijiazhuang, en el norte de China, recuerda los esfuerzos de Beijing a principios del año pasado para construir en pocos días hospitales de campaña improvisados en Wuhan, la ciudad del centro del país donde surgieron los primeros casos de COVID-19 en diciembre de 2019.
Los edificios de cuarentena en Shijiazhuang están equipados con baños, wifi y aire acondicionado y cuando estén terminados, en los próximos días, albergarán a los casos contactos de los pacientes con test positivo.
La cadena estatal CCTV mostró a trabajadores con chalecos reflectantes y cascos de seguridad construyendo estructuras en la oscuridad.
En los edificios terminados ondeaban banderas con los nombres de los equipos de construcción y las unidades del Partido Comunista.
El centro debería tener suficientes unidades como para albergar a más de 4.000 personas una vez que esté terminado, dijo CCTV el martes.
Las obras comenzaron el 13 de enero, cuando varias ciudades del norte de China pusieron a millones de personas en confinamiento por el aumento de infecciones en las últimas semanas.
Más de 20.000 residentes de los pueblos de la provincia de Hebei fueron puestos en cuarentena en instalaciones centralizadas, informaron los medios de comunicación estatales la semana pasada.
Mientras tanto, millones de residentes locales fueron sometidos varias veces a test de COVID-19.
China está en alerta máxima por una posible ola de casos provocada por las próximas fiestas del Año Nuevo Lunar, que plantean “enormes desafíos” para la prevención del virus, dijo la semana pasada Wang Bin, una alta funcionaria nacional de salud.
Durante las celebraciones, millones de habitantes de las ciudades viajan a sus pueblos de origen.
El número de casos de COVID-19 aumentaron en todo el mundo en las últimas semanas y el número total de muertos ya supera los dos millones.
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