Redacción EC

Hong Kong [AFP]. Encontrar una mascarilla se volvió una misión imposible en para las personas con discapacidad que se sienten prisioneros en sus casas, con la sensación de estar abandonadas desde la aparición del nuevo .

Desde hace más de dos semanas, se forman largas filas frente a los comercios de la ciudad y los habitantes, generalmente tranquilos y disciplinados, se empujan para conseguir las últimas entregas de mascarillas, papel higiénico o productos de limpieza.

Ante el temor de quedar atrapado entre el gentío con su silla de ruedas, Steven Yan, quien sufre atrofia muscular, trata de encontrar mascarillas en los comercios cercanos a su apartamento, pero en un mes solo una vez encontró, cuando consiguió cinco tras seis horas de fila.

Encontrar una mascarilla se volvió una misión imposible en Hong Kong para las personas con discapacidad. (Foto: AFP)
Encontrar una mascarilla se volvió una misión imposible en Hong Kong para las personas con discapacidad. (Foto: AFP)
/ PHILIP FONG

“Me cansé. No me atrevía a moverme por miedo a perder mi puesto”, cuenta Yan a la AFP.

Con solo 40 mascarillas que compartir con su esposa y su hijo, comenzó a salir menos, incluso para sus exámenes médicos.

Los hospitales públicos dejaron de dar mascarillas a los pacientes visitantes a fin de economizar el material indispensable para el personal médico de Hong Kong, donde se reportan dos muertes y más de 60 contagiados.

“Debo llevar una mascarilla al hospital pero por ahora no me lo puedo permitir”, explica este padre de familia, quien lamenta el aumento del precio de las máscaras en las últimas semanas.

Aunque la megalópolis es una de las más ricas del mundo, la brecha entre ricos y pobres es enorme y se hace poco para ayudar a los más vulnerables.

Un tercio de las 600.000 personas con discapacidad viven bajo el umbral de pobreza, según datos del gobierno.

“El gobierno no ha hecho nada”

Unas 200.000 personas los ayudan diariamente, como Lam Chun, de 64 años, quien cuida a tiempo completo a su sobrino de 19 años que sufre del síndrome de Prader-Willi, un rara enfermedad genética que conlleva el riesgo de obesidad mórbida y diabetes.

Cuando Lam sale de compras, se cubre el rostro con una mascarilla de tela que fabricó, pero que ofrece una protección limitada.

“Siempre me pierdo la información sobre las máscaras porque no sé cómo llegar a Internet”, explicó. Muchos se informan de los suministros por Facebook o WhatsApp.

Lam, como Yan, dice no recibir mucha ayuda de parte de las autoridades locales en su búsqueda de mascarillas.

“El gobierno no ha hecho nada para proteger a la gente como nosotros y estoy profundamente decepcionada”, señala la sexagenaria.

El servicio de protección social de la ciudad no quiso responder a las preguntas sobre qué medidas se estaban adoptando para que las personas con discapacidad y vulnerables recibieran mascarillas. Una tarea que hacen en gran parte voluntarios y organizaciones caritativas.

La jefa del ejecutivo hongkonés, Carrie Lam, anunció recientemente la entrega de 1,6 millones de mascarillas a organizaciones benéficas para que las distribuyan.

Se han multiplicado los llamados para que el gobierno imponga un tope de precios o un racionamiento para limitar la escasez de máscaras y su encarecimiento.

Pero las autoridades de Hong Kong hasta ahora no han querido intervenir en el mercado, lo que aumenta los temores de Yan: “las personas como yo son más vulnerables frente a la enfermedad”, lamentó.