Río de Janeiro (DPA). El hábito de la afición de Japón de limpiar las gradas de los estadios después de acompañar partidos de su selección de fútbol encantó a Brasil y al mundo, que la destacan como un ejemplo de disciplina y educación digno de ser seguido.
Ni siquiera la derrota por 2-1 ante Costa de Marfil, sufrida en el debut de ambos en el Mundial de Brasil 2014, en la ciudad de Recife, hizo desistir a los nipones de su costumbre de recoger los residuos arrojados al suelo en el fragor del partido.
Sin hacer ningún aspaviento, japoneses de todas las edades recogen uno a uno los desechos -vasos plásticos, papeles, restos de guirnaldas- y los colocan dentro de bolsas plásticas que tuvieron la precaución de llevar consigo al estadio.
La escena, que recorrió las redes sociales con numerosos mensajes de admiración, se repitió el jueves al término del partido ante Grecia, que terminó en empate sin tantos.
Tanta admiración generó la actitud en el país anfitrión, que llegó a contagiar a hinchas de la "canarinha".
Al término del choque del jueves, varios brasileños fueron vistos colaborando con los japoneses para dejar las tribunas del estadio Arena das Dunas de la ciudad de Natal tal como lo encontraron antes del choque ante los africanos.
Uno de los brasileños que imitó a los japoneses dijo que los propios nipones le suministraron la bolsa plástica en la que puso los residuos recogidos.
"Es un gesto tan simple y que hace tanta diferencia. ¿Será que algún día el brasileño tendrá esa conciencia? se preguntó el joven "torcedor" sudamericano, citado por el portal UOL.
Fue la hinchada organizada japonesa "Ultras Nippon" -una versión pacífica y oriental de las barras bravas- la que se encargó de distribuir por decenas las bolsas plásticas a los aficionados.
Para los japoneses, en tanto, no dejar desperdicios tirados en un lugar público es "natural". "Todos los japoneses hacemos eso en cualquier lugar. Puedo decir que lo aprendimos de niños. Es cultural", explicó un hincha de los "samurai azules".
POLÉMICA
Entre tanta aprobación, el hecho encendió también la polémica. La escritora japonesa Mayumi Tanimoto, residente en Londres, cuestionó a sus compatriotas, quienes a su entender deberían ajustarse a las costumbres de los países que visitan.
Tanimoto asegura que el encargarse de tareas que corresponden a personas "a las que se les paga por hacerlas" puede llevar a que pierdan sus trabajos.
La opinión de Tanimoto recibió una oleada de críticas. Millares de internautas cuestionaron sus dichos y realizaron una férrea defensa de la costumbre del país oriental, que si bien no logró brillar aun dentro de las canchas, cosechó admiración y elogios en las tribunas.