Moscú [AFP]. El presidente ruso, Vladimir Putin, designó el martes su nuevo gobierno, en el que mantiene a ministros clave y renueva varias carteras, una semana después de proponer una revisión sorpresa de la Constitución, que provocó la dimisión del primer ministro.
Putin, que expuso sus reformas el 15 de enero señalando un deseo de “cambio” entre los rusos, conservó a varios ministros de confianza: Serguéi Lavrov y Serguéi Shoigu en sus respectivas carteras de Relaciones Exteriores y Defensa.
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Además, mantendrán sus cargos estratégicos los ministros Vladimir Kolokoltsev, del Interior; Alexandre Novak, de Energía; y Anton Silouanov, de Finanzas.
No obstante, cambió a varias personalidades a cargo de los asuntos sociales: deportes, salud, educación y cultura.
“Les deseo sinceramente éxito (...) todo el país tiene interés en eso”, declaró Putin en una reunión con todos los miembros del gabinete, al lado del nuevo primer ministro Mijail Mishustin, difundida por la televisión.
El 15 de enero durante su discurso anual ante el Parlamento, Putin anunció una serie de revisiones constitucionales. Tras el aviso, se registró la renuncia de su primer ministro desde hace ocho años, Dmitri Medvedev, y su gabinete.
Inmediatamente, Putin designó a Mishustin, responsable del fisco, como nuevo jefe del gobierno, tras lo que publicó, nuevamente provocando sorpresa, los detalles de todas las enmiendas constitucionales que serán examinadas el jueves en primera lectura en el Parlamento.
Según la oposición, estas propuestas tienen por objetivo garantizar a Putin el dominio del sistema político ruso después del 2024, cuando finaliza su mandato actual, tras el que no puede de acuerdo con la ley en vigor volver a presentarse.
Proyectos nacionales
Por su parte, Mishustin prometió a los rusos “cambios reales” la semana pasada ante el parlamento, entre los que destaca un aumento del nivel de vida, precisamente cuando la popularidad de su antecesor se desmoronó a causa de los problemas económicos que sufre la población.
El principal cometido del gobierno de Mishustin, un tecnócrata muy eficaz, que ha convertido a una burocracia fiscal pesada y corrupta en una administración moderna y eficiente, será poner en marcha los principales proyectos definidos en el 2018 por Putin.
Destinados a modernizar Rusia de aquí al 2024, estos “proyectos nacionales” que representan inversiones por unos 375.000 millones de euros deben alcanzar a casi todos los sectores de la economía y sociedad: digitalización, ecología, educación, red carretera, cultura, demografía, salud.
Este cambio de gobierno y las revisiones constitucionales han reavivado las conjeturas sobre el futuro político de Putin, de 67 años.
Las enmiendas a la Ley Fundamental prevén, entre otras, un mayor peso del Parlamento en la designación del primer ministro, y refuerzan el rol del Consejo de Estado, un organismo que actualmente sólo es consultivo.
Para muchos analistas, de esta manera Putin crea su impronta política para después del 2024, dejando el mayor número posible de puertas abiertas para mantener su influencia en el país que pilota desde hace 20 años.
“Quizás sea...”
Algunos lo imaginan como árbitro supremo, por encima de la lucha política con un puesto a medida, otros imaginan una retirada progresiva.
“Para el futuro, esperen mensajes contradictorios: Putin quizás dirigirá el Consejo de Estado, quizás sea el primer ministro o quizás se vaya”, escribió en Twitter Sam Green, director del Instituto Rusia del King’s College de Londres.
“Las apuestas están abiertas a todas esas opciones, y todos serán perdedoras. Ese es el objetivo”, ironizó, ya que la estrategia del maestro del Kremlim sigue siendo confusa.
Para el principal opositor al Kremlin, Alexéi Navalni, no hay duda: Putin busca ser “el líder vitalicio del país”.
Pero los detractores del presidente ruso hasta ahora han tenido problemas para responder, incluso si se prepara una manifestación para el 29 de febrero.