Chawafa Khodr llora por su hija. Jenda partió de Siria e intentó cruzar el Mediterráneo desde el Líbano para reunirse con su prometido en Alemania. Pero el barco en el que viajaba naufragó y su cuerpo no ha sido hallado.
Chawafa se niega a pensar que su hija murió y Khodr, el padre de Jenda, no quiere celebrar funerales.
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“La espero todas las noches y rezo a Dios para que esté a salvo”, dice Chawafa en una entrevista con la AFP en su casa en el noreste de Siria.
Aún no se ha hallado el cuerpo de Jenda Saïd tras el naufragio de su embarcación con 84 inmigrantes a bordo frente a la costa de Líbano el 23 de abril.
La angustiada madre echó a su hijo de la casa cuando éste le dijo que tendría que aceptar que su hija de 27 años podría no volver nunca.
“Tal vez está perdida en algún lugar de la playa”, espera Khodr, de 60 años, con lágrimas cayendo por sus arrugadas mejillas.
Jenda se había marchado a Líbano con Inas Abdelsalam, de 23 años. Allí se subieron a bordo de un barco de migrantes con la esperanza de llegar a Alemania para reunirse con sus prometidos, dos hermanos.
El barco se hundió tras ser perseguido por buques navales libaneses. Cuarenta y cinco pasajeros fueron rescatados, entre ellos 11 sirios, según la ONU.
Cerca de 40 personas siguen desaparecidas, incluyendo ocho sirios, entre ellos Jenda e Inas.
Con lágrimas en los ojos, Chawafa mira una foto de su hija vestida con un suéter rojo y blanco, y con una trenza sobre los hombros.
“Puso mi bufanda en su bolso, para que la protegiera”, dice, recordando la última vez que se vieron.
El día antes de que su hija se fuera, le organizó una fiesta para celebrar su próxima boda.
“Boda en el paraíso”
“Estaba feliz”, suspira, viendo un video en su teléfono de Jenda bailando durante la fiesta.
“Pero ahora no pasa un día sin lágrimas”, dice, secándose los ojos húmedos con su hijab azul.
Chawafa no sabía que Jenda planeaba intentar la peligrosa travesía por mar hasta Alemania.
“Si lo hubiera sabido, la habría detenido. No lo habría permitido por nada en el mundo”.
A diferencia de Chawafa, Hiam Saadoun, de 42 años, aceptó la suerte de su hija Inas.
Le organizó un funeral en Qamishli (noreste de Siria), aunque su cuerpo no ha sido encontrado.
“Me hubiera gustado verla con su vestido de novia”, dice, sosteniendo una foto de su hija.
“Antes me la imaginaba en casa, rodeada de niños y de su familia... pero hoy le deseo una boda en el paraíso”.
Según Hiam Saadoun, su hija llevaba mucho tiempo queriendo huir de su país, devastado por la guerra.
“Buscaba una vida mejor en Europa y a veces me decía: ‘siento que si me voy, nunca volveré’”.
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