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Si hace un par de días fue la canciller alemana, Angela Merkel, la que captó la atención por su ostensible bajada de peso (10 kg menos en cuatro meses), esta vez fue el presidente de Corea del Norte, Kim Jong-un, el que robó portadas por la razón justamente inversa: el aumento de 20 kg en los últimos cuatro meses.
Según medios surcoreanos -donde se vive pendiente de lo que ocuperre en el vecino del norte, y viceversa-, el dictador norcoreano, cuya edad se estima en 30 años, pesa hoy 120 kilos y hasta podría sufrir un infarto.
Diarios de gran tiraje como "Chosun" o "Korea Times" reprodujeron la información emitida por Free North Korea Radio, una emisora surcoreana crítica con el régimen de Kim, según la cual el dirigente arrastra problemas coronarios y se encuentra bajo tratamiento tras aumentar su nivel de estrés desde la ejecución a fines del 2013 de su tío, Chang Song-thaek, acusado de traición a la patria y de intento de derrocamiento.
Si bien desde que llegó al poder, en diciembre del 2011, el volumen de Kim Jong-un ha sido motivo de burlas en Corea del Sur, por el evidente contraste con la hambruna crónica en que viven muchos de sus súbditos, esta es la primera vez en que -según la agencia EFE- se habla seriamente del riesgo a la salud que supone el sobrepeso que exhibe el tercero en la dinastía de los Kim.