El Perú tiene una hora menos que la ciudad de Nueva York. Como cualquier mañana de un día laborable, muchos peruanos andaban alistándose para ir a trabajar o estudiar, o simplemente pasaban los primeros minutos de la jornada viendo la televisión o escuchando la radio.
La voz del periodista José María Salcedo resonaba en las ondas de RPP, y en eso tuvo que cambiar de agenda: apurado, medio entristecido pero firme, el buen Chema pronunció la frase que a muchos hizo encender los televisores: “¡Estados Unidos bajo ataque!”.
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Para nosotros, en el Perú, el primer avión de American Airlines que chocó contra la torre Norte del World Trade Center (WTC) de Nueva York lo hizo a las 7:46 a.m. Diecisiete minutos después, a las 8:03 a.m., el segundo avión, esta vez de United Airlines penetró en la torre Sur. Los conductores de TV no daban crédito a lo que veían.
Los derrumbes vinieron a las 8:59 a.m. (torre Sur), la que cayó más rápido; y a las 9:28 a.m. (torre Norte), hora peruana. En menos de dos horas todo había acabado y la frase en la TV de un apenado locutor redondeó la escena: “El World Trade Center no existe más”.
El día más agitado
Lima, en tanto, vivía en esa mañana fría, húmeda, su propia tensión de seguridad, porque se clausuraba, en el hotel Los Delfines de San Isidro, las reuniones de la 28ª Asamblea Extraordinaria de la OEA, con la presencia del secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, el cuarto en la línea de poder de su gobierno.
Era el día central de la cumbre en que se escuchaban los discursos y se firmaría la Carta Democrática Interamericana. Ante la terrible noticia, Powell pidió adelantar la firma del documento y hablar primero. Luego voló a un lugar secreto en su país.
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La noche anterior, el expresidente peruano Valentín Paniagua había sido condecorado por el Gobierno argentino, a través de su canciller Adalberto Rodríguez, y ya se empezaba a comentar el gesto en los medios matutinos cuando todo cambió tras el primer golpe aéreo en el WTC.
El Caso Lucchetti, la fábrica de fideos instalada en los Pantanos de Villa en Chorrillos, resonaba porque esa mañana se esperaba que el juez Jorge Barreto declarara “reo contumaz” al directivo de la empresa, Gonzalo Menéndez.
El país vivía un renacer democrático con el gobierno de Alejandro Toledo, y la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) llevaba dos meses de instalada. En lo deportivo, los Juegos Bolivarianos en Ambato, Ecuador, nos daban las primeras satisfacciones con dos medallas de oro de nuestra nadadora Valeria Silva.
Las noticias añadían la escalofriante reconstrucción del crimen del ‘Loco del Martillo’, con un taciturno Juan Clímaco Basombrío asombrando a los curtidos agentes de la Dirincri; y la buena noticia era que contábamos con un ‘Zar Antidrogas’: el empresario Ricardo Vega Llona.
La vida cotidiana de Lima estaba alterada con una masiva huelga de mototaxistas, quienes desde el día anterior, y esa misma mañana del 11-S, amenazaban con cerrar calles y avenidas.
La TV en shock y eventos paralizados
Red Global (Canal 13) interrumpió el programa “Don Pedrito y su cocina” para cubrir por media hora al menos el suceso del año; mientras Canal 5 se colgó del informe de CNN en Español, vía “Buenos días, Perú”. En el Canal 2 no dejaron de informar con imágenes de las cadenas norteamericanas hasta la noche; en tanto, el Canal 4 estuvo en directo con la noticia, ya que en los minutos fatales del WTC estaba en vivo con su noticiero matutino “América hoy”.
En el cable, Canal N destacó con un corresponsal que se comunicó por teléfono desde Nueva York, donde pudo dar muchos detalles de lo que se vivía allí; emitió también imágenes de Lima y de las cadenas internacionales. De esta forma, los televidentes vivieron esas horas pegados a las pantallas de sus televisores. Nadie quería perderse ninguna nota informativa del desastre que remeció el mundo.
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En Lima, solo los canales con programación infantil siguieron su rutina; los demás se dedicaron a aprovechar las impactantes y tristes imágenes de CNN en Español o de la BBC. Hasta MTV dejó su afán con los nuevos talentos musicales y se colgó de los medios; también canceló el “MTV Unplugged” que iba a hacer con Alejandro Sanz el viernes 14 de setiembre.
La noche de ese 11-S, pese al miedo por lo visto aquella lúgubre mañana, muchos limeños fueron al cine y vieron a Nicole Kidman danzar en “Moulin Rouge: amor en rojo”; o rieron nerviosamente con “Shrek”; o se asustaron con el apocalíptico filme “El planeta de los simios”. La noche previa al atentado se había estrenado en América Televisión la telenovela “Soledad”, con el gran actor Hernán Romero y la revelación del año 2000, Karina Calmet. Todo valía con tal de distraerse un poco.
Asimismo, quedaron en suspenso los premios Grammy Latino en Los Ángeles, que se debían transmitir a todo EE.UU. y a 120 países esa misma noche del 11-S. Alejandro Sanz y Juanes iban a ser las estrellas con varias nominaciones, pero debieron brillar otra noche. Se suspendieron las premiaciones del Emmy que estaban planificadas para el domingo 16 de setiembre.
Y en Estados Unidos, en medio del dolor, la tristeza e impotencia, hubo otras consecuencias directas por el atentado terrorista: los estudios de Hollywood y los parques de diversiones de Walt Disney cerraron sus puertas; mientras conciertos programados como el de Madonna en el Staples Center de Los Ángeles se cancelaron. Todos los estrenos cinematográficos y la cartelera teatral en Nueva York quedaron paralizados.
Fue el día en que el mundo tembló, pero siguió viviendo. //