Un paseo por la calle principal en Hamtramck, Michigan, se siente como un tour alrededor del mundo.
Una tienda de salchichas y una panadería de Europa del Este se sitúan junto a unos grandes almacenes yemeníes y una tienda de ropa bengalí.
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Las campanas de la iglesia suenan junto con el llamado islámico a rezar.
“El mundo en dos millas cuadradas (5 kilómetros cuadrados)” es el eslogan de Hamtramck y esta ciudad está a la altura, con alrededor de 30 idiomas distintos hablados en su área de 5 kilómetros cuadrados.
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Este mes, esta ciudad del medio oeste estadounidense de 28.000 habitantes alcanzó un hito. Eligió a un alcalde y un ayuntamiento completamente musulmanes, convirtiéndose en la primera ciudad en Estados Unidos en tener un gobierno musulmán-estadounidense.
Aunque en el pasado sufrieron discriminación, los residentes musulmanes se han integrado en esta ciudad multicultural y ahora representan más de la mitad de su población.
Y a pesar de desafíos económicos e intensos debates culturales, los residentes de Hamtramck de diferentes religiones y procedencias culturales conviven en armonía, haciendo de la ciudad un importante caso de estudio para el crecimiento de la diversidad en el futuro de Estados Unidos.
¿Pero será Hamtramck una regla o la excepción?
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La historia de Hamtramck, desde sus inicios como una ciudad de colonos alemanes hasta la actualidad, la primera ciudad de mayoría musulmana de Estados Unidos, está grabada en sus calles.
Hay negocios con carteles en árabe y bengalí, prendas bordadas de Bangladesh y Jambiyas, un tipo de espada curva corta de Yemen, se ven en los escaparates de las tiendas.
Los residentes musulmanes hacen cola para comprar paczki, una especie de rosquilla polaca rellena de natillas.
“No es inusual ver a algunos con minifaldas y tatuajes y otros con burka caminando por la misma calle. Nosotros somos esto”, cuenta Zlatan Sadikovic, un inmigrante bosnio propietario de un café en el centro de Hamtramck.
A un tiro de piedra de las afueras de Detroit, que envuelve en parte a la ciudad, Hamtramck fue una vez parte del epicentro de la industria automotriz estadounidense, dominada por la planta de General Motors que se extendía a ambos lados de su frontera con ‘Motor City’.
El primer Cadillac Eldorado salió de la línea de montaje en Hamtramck en la década de 1980.
A lo largo del siglo XX, se la conoció como la “Pequeña Varsovia”, ya que los inmigrantes polacos acudieron en masa para los trabajos manufactureros.
La ciudad fue una de las paradas de la gira por Estados Unidos del papa Juan Pablo II, nacido en Polonia, en 1987. En 1970, hasta el 90% de la ciudad era de origen polaco.
Sin embargo, en esa década comenzó el largo declive de la fabricación de automóviles en Estados Unidos y los estadounidenses polacos más jóvenes y ricos comenzaron a mudarse a los suburbios.
El cambio convirtió a Hamtramck en una de las ciudades más pobres de Michigan, pero la asequibilidad atrajo a los inmigrantes.
Durante los últimos 30 años, Hamtramck se transformó nuevamente para convertirse en una pista de aterrizaje para inmigrantes árabes y asiáticos, especialmente de Yemen y Bangladesh.
Una parte significativa de los residentes de la ciudad en la actualidad, el 42%, nacieron en el extranjero. Se cree que más de la mitad son musulmanes practicantes.
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La composición del gobierno recién elegido refleja los cambios demográficos en Hamtramck. El ayuntamiento incluirá a dos estadounidenses bengalíes, tres estadounidenses yemeníes y un converso al islam polaco-estadounidense.
Con el 68% de los votos, Amer Ghalib será el primer alcalde yemení-estadounidense en EE.UU.
“Me siento honrado y orgulloso, pero sé que es una gran responsabilidad”, dijo Ghalib, de 41 años.
Nacido en un pueblo de Yemen, se mudó a Estados Unidos a los 17 años y primero trabajó en una fábrica de piezas de plástico para automóviles cerca de Hamtramck.
Más tarde aprendió inglés y recibió formación médica. Ahora trabaja como profesional de la salud.
En lugar de ser un “crisol” o una “ensaladera”, Hamtramck es más como un “pastel de siete capas” donde diferentes grupos conservan sus distintas culturas mientras coexisten estrechamente entre sí, dice la concejal electa Amanda Jaczkowski.
“La gente todavía está orgullosa de su cultura específica. Si asimilamos, perderíamos la singularidad. Cuando viven tan cerca unos de otros, se ven obligados a superar esas diferencias “, dice Jaczkowski, de 29 años.
Pero Hamtramck “no es Disneylandia”, dice Karen Majewski, la alcaldesa saliente que ocupó el cargo durante 15 años antes de dimitir.
“Es solo un lugar pequeño. Y tenemos conflictos”.
La fricción surgió en 2004 luego de una votación para transmitir el llamado islámico a la oración en público. Algunos residentes han argumentado que la prohibición de los bares cerca de las mezquitas perjudica la economía local.
Hace seis años, cuando se convirtió en la primera ciudad estadounidense en elegir un gobierno de mayoría musulmana, la prensa de todo el mundo reportó sobre Hamtramck.
Algunos informes de los medios de comunicación en ese momento pintaron una imagen de una ciudad “tensa” con una afluencia de musulmanes. Un presentador de televisión nacional preguntó si Majewski tenía miedo de ser alcaldesa.
Incluso se especuló que un ayuntamiento controlado por musulmanes podría imponer la ley islámica.
“En Hamtramck la gente pone los ojos en blanco ante ese tipo de comentarios”, dijo Majewski, quien está “satisfecha” de que Hamtramck haya sido una comunidad acogedora y que es “natural” que los nuevos residentes voten por aquellos que entienden su experiencia y sus idiomas.
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La Oficina del Censo de EE.UU. no recopila información sobre religión, pero un grupo de expertos del Centro de Investigaciones Pew estima que había aproximadamente 3,85 millones de musulmanes viviendo en EE.UU. en 2020, lo que representa aproximadamente el 1,1% de la población total.
Para 2040, se prevé que los musulmanes se conviertan en el segundo grupo religioso más grande de Estados Unidos, después de los cristianos.
A pesar de su creciente presencia, los musulmanes en Estados Unidos a menudo han sido objeto de prejuicios.
Veinte años después de los ataques del 11 de septiembre, la islamofobia sigue persiguiendo a musulmanes y otros estadounidenses árabes.
Cerca de la mitad de adultos musulmanes en Estados Unidos dijeron a Pew en 2016 que habían sufrido algún tipo de discriminación personal, mientras que el entonces candidato Donald Trump propuso vetar a migrantes de países de mayoría musulmana en Estados Unidos.
Los investigadores también descubrieron que, de todos los grupos religiosos, los musulmanes siguen enfrentándose a las visiones más negativas de la sociedad estadounidense.
Más de la mitad de estadounidenses dicen no conocer personalmente a ningún musulmán, pero aquellos que conocen a algún practicante son menos propensos a pensar que el islam promueve más violencia que otros grupos religiosos.
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Hamtramck es un ejemplo vivo de cómo el conocimiento personal reduce la islamofobia.
Cuando Shahab Ahmed se postuló para concejal poco después del ataque del 11 de septiembre, enfrentó una batalla cuesta arriba.
“Había volantes por toda la ciudad diciendo que yo era el vigésimo secuestrador que no llegó a los aviones”, dijo este bengalí estadounidense.
Tras perder las elecciones de 2001, Ahmed llamó a las puertas de los vecinos para presentarse.
Acabó siendo elegido dos años más tarde, convirtiéndose en el primer funcionario municipal musulmán de Hamtramck.
Desde entonces, el apoyo a la comunidad musulmana ha crecido en la ciudad.
En 2017, cuando la administración de Trump impuso el veto a la entrada de migrantes de países de mayoría musulmana, los residentes de la ciudad de unieron para protestar.
“De alguna forma aquello movilizó y unió a mucha gente porque todos saben que, para vivir en Hamtramck, tienes que respetar a otros”, comenta Razi Jafri, codirector del filme documental “Hamtramck, USA”.
Los estadounidenses musulmanes también se han vuelto más visibles en la escena nacional.
En 2007, el demócrata de Minnesota Keith Ellison se convirtió en el primer congresista musulmán. Hoy, el Congreso estadounidense tiene cuatro miembros musulmanes.
El día de las elecciones este mes en Hamtramck, docenas de residentes se reunieron en frente de un centro electoral para saludarse. Muchos de ellos mostraban su souvenir del Día de Elecciones, llevando la pegatina de “Yo voté”.
Según Jaczkowski, los migrantes estaban muy entusiasmados por participar.
“Es muy estadounidense el ser capaz de juntar a la gente”.
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Sin embargo, al igual que en el resto del país, en la ciudad se están celebrando intensos debates culturales.
En junio, cuando el gobierno de la ciudad aprobó colgar una bandera del orgullo gay en el ayuntamiento, algunos residentes estaban indignados.
Varias de estas banderas colgadas fuera de negocios privados y casas fueron removidas, incluyendo una fuera de la tienda de ropa vintage propiedad de Majewski.
“Eso manda un mensaje realmente alarmante para la gente”, dice.
La marihuana también se ha convertido en una fuente de controversias.
La apertura de tres dispensarios en Hamtramck ha provocado consternación en algunas comunidades tanto musulmanas como polaco-católicas.
A otros residentes les preocupa la falta de participación política de las mujeres en las comunidades musulmanas conservadoras.
La noche de las elecciones, Ghalib, el alcalde electo, estaba rodeado por una multitud yemení-estadounidense jubilosa en un evento postelectoral que servía baklava y kebabs. Había más de 100 simpatizantes, todos hombres.
Las mujeres participaron en su campaña, dijo Ghalib, pero la segregación por sexos sigue siendo tradicional, incluso cuando está siendo desafiada por generaciones más jóvenes que se han vuelto más “americanizadas”.
Hamtramck también se enfrenta a los desafíos comunes de las ciudades del llamado Cinturón de Óxido: desde las decadentes infraestructuras hasta las limitadas oportunidades económicas.
Intensas lluvias durante el verano saturaron las tuberías de la ciudad e inundaron muchas casas.
Altos niveles de plomo fueron encontrados en muestras de agua potable de la ciudad, atrayendo la atención nacional. Casi la mitad de la ciudad está por debajo de la línea de pobreza.
Estos ejemplos son algunas de las presiones con las que tendrá que lidiar el nuevo liderazgo de la ciudad.
“¿Cómo luce la democracia en una ciudad de mayoría musulmana? Como en todos los sitios, desorganizada y complicada. Así que cuando la novedad se vaya, habrá trabajo por hacer”, dice el documentalista Jafri.
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