“Aquí está mi evidencia: he recibido muchas llamadas positivas sobre su uso”. Las anécdotas fueron suficientes para convencer a Donald Trump para empezar a usar hidroxicloroquina, una medicina ‘milagrosa’ que lo salvaría del coronavirus. En junio, los periodistas le preguntaron sobre su salud, su ritmo cardiaco, y la prescripción del fármaco. Trump no se hizo muchos problemas al revelar de dónde había salido su confianza.
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