Washington [EFE]. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se dio este viernes un baño de masas en la mayor marcha antiabortista anual del país, convertida en un improvisado mítin de campaña que el mandatario aprovechó para afianzar el voto de los evangélicos blancos y las mujeres conservadoras en las elecciones de noviembre.
A escasos metros de un Senado que se planteaba destituirle por sus presiones a Ucrania, Trump encontró una audiencia amable en los miles de asistentes a la “Marcha por la vida”, una manifestación que desde 1974 reúne anualmente en Washington a miles de personas que se oponen al derecho a abortar.
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“Es un honor profundo ser el primer presidente de la historia en asistir a la ‘Marcha por la vida’”, dijo Trump.
Un tema de campaña
Poco después de su legalización a nivel nacional, en 1973, el aborto generó una aguda polarización en la sociedad de EE.UU., y a partir de la década de 1990, esa división entre quienes están a favor y en contra del derecho a interrumpir el embarazo fue ajustándose cada vez más a las líneas partidistas.
Hoy, los republicanos -y en particular su amplia base de cristianos evangélicos blancos y conservadores sociales- han convertido la oposición al aborto en una bandera electoral, y la "Marcha por la vida" de 2020 se pareció en casi todo a los mítines de la campaña de reelección de Trump.
“Millones de mujeres extraordinarias en todo Estados Unidos están usando el poder de sus votos para luchar por el derecho a la vida”, celebró el mandatario.
Desde la música que acompañó su discurso a la parafernalia electoral que se vendía en los alrededores, la manifestación dejó claro que Trump se juega la reelección en noviembre. “(Los demócratas) vienen a por mí porque estoy luchando por ustedes, estoy luchando por aquellos que no tienen voz. Y ganaremos”, sentenció.
Su visita a la manifestación tuvo que ver probablemente con las encuestas que apuntan a que está perdiendo apoyos entre las mujeres republicanas moderadas en suburbios de estados clave, y con el revés que le propinó en diciembre la principal revista evangélica del país, "Christianity Today", que pidió su destitución.
Pero el apoyo a Trump entre los evangélicos blancos sigue siendo alto, y el debate sobre el aborto promete mover votos este año: los grupos que defienden y se oponen a la interrupción del embarazo han anunciado ya contribuciones millonarias a campañas electorales.
Esa batalla no ha cambiado demasiado la opinión de los estadounidenses en los últimos años: el 61 por ciento cree que el aborto debe ser legal en casi todos los casos, según los datos más recientes del centro Pew.
Trump, veleta respecto al aborto
Hace dos décadas, Trump se declaró “muy a favor” del derecho a decidir sobre el embarazo, pero en el 2016 vio un jugoso nicho de votantes entre los conservadores sociales que piden al Tribunal Supremo derogar la legalización del aborto, y cambió de postura.
Varios asistentes a la marcha reconocieron a Efe que ese giro tuvo probablemente que ver con la conveniencia política, pero fueron pragmáticos: al fin y al cabo, tienen un aliado en la Casa Blanca.
"Para nosotros esto se trata de salvar bebés, así que quien quiera unirse a la causa, nos alegra. Siempre es algo bueno, sea cual sea el motivo", dijo Natalie Corbett, una joven de 26 años que acudía por octava vez a la manifestación anual.
“Que el presidente de Estados Unidos respalde nuestra causa es muy importante. Nos da esperanza”, añadió Corbett a Efe.
Con cara de sueño, la joven vestía una sudadera amarilla a juego con dos decenas de adolescentes que acababan de bajar de un autobús procedente de Chicago (Illinois), y que pronto le ayudarían a desplegar una pancarta gigante con el lema "La vida es preciosa".
Jóvenes con Trump
Varias congregaciones religiosas fletaron ese y otros autobuses que llegaron a Washington llenos de adolescentes, considerados por los organizadores de la marcha como una prueba de que su movimiento es "el futuro" del país.
Es el caso de Estefanía Melo, una joven de 23 años que nació en México y llegó a EE.UU. cuando solo tenía 2, y que visitó por cuarta vez la marcha acompañada por niños y adolescentes del coro y el grupo juvenil de su parroquia católica en Brooklyn (Nueva York).
“Yo no puedo votar, pero este es un tema muy importante; mucha gente lo quiere ignorar, pero no deben (...), porque estamos hablando de vidas”, afirmó la “soñadora” (“dreamer”) a Efe.
Cerca de un cartel con el lema en español “El aborto corta un corazón vivo”, Melo valoró la presencia de Trump en la marcha porque “tiene mucho poder”, aunque admitió que hay “políticas del Gobierno” que no gustan ni a la Iglesia católica ni a la comunidad latina.
Pero la más emocionada por ver al presidente era Maya Anderson, una estudiante de Richmond (Virginia) que celebró su 21 cumpleaños en la manifestación y confesó que el tema del aborto ha sido clave para decidir a quién apoyar en las primeras elecciones de su vida.
“Definitivamente, voy a votar por Trump”, aseguró Anderson a Efe.