La policía de Nueva York durante las protestas. (Foto referencial: AFP)
La policía de Nueva York durante las protestas. (Foto referencial: AFP)
/ JUSTIN LANE
Redacción EC

Un niño de origen afroamericano de 8 años esposado y maltratado por jugar con un palo es una de las docenas de quejas contra la policía de, en , luego de que exploran las protestas tras la muerte de George Floyd. Un informe revelador pone en tela de juicio nuevamente a las autoridades por malas prácticas.

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“Tristemente, después de años de presenciar noticias sobre la mala conducta de la policía y posiblemente experimentarla ellos mismos, incluso los más jóvenes entre nosotros tienen conciencia de la tensión que con demasiada frecuencia existe entre la policía y los civiles”, dijo el presidente de la Junta de Revisión de Quejas Civiles de Nueva York, Fred Davie, en un comunicado.

Tal y como expone la CCRB, son 112 denuncias investigadas entre enero de 2018 y julio de 2019 que involucran a jóvenes y el 29% verificadas. El 42% no tenía fundamento, es decir que no hay pruebas sobre una mala conducta policial. El porcentaje restante corresponden al correcto uso de la fuerza o inexistente.

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“A medida que los jóvenes neoyorquinos lideran el camino para pedir un cambio en nuestra ciudad luego de la muerte de George Floyd, Breonna Taylor y muchos otros, es hora de que la policía de Nueva York reconsidere cómo los agentes vigilan a nuestros jóvenes y abordan las disparidades en la aplicación de la ley, y se comprometan a un cambio de disciplina cuando los agentes se involucren en mala conducta”, añadió.

El documento recomienda cambios de actitud en la policía neoyorquina. Uno de estos puntos tiene que ver con la consideración de la edad y la raza antes del uso de la fuerza o una intervención.

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“Una de las principales prioridades del Comisionado (Dermot) Shea para la policía de Nueva York es reimaginar haciendo todo lo posible para proteger y servir a los niños de la ciudad de Nueva York. Después de una cuidadosa revisión, aceptamos cada una de las recomendaciones reflexivas y constructivas de la CCRB, algunas de las cuales ya están en proceso de implementación y todas las cuales fortalecerán nuestra nueva Estrategia Juvenil”, aseguró la sargento y portavoz del Departamento de Policía de Nueva York, Mary Frances O’Donnell.

El defensor público de la ciudad de Nueva York, Jumaane Williams, cree que estos datos son lamentables. “La vigilancia excesiva de las comunidades negras se extiende claramente a nuestros jóvenes, y aunque estos números son impactantes, no son sorprendentes en el contexto de una administración que mantiene la mayoría de los fondos de la policía de Nueva York en su presupuesto ejecutivo mientras recorta los servicios para jóvenes”, dijo.

Actividades inocuas

Según la información de la CCRB, muchos de los jóvenes afroamericanos son vigilados por realizar actividades o situaciones inofensivas como caminar, correr, llevar mochilas o jugar con palos.

Con estos criterios fue que en 2018 sucedió el caso comentado al inicio, el de un grupo de niños afroamericanos e hispanos que jugaban con palos recogidos del suelo al caminar. Ellos iban de camino a casa cuando de un momento a otro se acercaron varios carros de policía.

Uno de los agentes salió con el arma desenfundada y se les pidió a los pequeños que se pusieran contra la pared. Tras ser registrados, se les llevó a la estación de policía para procesarlos por conducta desordenada.

Fueron de ocho a diez automóviles: entre 10 a 16 agentes. Los muchachos intervenidos tenían 8 y 14 años, respectivamente, y fueron trasladados esposados y llorando.

Dos de los oficiales argumentaron que por radio se les informó que hispanos de aproximadamente 20 años habían estado peleando con un machete y un palo. Pero, no supieron decir con claridad qué pasó con los niños antes de la detención.

Los padres presentaron una queja rápidamente, dijeron que no se les permitió a los jóvenes llamar a su casa. La CCRB recomendó cargos contra los agentes y el caso aún está en espera de juicio.

Por saludar

Otro caso fue contra un niño de 11 años que caminaba para encontrarse con su madre y se desvió un instante para saludar a unos adultos que conocía. Tras dar un apretón de manos, oficiales vestidos de civil se acercaron directamente al muchacho, mientras los demás se retiraron poco a poco.

Uno de los agentes registró al infante para verificar que no esté transportando drogas. Pese que a un espectador dijo que el joven tenía menos de 13 años, el policía se justificó diciendo que las drogas pueden ser de otros, pero al final se marchó junto a sus colegas.

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