Fueron casi cuatro años de lágrimas, depresión y ansiedad.
Desde que el gobierno estadounidense la separó de sus dos hijos en la frontera con México en 2017, Sulma entró en un estado de desesperación y culpa que la llevó a casi perder la esperanza de volver a ver a sus pequeños.
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Hasta que este año varios grupos la contactaron en El Salvador para indicarle que el gobierno del presidente estadounidense Joe Biden estaba reunificando a familias que habían sido separadas en la frontera bajo la administración de Donald Trump.
Y así fue como Sulma —quien prefiere no dar su apellido por motivos de privacidad — pudo volver a abrazar a Ezequiel, ahora de 13 años, y Adonis, de ocho, en el aeropuerto de Indianapolis hace tan sólo una semana.
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“Hasta ahorita yo todavía no puedo creerlo”, dijo Sulma durante una entrevista telefónica con The Associated Press. “Me siento como si fuera un sueño. Me siento diferente, siento una emoción tan grande. Veo a mis hijos tan grandes ya, uno más grande que yo y el otro casi a mi altura. Yo los dejé tan pequeñitos”.
Sulma fue separada de sus hijos bajo políticas de “tolerancia cero” del expresidente Trump para controlar la inmigración ilegal. Según documentos judiciales, unos 5.500 niños fueron separados de sus padres. Más de tres años después, el gobierno de Biden hace esfuerzos para reunificar a las familias que aún están separadas y más de una veintena ya han sido reunidas en Estados Unidos, incluida la de Selma.
La salvadoreña, de 42 años, dijo que huyó de su país natal con sus dos hijos en 2016 debido al acoso de las pandillas y pasó un tiempo en Guatemala y México. En 2017 llegó al Puente Internacional de Brownsville y de Matamoros, en la frontera entre México y Estados Unidos.
Allí mismo, en la aduana, los funcionarios de la patrulla fronteriza se quedaron con sus hijos, acusándola de traficar con niños porque en 2014 Sulma había entrado a Estados Unidos de forma irregular con una hija.
“Me los quitaron. Me dijeron que los niños entraban al país y que yo me quedaba ahí”, recordó Sulma. “Fue muy duro”.
Tras el momento de la separación, marcado por el llanto y los gritos de los niños, Sulma pasó tres meses detenida y después fue deportada a El Salvador. La salvadoreña decidió no rendirse y volvió a intentar cruzar la frontera en el 2018, sólo para ser deportada de nuevo.
Hubo un tercer intento, que también acabó en deportación.
La inmigrante acabó en depresión, hablando sólo con sus hijos por videollamadas y notando como el pequeño, Adonis, se volvía “bien rebelde” y lloraba a menudo. El gobierno estadounidense había colocado a los niños con una familia temporal de acogida.
“Dejé de creer mucho en Dios, hice cosas, como tirarme a tomar mucho”, dijo, llorando. “Ver el llanto de ellos, eso quedó en mi mente cuando nos separaron. Yo recordaba siempre todo eso”.
En El Salvador las pandillas volvieron a acosarla, pidiéndole pagos porque sabían que su hija mayor vivía en Estados Unidos.
Sulma huyó a México, dónde pasó más de un año y regresó a El Salvador cuando venció su visa. La salvadoreña dijo que regresar a su país natal fue una indicación de “quizá Dios lo tiene todo preparado” porque la semana que regresó un grupo llamado Organización de Mujeres Salvadoreñas por la Paz (ORMUSA) la contactó. Le dijeron que otra organización de apoyo humanitario y legal llamada Al Otro Lado andaba buscándola.
Al Otro Lado colabora con el gobierno de Biden para reunificar a familias.
“La reunificación es tan sólo el primer paso”, dijo Carol Anne Donohoe, abogada del proyecto de reunificación familiar de Al Otro Lado en un comunicado reciente. “Aunque estamos agradecidos con la administración de Biden por todo su duro trabajo para que se produjera este momento (de reunificación de familias), esperamos que continúen haciendo lo correcto para estas familias al ofrecerles, no tan sólo un camino a un estatus legal permanente, pero también otorgándoles justicia y haciendo que todos aquellos responsables de las atrocidades de la ‘tolerancia cero’ rinda cuentas”.
Ahora, Sulma vive con Ezequiel, Adonis, su hija, su yerno y los dos bebés de su hija en Indiana.
“A todas las organizaciones que me apoyaron, que hicieron todo esto posible, yo no sé cómo agradecerlo”, dijo Sulma. “Esto es un milagro tan grande”.
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