En las décadas de 1970 y 1980, Martha Cooper y Henry Chalfant documentaron el arte de los grafiteros en las estaciones de metro de Nueva York, Estados Unidos.
Las imágenes de grafiti captadas por Cooper y Chalfant definieron a Nueva York durante esos años.
Además, esas fotografías ayudaron, quizás, a que el género reviviera décadas más tarde como parte de un movimiento artístico global.