El sueño americano está construido sobre las bases de la movilidad social, la igualdad y la noción de que todos los niños, sin importar su cuna, tienen la oportunidad de prosperar.
Ese sueño, argumenta Robert Putnam, ya no es evidente, y podría hasta estar en peligro.
Putnam es el politólogo y catedrático de la Universidad de Harvard que ha asesorado a tres presidentes de Estados Unidos -Bill Clinton, George W. Bush y Barack Obama- y alguien a quien los estadounidenses le prestan atención.
Su libro "Solo en la bolera", publicado hace 15 años, le ganó el reconocimiento internacional y es considerado como una de las mejores obras sobre política pública recientes.
Cuando Putnam habla, EE.UU. escucha, pero eso no quiere decir que todos van a estar de acuerdo.
El autor siguió la trayectoria del declive de la participación de la sociedad civil, es decir, del número de personas que participan en asociaciones y clubs: la gente se une a menos comités y no se hace miembro de casi nada.
Aunque más personas juegan a los bolos, por ejemplo, hay menos ligas de bolos.
En su nuevo libro, "Our kids" ("Nuestros niños"), Putnam aborda el tema de la desigualdad social. Cuenta una historia ya familiar de la disminución de movilidad social y lo hace a través del prisma de Rochester, su ciudad natal.
En resumen, dice que el sueño americano -que estaba vivo cuando él estaba creciendo en los años 50- ahora probablemente está fuera de alcance.
Aunque las personas viven una al lado de la otra, sus vidas son paralelas y sus oportunidades, distintas.
El viejo igualitarismo de la era de la posguerra ya no existe, dice.
En el libro, hay algo para todos... sobre todo algo con lo que no estar de acuerdo.
Uno puede, por ejemplo, contar una historia más feliz cuando habla de las últimas décadas: la situación de los afroamericanos ha mejorado mucho desde las marchas de Selma, así como la situación de las mujeres.
Aunque falta camino por recorrer, la situación de los negros y las mujeres en EE.UU. es mucho mejor que en los 50.
A veces, Putnam suena como si fuera de izquierda, como cuando culpa a la estructura de la economía -particularmente a la pérdida de empleos buenos para manos calificadas en la industria manufacturera- por los problemas.
Pero otras veces, parece conservador: subraya, por ejemplo, que solo alrededor del 10% de los hijos de graduados están en hogares monoparentales, un número similar a como era en los 50.
En cambio, agrega, en las familias menos educadas la cifra ha subido de alrededor de 20% a más de 65% hoy en día.
Su análisis incomoda a muchos, sin embargo está haciendo una pregunta que es clave para la política moderna en todo el mundo: por qué tanta gente se está quedando marginada.
La BBC le preguntó al profesor Putnam sobre las ideas que expone en su último libro. Este es un fragmento de esa entrevista.
¿Por qué cree que se está danto este aumento de la desigualdad?
Es un problema púrpura, que es jerga política en EE.UU. pues los conservadores son de color rojo y los liberales, azul.
Este es un problema en el que uno puede sus causa más claramente a través del cristal azul progresivo. No es solo el colapso de la manufactura, sino también un estancamiento de los salarios de lo que solíamos llamar la clase trabajadora que lleva casi medio siglo.
Otras causas del problema las puedes ver más claramente con lentes rojos conservadores, como el colapso de la familia de la clase trabajadora, con un enorme aumento en el número de chicos de clases más bajas viviendo con madres solteras".
Esos factores juegan un rol.
El número de personas sin techo en Nueva York ha aumentado considerablemente.
Hay además otra dimensión. No sólo está aumentando la brecha en ingresos, sino que hay una creciente segregación social de clase, de manera que los ricos y los pobres ya no habitan los mismos espacios de las ciudades.
El problema es que algunos de esos factores son irreversibles, como el de las familias monoparentales... no se puede obligar a parejas a que se queden juntas.
De acuerdo, pero sin embargo podemos pensar en estos niños, que son el resultado de una sociedad transformada en la parte más baja de la jerarquía socioeconómica estadounidense: son nuestros niños así que tenemos que prestarles atención y ayudarlos.
El aspecto más importante de este trabajo que hicimos es identificar el hecho de que estos chicos están cada vez más aislados de sus vecinos, parientes, escuelas, templos y eso es algo que podemos contribuir a solucionar".
Otra cuestión irreversible es que la automatización, a la que se refirió al hablar de la manufactura, se va a intensificar. Se dice que en los próximos años se perderá el 85% del mercado laboral con la tecnología y los robots.
De acuerdo. Y esta no es la primera vez que Estados Unidos ha enfrentado un problema como éste. Hace unos 100 años, con la revolución industrial, también enfrentó grandes brechas entre la gente y cambios económicos dramáticos.
La revolución industrial planteó unos retos similares a los de la actualidad.
En un corto período de tiempo, los estadounidenses se dedicaron a pensar cómo ayudar a todos los niños sin importar su clase social para prepararlos para la nueva era.
Nos inventamos la escuela secundaria gratis en esa época que impulsó la productividad nacional y permitió competir en igualdad de condiciones.
Hay quienes lo podrían criticar diciendo que está evadiendo el problema, diciendo que es púrpura y no culpando a nadie por lo que está pasando.
Esa es una característica de la política contemporánea. Pensamos que si no encontramos un villano, no podemos hablar de un problema. Uno de mis colegas dijo alguna vez que sin villanos no hay éxito.
Yo le apuesto a un tipo diferente de política, a que nos sentemos a revisar la situación de nuestros niños y encontremos maneras de resolver el problema.
Espero que tengamos un gran debate nacional sobre la creciente brecha de oportunidades. No nos podremos de acuerdo en las soluciones pero al menos debe haber un debate sobre cómo estrechar esa brecha, y nos convendrá a todos.