“Este error es solo mío. Pido perdón a las ciudadanas y ciudadanos”. La mujer más poderosa del mundo no tuvo inconvenientes en agachar la cabeza y reconocer su error ante todos sus compatriotas.
En una inusual conferencia de prensa, la calculadora e impasible canciller alemana, Angela Merkel, dio marcha atrás a la decisión tomada apenas el lunes junto a los 16 gobernadores regionales del país de establecer una nueva cuarentena durante los días de Semana Santa.
El objetivo era frenar la curva de los contagios en Alemania, que sigue sufriendo el embate de la tercera ola de Covid-19.
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Sin embargo, Merkel señaló que “la idea tenía la mejor intención”, pero que acarreaba problemas legales y de aplicación. Además, suscitó reacciones airadas incluso en su propio partido y en la ciudadanía, pues el país ya pasa por su cuarto mes de restricciones e incluso empezaba con una tímida desescalada.
“Un error debe llamarse error y, sobre todo, debe corregirse”, expresó Merkel, quien fue aplaudida durante la primera parte del 2020 ante lo que se consideraba una exitosa gestión de la pandemia.
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Las nuevas medidas buscaban cancelar todas las concentraciones públicas entre el Jueves Santo y el lunes de Pascua, incluyendo los oficios religiosos, cerrar casi todo el comercio y solo permitir la apertura de tiendas de comestibles el Sábado de Gloria.
Las propuestas fueron inmediatamente cuestionadas por epidemiólogos, que las consideraban insuficientes, asociaciones empresariales y miembros del propio bloque político de Merkel, pues se temía que los días previos hubiese aglomeraciones en los supermercados lo que provocaría eventos ‘superpropagadores’ del virus.
La cuarentena de Semana Santa, del 1 al 5 de abril, además había creado confusión porque no estaba claro cómo se iban a gestionar esos días de descanso establecidos. Según el semanario “Der Spiegel”, se necesitaba la aprobación del Parlamento o la implementación de una orden a través de los Estados federados. Para ninguna de las dos cosas había tiempo suficiente.
Frustración y fatiga pandémica
En diciembre pasado, Merkel ya había quebrado su frialdad al pedirle a los alemanes que no realizaran reuniones sociales durante las fiestas navideñas.
“Si ahora antes de Navidad tenemos demasiado contacto con otros y si por este motivo esta llega a ser la última Navidad con los abuelos, entonces habremos perdido”, advirtió la canciller al Parlamento el 9 de diciembre.
La segunda ola del coronavirus en el país, que afectó seriamente a los alemanes en diciembre, llevó a que el gobierno implantara una serie de restricciones que se han ido alargando desde entonces y que se esperaba prorrogar hasta el 18 de abril.
Aunque en febrero los casos empezaron a bajar, la tercera ola ha vuelto a poner en jaque a los otrora aplaudidos servicios sanitarios del país, sacudidos especialmente por la variante británica.
“La situación es grave. El número de casos aumenta exponencialmente y las camas de cuidados intensivos se vuelven a llenar”, había advertido la canciller al terminar la reunión del lunes.
La incidencia semanal se mantiene en Alemania en los 108,1 nuevos casos por 100.000 habitantes, después de subir de manera notable en los últimos días, mientras que una semana atrás estaba en 86,2. En siete días, las nuevas infecciones sumaron 89.940. El pico de incidencia se había registrado el pasado 22 de diciembre con 197,6, y el 28 de enero volvió a caer por debajo de 100 por primera vez en tres meses con una tendencia a la baja que se vio revertida hacia mediados de febrero. El pasado domingo la incidencia volvió a superar la marca de los 100 por primera vez en casi dos meses, lo que llevó a que se volvieran a introducir algunas restricciones.
¿Cálculo político?
Sin embargo, hay un detalle adicional que puede explicar este acto de contrición de Merkel. Y es que el bloque conservador que ella dirige sigue perdiendo popularidad.
Según un sondeo realizado por el instituto demoscópico Forsa entre el 16 y el 22 de marzo y difundido hoy, la Unión Cristiana Demócrata (CDU) y la Unión Socialcristiana (CSU) bávara se sitúan en el 26 % en intención de voto, de cara a las elecciones legislativas del próximo setiembre.
La caída de la CDU/CSU en la intención de voto ha sido relacionada con el escándalo que ha afectado a varios diputados en torno a comisiones cobradas como intermediarios para la venta de mascarillas.
Sin embargo, las restricciones por el coronavirus están reforzando el discurso de aquellos que no cesan de protestar en las calles de diversas ciudades alemanas ante el recorte de las libertades individuales. “Se está gestando un movimiento social en el que se están reuniendo extremistas de derecha e izquierda, así como esotéricos y negadores de la ciencia”, comentó a la Deutsche Welle el politólogo Florian Hartleb.
Este movimiento se hace llamar ‘Querdenker’ o “Pensadores Laterales”, y este último fin de semana salieron entre 15 mil y 20 mil personas a las calles de Kassel para protestar contra el confinamiento.
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