El gobierno de Rusia analiza incorporar algunas de las vacunas contra el covid-19 fabricadas en Occidente a los fines de acelerar la campaña de vacunación, en medio de demoras con la fabricación de los fármacos de Sputnik V y la resistencia de los rusos a ser inoculados con las opciones nacionales, que no han sido aprobadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), ni la Unión Europea (UE) ni Estados Unidos.
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La medida se debate después de una propuesta del Ministerio de Salud de otorgar al proyecto del Clúster Médico Internacional de Moscú (MIMC) el derecho a importar vacunas y medicamentos no registrados en Rusia, según detallaron en The Moscow Times.
La medida para relajar las reglas de importación de fármacos creados para hacer frente a la pandemia del coronavirus podría permitir, así, la adquisición de vacunas como Pfizer y Moderna, así como también las dosis chinas de Sinopharm y Sinovac (aprobadas de emergencia por la OMS).
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“La demanda de los fármacos puede ser significativa, especialmente dadas las dificultades con el reconocimiento de la vacuna Sputnik V en el extranjero”, dice el documento presentado por el Ministerio de Salud del gobierno de Vladimir Putin.
La propuesta legislativa, sin embargo, no tiene fecha límite ni plazo para su aprobación. Según pudo saberse, se espera que se discuta durante octubre, hasta alrededor del 25 del próximo mes.
Rusia ha desarrollado al menos cinco vacunas covid-19, y, aún así, la campaña nacional de vacunación se ha estancado en alrededor del 34% de la población adulta (con doble dosis), según el monitor independiente Gogov, a la par del aumento de contagios y muertes que se sucedieron en el verano.
La vacunación con fármacos extranjeros abriría la posibilidad a los rusos de viajar a Estados Unidos, en tanto la Casa Blanca prohibirá la entrada de turistas que no hayan sido vacunados con dosis aprobadas por la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) o la OMS.
De momento, los “tours de vacunas” en el exterior son la última moda para una parte de la población de Rusia que busca visitar otros países para inocularse con las dosis de laboratorios extranjeros, con el objetivo de poder circular por el mundo sin restricciones.
“Confío en la Sputnik V, pero no está reconocida en muchos países fuera de Rusia. Las reglas de viaje en el mundo implican que necesito un certificado internacional para desplazarme por trabajo”, dijo a la agencia Reuters María, una residente de Moscú, que que viajó al extranjero este verano para vacunarse.
La mayoría de los viajes que se realizan en estos meses cuestan entre 600 y 850 euros, y se focalizan en Serbia, en donde los rusos eligen una de cuatro vacunas diferentes, incluida la Pfizer.
Demoras
Al margen de los problemas con la aprobación internacional de la Sputnik V, el Instituto Gamaleya también presentó demoras en la producción de las dosis, lo cual complicó el avance de la campaña de vacunación.
Los retrasos tecnológicos y la falta de inversión, la necesidad de importar algunos activos y la complejidad de diseñar un segundo componente distinto al primero son algunos de los motivos que obstaculizaron la producción rusa.
Los dos componentes de la vacuna Sputnik V incorporan adenovirus distintos, el ad25 y el ad5 –para la primera y segunda dosis, respectivamente–, y el cultivo del segundo demora más tiempo que el primero, según han explicado especialistas. Esto hizo que el gobierno de Rusia no solo avance a paso lento con la distribución local, sino que incumpla con el despacho de vacunas que prometió a otros países.
La confusión en Rusia en torno a las vacunas se corona con la resistencia de los locales a vacunarse, amparados en una mezcla de desconfianza al gobierno, escepticismo y falta de miedo a transitar la enfermedad.
Bajo este contexto, las autoridades de Moscú ya habían tenido que decretar en junio la vacunación obligatoria para los trabajadores nucleados alrededor del comercio, los servicios, la restauración, el transporte, la sanidad y la educación, y, ahora, todo indica que darían el brazo a torcer para abrirse al mundo y firmar contratos con otras naciones.
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