Imagen de la Torre Eiffel en París. AFP
Imagen de la Torre Eiffel en París. AFP
/ MANOOCHER DEGHATI
Agencia EFE

La , el monumento más simbólico de que pasa por ser el más visitado del mundo entre los que exigen pagar una entrada, se está viendo muy lastrada por los cierres y las restricciones impuestas por la covid y necesita una inyección de capital de “varios decenas de millones de euros”.

El presidente de la Sociedad de Explotación de la Torre Eiffel (SEPE), Jean-François Martins, explica en declaraciones publicadas por Le Figaro que sus fondos propios se limitan a 30 millones de euros y “no son suficientes” para afrontar los gastos previstos ante un nivel de actividad muy bajo.

Por eso ha iniciado negociaciones con sus dos accionistas, el Ayuntamiento de París (que tiene el 99 % de su capital) y la entidad metropolitana del Gran París (1 %) para que hagan una aportación de capital.

Además de cubrir los gastos corrientes, debe renovar el ascensor del pilar norte, con un costo de 50 millones de euros, y otro tanto para la campaña de pintura que debería reanudarse este otoño.

El pasado jueves la SETE anunció que el monumento reabrirá al público el 16 de julio, es decir, ocho meses y medio después de haber tenido que cerrar por las restricciones decretadas en Francia para contener el coronavirus.

Unas restricciones que se van a mantener en parte y que, al imponer una distancia de un metro entre los visitantes, limitará la capacidad de los ascensores de los pilares este y oeste a la mitad, 25 personas por trayecto.

Esos nuevos aforos, unidos a una llegada de turistas a París muy inferior a la habitual antes de la crisis -en línea con el tráfico aéreo, no se espera volver a los niveles anteriores hasta 2024-, hace prever que el número de clientes se quede en 10.000 diarios, frente a los 25.000 de media anteriormente.

En 2020, la concesionaria ya vio reducidos sus ingresos en un 80 % a 25 millones de euros (habían sido 100 millones en 2019) y eso se tradujo en una pérdida operativa de 50 millones. Para 2021, prevé “30 millones de ventas y una nueva pérdida de 70 millones”.

Aunque la SETE consiguió un préstamo garantizado del Estado francés de 25 millones de euros, Martins lamenta que “el monumento que encarna Francia en el mundo no haya tenido una ayuda específica del Estado”.

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