París. Ève Froger es, a sus 19 años, una precoz candidata del Frente Nacional (FN) en el departamento de Val-de-Marne, en la periferia parisina, y la prueba de la apuesta de la formación ultraderechista por las nuevas generaciones.
"Somos el primer partido entre los jóvenes de Francia, y no es casualidad. El FN responde a las esperanzas y ambiciones de la juventud gala, nos confía responsabilidades", asegura con una amplia sonrisa esta estudiante de derecho durante el mitin de cierre de la campaña de la segunda vuelta de las regionales del partido.
Las encuestas retratan, en efecto, a la formación de Marine Le Pen, la más votada en la primera vuelta del pasado domingo con un 27,7 % de los sufragios, como la preferida entre los jóvenes que acudieron a las urnas.
Aunque 65 % de los que tienen entre 18 y 34 años no votó el pasado domingo, según una encuesta de Ipsos.
Golpeados por el desempleo y la crisis económica, preocupados por el terrorismo y la inmigración, y desencantados de las instituciones europeas y de los partidos tradicionales, los jóvenes galos se refugian en la ultraderecha.
"Es el único partido que propone soluciones contra los problemas de hoy en día, como el paro y la inseguridad, y defiende los valores de la familia, la identidad nacional y una cierta meritocracia", subraya Froger, quien manifiesta haberse sentido víctima del "racismo anti-blanco".
Las juventudes del FN acumulan, según cifras de la formación, más de 25.000 afiliados, 3.000 llegados durante el último año. La media de edad ha descendido en los últimos tres años desde los 26 hasta los 24, constata su líder, Gaëtan Dussausaye, que tiene 21.
"Las redes sociales nos permiten llegar mejor a los jóvenes", explica este parisino, que abandonó sus estudios de filosofía para encarnar el rostro amable y mesurado del partido.
Asiente Froger, aficionada en sus años adolescentes a ver vídeos de política, que llegó a la conclusión "evidente" de que el FN era el único partido "sincero, que no rehuía el debate".
Como ella, muchos jóvenes se muestran cautivados por la retórica firme y autoritaria de los dirigentes de la extrema derecha.
Éric Barbosa, panadero de 19 años y militante del FN desde hace cinco meses, sostiene que es el único partido "coherente".
"Hace unos años la UMP de Nicolas Sarkozy era una formación respetada y segura de sus posiciones, ahora todo eso se ha derrumbado", considera.
Albert Martin, estudiante de comercio de 20 años que se define como "monárquico", defiende un "relevo generacional" para desplazar a la "gerontocracia" que dirige el país.
Pero más allá del voto de rechazo, una oleada entusiasta se levanta en torno a la figura de Marion Maréchal-Le Pen, sobrina de la líder frontista y candidata con 26 años por la región sureña de Provenza Alpes Costa Azul.
"Me siento súper representado por ella, creo que aglutina a toda una juventud, que no es ni de derechas ni de izquierdas, más bien están preocupados por el individualismo y el consumismo actuales", subraya Alexandre Lioukovitch, estudiante de lenguas y oriundo de la ciudad norteña de Hénin-Beaumont, feudo electoral del FN.
Si los sondeos destacan la relevancia del votante obrero y con escasa educación en el auge de la extrema derecha, también apuntan su avanzadilla en muchas otras categorías socioculturales.
Hélène, de 32 años y afiliada desde los últimos siete, esgrime títulos y universidades prestigiosas para sacudirse un lastre que tilda de "manipulación hipócrita para amordazar al pueblo".
En la suntuosa sala que el FN ha escogido para su mitin, el verbo sardónico de Marine Le Pen suscita risotadas entre el público. La líder se emplea contra sus adversarios, sabedora del alto porcentaje de abstencionistas.
Como Aymen Debbiche, informático de 32 años y origen tunecino, que el pasado domingo votó en blanco y no había decidido su voto para la segunda vuelta. "Es divertida", comenta mientras escucha a la líder ultraderechista.
Musulmán, adquirió la nacionalidad francesa hace varios años y confía que el FN le inspira más "curiosidad" que temor. "No tienen competencia en la región para aplicar sus medidas más extremas", dice.
Antoine, barrendero de 26 años, vota al FN como un mal menor, porque es el partido "menos traidor, menos cercano a los poderes financieros internacionales".
De cráneo semi rasurado y renuente a expresarse ante los medios, zanja: "Es el más patriota, dada la situación que atraviesa el país".
Fuente: EFE