Agencia AFP

Liudmila Kharchenko salió de su apartamento a buscar pan en la localidad de Bajmut, escenario de atroces combates, pero cuando volvió encontró su casa en ruinas por un misil todavía caliente a los pies de su sofá.

La mujer de 63 años habitualmente no sale de su vivienda por los rudos combates que enfrentan a las tropas ucranianas y las fuerzas rusas en esta localidad del este de Ucrania.

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Pero ese día se aprestó a salir, colocándose un poco de labial y llevando consigo sus bolsas de compras.

La jubilada ucraniana Lyudmyla Kharchenko examina su casa quemada luego de un bombardeo en la ciudad de primera línea de Bakhmut. (DIMITAR DILKOFF / AFP).
La jubilada ucraniana Lyudmyla Kharchenko examina su casa quemada luego de un bombardeo en la ciudad de primera línea de Bakhmut. (DIMITAR DILKOFF / AFP).

“Recibí una llamada diciéndome que estaban distribuyendo pan, entonces fui”, cuenta esta jubilada.

Cuando llegó sus vecinos le dijeron que su edificio había sido golpeado.

“Corrí a mi casa, esperando que se hubieran equivocado. Pero cuando llegué, vi el desastre”, relata, constatando que esta salida le salvó la vida.

Delante de una pequeña cómoda de madera que milagrosamente está intacta, conservando incluso una violeta en una vasija, Kharchenko se coloca la mano en la boca y se ahoga en un llanto.

Los bomberos llegaron hacia las 11H00, unos 20 minutos después del impacto, y sofocaron el incendio que dejó ennegrecidas las paredes del apartamento de dos habitaciones ubicado en un conjunto residencial del norte de Bajmut.

Los bomberos ucranianos apagan un incendio en un edificio residencial después de un ataque con misiles en la ciudad de primera línea de Bakhmut. (DIMITAR DILKOFF / AFP).
Los bomberos ucranianos apagan un incendio en un edificio residencial después de un ataque con misiles en la ciudad de primera línea de Bakhmut. (DIMITAR DILKOFF / AFP).

Sudor y sangre

El humo se va disipando por el agujero dejado por el impacto del misil y se avista un trozo de cielo azul.

La cabeza del misil Smerch -- que un mide más de un metro y medio y está pintado de camuflaje -- quedó acostado encima de los restos de una alfombra carbonizada.

En el otro extremo del salón, hay otro cilindro del mismo tamaño que podría ser producto de un tiro de lanzacohetes.

La explosión arrancó los cuadros colgados en los muros y un retrato enmarcado en oro de la mujer y su marido aterrizó en el sofá, justo encima del misil.

Cuando la jubilada volvió a su casa descubrió que esta había sido bombardeada y encontró la cabeza del misil a los pies de su sofá de terciopelo. (DIMITAR DILKOFF / AFP).
Cuando la jubilada volvió a su casa descubrió que esta había sido bombardeada y encontró la cabeza del misil a los pies de su sofá de terciopelo. (DIMITAR DILKOFF / AFP).

Kharchenko se aventura un par de pasos dentro del apartamento y mira con sus ojos azules inundados por las lágrimas un agujero en el techo.

“Este apartamento lo pagué con sudor y sangre”, afirma y luego entra en una calma parecida a un estado de conmoción mientras recoge algunas pertenencias para irse a la casa de su hijo, que está en otro barrio de la ciudad.

“Gracias a todos por haber sofocado el fuego, no se preocupen por los escombros, de eso yo me encargo”, dice.

Según las autoridades municipales, cerca de la mitad de los 70.000 habitantes de Bajmut se negaron a ser evacuados, pese a los combates diarios y los ataques con artillería.