Algunos se quedaron afuera del pub, entre charlas, risas y tomando cerveza, indiferentes al momento histórico: el primer discurso a la nación del rey Carlos III. Pero muchos otros clientes del “Red Lion”, típico bar inglés que queda en un callejón a unos 600 metros del Palacio de Buckingham, que sí miraron por la BBC el debut del nuevo monarca a las 19 en punto, al final aplaudieron.
“Fue mejor de lo esperado, estuvo a la altura de la magnitud de la ocasión”, dijo a LA NACION Ivor Thompson. “Fue un discurso correcto, que demuestra que Carlos será un mejor rey de lo que nos esperamos… Creo que cambió en estos últimos días, parece más rey que en el pasado… Quizás logró escapar de la sombra de su madre”, agregó este publicitario de 41 años, oriundo de esta capital, casado y padre de dos hijos pequeños que dejó en casa.
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Coincidió Benjamin Davies, su compañero de mesa, que sin embargo aclaró que -a diferencia de la gran mayoría de los 68 millones de británicos- no está en favor de la monarquía. “Preferiría otro sistema, más democrático, pero tengo que admitir que en el discurso que pronunció, el primero de esta nueva era, Carlos pareció estar listo para una función por la que se estuvo preparando durante muchísimos años”, comentó.
“Aunque también hay que decir que muchos hubieran preferido que la corona pasara directamente a Guillermo, que seguramente, cuando le llegue el momento, porque Carlos ya tiene 73 años, será mucho más popular porque no arrastra la controversia por cómo el entonces príncipe de Gales la trató a Diana”, sumó, muy escéptico.
En la planta baja, donde hubo más aplausos que en el primer piso del pequeño pub de madera y decorado con cuadros-espejo con marcas de famosos y tradicionales whiskys, algunas mujeres soltaron algunas lágrimas durante el discurso. ¿Por qué? “Me gustó que finalmente reconociera públicamente la importancia de Camilla, dejara en claro la confianza en su sucesor el día de mañana, Guillermo, y que le deseara buenos augurios a Harry y a Meghan… Aunque lo que más me conmovió fue que, al final, hablara como cualquiera de su ‘mummy’ y su ‘papi’”, dijo Cristina, exazafata de British Airways que vive en el West London, sentada junto a Michael, Deborah y Margaret, excolegas de unos 60 años, todos vestidos de riguroso negro.
“Fuimos al Palacio de Buckingham porque somos fans de la familia real, fans del nuevo rey Carlos y la reina consorte, y fan de Guillermo y Kate”, explicó esta mujer, que hizo de vocera del grupo y que, acto seguido, empezó a decir de todo en contra de Harry y Meghan.
“No nos gustan porque ellos son unos traidores. Ellos traicionaron a la monarquía yéndose a Estados Unidos, ellos quieren usar a la monarquía para hacer dinero”, denunció la mujer, mientras se tomaba unas copas de vino blanco italiano y recordaba que había estado varias veces en Buenos Aires, “una ciudad maravillosa”.
“En verdad, a Harry lo queríamos”, acotó el único hombre del grupo. “Pero él se dejó manipular por Meghan, que lo tiene bajo control, lo domina, como las mujeres siempre dominaron a los hombres en este país”, señaló, entre risas. “Diana estaría devastada al ver ahora a su hijo Harry en estas condiciones, alejado de su familia y con esta mujer que lo avasalla”, sumó Margaret, indignada.
“¿Por qué debería estar conmovido?”
El pub nunca estuvo tan lleno como este viernes a la noche debido al alud de personas que seguían acercándose al Palacio de Buckingham, como admitió uno de los mozos, ya que se trata de una zona donde vive poca gente y sobre todo hay oficinas. En la mesa de al lado, los comentarios eran totalmente distintos. De otra índole y fuera del coro.
“La verdad, no me gusta esta familia: el hermano del rey es un abusador [por Andrés], un hijo [Harry] es víctima de una dominadora [por Meghan] y él traicionó horriblemente a su primera esposa [Diana]… ¿Por qué debería estar conmovido?”, se preguntaba Janni, un griego de 30 años, pero naturalizado británico.
Al admitir que no le había prestado siquiera atención al discurso del rey, Janni subrayó que de casualidad oyó que al final el nuevo monarca le deseó una buena vida a Harry y Meghan en el exterior. “Me pareció muy muy gracioso eso de desearle buena suerte a ellos dos, en Estados Unidos, fuera de aquí”, exclamó, entre risas.
Quien compartía con él una cerveza, un joven que prefirió no decir su nombre y de origen indio, acto seguido pasó directamente a acusar a la monarquía británica por errores del pasado. En particular, por no haber jamás pedido perdón por una hambruna que hubo en 1943 en Bengala, en la India, durante el mandato de la corona británica. “Entonces murieron tres millones de personas y creo que sería bueno que en algún momento hubiera una disculpa”, disparó.
Mientras la televisión del pub seguía con la transmisión en vivo de la BBC y los demás eventos de la jornada, pero silenciada, en el pub la gente, ya más relajada, seguía haciendo catarsis y tomando cerveza.
Por Elisabetta Piqué