"El Muro de Berlín no solo dividía a una ciudad, sino al mundo en dos ideologías: la capitalista y la comunista". (Foto: AFP)
"El Muro de Berlín no solo dividía a una ciudad, sino al mundo en dos ideologías: la capitalista y la comunista". (Foto: AFP)
Virginia Rosas

El no solo dividía a una ciudad, sino al mundo en dos ideologías: la capitalista y la comunista. La algarabía de la noche del 9 de noviembre de 1989, en la que con combas y picos los berlineses redujeron a añicos la valla que desde hacía 28 años los separaba, constituía la prueba más contundente de que el sistema capitalista había triunfado. Treinta años después, ese muro que se hizo añicos se trajo abajo algunas ilusiones también.

En 1991 se disolvía la Unión Soviética. La Guerra Fría había terminado y el mundo se preparaba a la hegemonía de las democracias liberales. Once países de la antigua esfera soviética fueron rápidamente asimilados a la Unión Europea, que de esta manera ampliaba un mercado de millones de personas ávidas de consumo y de libertad.

El 2008 fue un nefasto año de crisis financiera que perjudicó a millones de personas y desacreditó el modelo neoliberal provocando, entre las clases medias, gran desconfianza en las instituciones democráticas en general y en los políticos tradicionales en particular. La gran ilusión sobre el liberalismo político y económico que uniría al mundo comenzó a decaer, y surgió un espacio antiliberal que congregó a populistas y nacionalistas de toda índole.

Michel Duclos, autor del libro “El mundo de los nuevos autoritarios”, señala el período 2014-2016 –cuando el PBI de China igualó al de EE.UU., Rusia intervino en Siria, el ‘brexit’ triunfó en el Reino Unido y Trump fue elegido presidente de EE.UU.– como el inicio de la era de los nuevos populistas. Líderes políticos “que manejan una suerte de caja de herramientas antiliberal en la que se amontonan nacionalismo, cleptocracia, centralización del poder, restricción de libertades, desprecio por el Estado de derecho y pretensiones de encarnar el poder”.

Donald Trump fue elegido presidente de Estados Unidos al ganar las elecciones del 2016. (Foto: Reuters)
Donald Trump fue elegido presidente de Estados Unidos al ganar las elecciones del 2016. (Foto: Reuters)
/ ELIJAH NOUVELAGE

Donald Trump, que no esconde su simpatía por los autócratas, es el más vistoso y poderoso de estos populistas repartidos por el mundo: Viktor Orban en Hungría, Matteo Salvini en Italia, Recep Erdogan en Turquía, Narendra Modi en la India, Jair Bolsonaro en Brasil, y Rodrigo Duterte en Filipinas son una muestra de ellos. Sin olvidar, por cierto, a dos gigantes, el chino Xi Jinping y el ruso Vladimir Putin.

En junio, en una entrevista para el “Financial Times”, Putin –que refuerza la hostilidad de Erdogan y Orban hacia el proyecto europeo– definía así los nuevos tiempos: “El modelo liberal ya está desactualizado, los valores tradicionales son más importantes para millones de personas que esta idea liberal que ya dejó de existir”.

Treinta años después de la caída del muro, ¿la democracia liberal está en peligro? Los disturbios de los últimos meses en diversos puntos del planeta dan cuenta del hartazgo de los ciudadanos hacia sus dirigentes y un sistema percibido como beneficiario de los que más tienen.

Ha llegado el momento de reflexionar sobre el liberalismo y reencontrar los verdaderos valores de la democracia. Aquella verdaderamente liberal, en la que el poder político y las finanzas no están fusionados.

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