Narges Mohammadi, activista iraní de derechos humanos y vicepresidente del Centro de Defensores de los Derechos Humanos (DHRC), posa en esta fotografía sin fecha.  (Fotos de archivo de la familia Mohammadi/Folleto vía REUTERS)
Narges Mohammadi, activista iraní de derechos humanos y vicepresidente del Centro de Defensores de los Derechos Humanos (DHRC), posa en esta fotografía sin fecha. (Fotos de archivo de la familia Mohammadi/Folleto vía REUTERS)
Agencia AFP

La activista iraní , galardonada con el y encarcelada desde 2021, se negó a comparecer en su nuevo juicio, dijo el martes su familia.

La corte ante la que debía comparecer es la misma que ordenó la ejecución de varios jóvenes iraníes, según la premio Nobel, que calificó a esta cámara de “matadero”.

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No voy a poner un pie en ese matadero, dijo en su cuenta de Instagram, gestionada por su familia. “Me niego a conceder credibilidad o autoridad alguna a jueces leales a los servicios secretos y a tribunales que organizan juicios falsos”, añadió.

El juicio contra ella, el primero desde que fue galardonada, está relacionado con sus actividades en la cárcel, donde continúa su lucha contra el velo obligatorio y la pena de muerte, según sus familiares.

Sus parientes temen que la trasladen fuera de Teherán para una posible nueva pena de prisión.

Mohammadi, ganadora del Premio Nobel de la Paz “por su lucha contra la opresión de las mujeres en Irán y por la promoción de los derechos humanos y la libertad para todos”, fue reiteradamente condenada y encarcelada en los últimos 25 años por su compromiso contra el velo obligatorio para las mujeres y la pena de muerte.

Arrestada en 13 ocasiones, condenada cinco veces a un total de 31 años de prisión y 154 latigazos, y de nuevo encarcelada desde 2021, es una de las principales caras del levantamiento “Mujer, Vida, Libertad” en Irán.

Mohammadi, que lleva años sin ver a su marido ni a sus hijos, residentes en París, no puede hacer llamadas telefónicas “desde el 29 de noviembre”, afirma su familia.

Hasta entonces, había podido hablar con familiares que vivían en Irán, asegurándose de que sus mensajes pudieran llegar rápidamente al mundo exterior a través de sus cuentas en las redes sociales.

Su familia aceptó en su nombre el premio Nobel de la Paz el 10 de diciembre en Oslo.

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