Elmau. Dicen que nada escenifica mejor una amistad que sentarse a compartir unas cervezas y unas salchichas. Eso mismo debió pensar la canciller alemana, Angela Merkel, que no dudó en agasajar hoy al presidente estadounidense, Barack Obama, con los productos más famosos de Baviera en la pequeña localidad de Krün.
"Debo admitir que cuando supe que Angela acogería el G7 en Baviera esperaba que fuese en la Oktoberfest", explicó Obama a los presentes reunidos en la plaza del pueblo aludiendo a la popular fiesta de la cerveza de Múnich. "Pero nunca es tarde para una cerveza y una salchicha blanca", bromeó.
La idílica población de 1.900 habitantes, próxima al palacio de Elmau donde se celebra la cumbre de siete de los países más industrializados del mundo (G-7), fue la escogida para escenificar cuidadosamente el encuentro entre dos de los líderes más poderosos del planeta.
Foto: Reuters
Centenares de vecinos ataviados con sus trajes típicos bávaros no quisieron perderse la oportunidad de acercarse a los dos líderes y hacerles fotos entre vítores y aplausos.
Con los Alpes de fondo, Krün lució sus mejores galas en un típico desayuno bávaro popular en el que hubo 60 kilos de salchichas y 500 litros de cerveza y donde no podía faltar un tradicional cuarteto de cuernos de los Alpes.
"Fue sin duda la mejor actuación de cuernos de los Alpes que he visto en mi vida. Debo admitir que olvidé traer mis Lederhosen (pantalones típicos bávaros de cuero), pero intentaré hacerme con unos aquí", bromeó Obama, que inició su discurso sorprendiendo con un "Grüss Gott!", el saludo bávaro.
El estereotipo de Alemania en el exterior se basa sobre todo en el sur del país, donde los trajes regionales, las enormes jarras de cervezas acompañadas de las típicas salchichas blancas de la zona y los famosos brezel (panecillos en forma de lazo) atraen a miles de personas año tras año.
¿Qué mejor escenario para escenificar la celebración de una amistad que hacerlo rodeado de los Alpes, tomando cerveza y comiendo salchichas en una mañana soleada?
"Es una maravillosa oportunidad para conocer un lugar donde tradición y modernidad están estrechamente unidos. Aquí tendrás la posibilidad de ver una hermosa parte de Alemania y de Baviera", comentó a Obama una sonriente Merkel, orgullosa de poder mostrar la belleza del lugar. Por si no había quedado claro, Merkel no dudó en remarcarlo durante la traducción al inglés. "Very important", insistió.
Tras su breve discurso ante los reunidos en la plaza, Merkel y Obama dieron un pequeño paseo para saludar a los locales y en especial a los músicos de los cuernos de los Alpes, por los que el mandatario estadounidense se interesó especialmente.
Posteriormente, ambos se sentaron a la mesa para degustar una Weissbier (cerveza de trigo), unos brezel y un par de salchichas blancas bávaras. El marido de Merkel, Joachim Sauer, fue el encargado de mostrarle a Obama la mejor manera de quitarle la piel a la salchicha. Todo un arte que cualquier extranjero debe aprender en su primera visita a la región.
"Una cerveza muy buena", comentó Obama a los presentes antes de subirse de nuevo en su coche para acudir a la reunión bilateral con Merkel antes de dar inicio la cumbre del G-7 en el cercano palacio de Elmau.