Mientras la tensión entre Rusia y Ucrania no amaina, el presidente de Turquía fisgonea a sus vecinos por la ventana. Inconforme con estrujar sus temores (“Estas regiones no pueden tolerar la guerra, no estaría bien”) y en un arrebato que rompe con su estilo, Recep Tayyip Erdogan se ha postulado como árbitro. “Podemos hacer la mediación para la paz”, ha dicho.
La propuesta es extrañísima. “Él es una persona muy poco dialogante. En Turquía hay presos políticos, presos por delitos de opinión, periodistas encarcelados”, recuerda Enrique Banús, director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Piura.
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En efecto: según Human Rights Watch, los últimos cuatro años han sido fatales para los DD.HH. en Turquía. “El control ejecutivo y la influencia política sobre el poder judicial han llevado a que tribunales acepten sistemáticamente acusaciones falsas, detengan y condenen a personas y grupos que el gobierno de Erdogan considera opositores políticos, a pesar de la falta de pruebas”.
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E imposible olvidar cuando Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, visitó el país junto a Charles Michel, presidente del Consejo Europeo. En la reunión, sucedida en el palacio presidencial en abril del año pasado, solo se dispuso asientos para los hombres, no para Von Der Leyen.
A pesar del descrédito internacional, Erdogan se postula. Banús recuerda que no es la primera vez que lo hace. “Hace años intentó ser mediador entre Israel y los palestinos, en un momento en el que Egipto, que suele cumplir ese papel, estaba en horas bajas”.
“Esa mediación era más comprensible porque, al fin y al cabo, comparten un espacio y él quiso recrear el Imperio Otomano y volverse el centro de la región”.
“Pero no le salió”.
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Hazte fama y ...
¿Qué es lo que quiere lograr Erdogan con su propuesta? Banús explica que “está buscando cualquier cosa que le dé una imagen positiva” porque “Turquía está muy mal por una serie de medidas políticas y económicas que él mismo tomó”.
La lira turca, por ejemplo, se desplomó un 45% a inicios de diciembre del 2021 debido a su “política poco ortodoxa”. La BBC recuerda que, en los dos últimos años Erdogan destituyó a “tres presidentes del Banco Central”.
El presidente, dice el medio, se esfuerza por “mantener bajas las tasas de interés para impulsar el crecimiento económico y el potencial de exportación”, pero no le está resultando.
Fiel a su estilo, recurrió al instinto nacionalista y pidió que los ciudadanos cambiaran sus divisas extranjeras por la nacional. En tanto, cualquiera que contradiga las cifras oficiales corre el riesgo de terminar en la cárcel.
“El País” recuerda que se acaba de abrir una investigación en contra de un grupo de científicos que cuestionan “los datos oficiales” sobre la inflación, mientras que periodistas y hasta un “exgobernador del Banco Central” corren el mismo peligro por dudar de “las previsiones económicas del gobierno”.
En medio de todo esto, dice Banús, el alcalde de Estambul, Ekrem İmamoğlu, está ganando preferencias en el electorado. “Es un contendiente que no es de su partido”.
“Por eso se ha propuesta como árbitro. Es su forma de decir: ‘Aquí estoy, ‘soy relevante’”.
Relevancia regional
Umut Aydin, investigadora turca y doctora en Ciencia Política, comparte alguna de las opiniones de Banús. La economía turca pasa por una tormenta así que es válido leer la oferta de mediación como “una estrategia para distraer la atención”.
“Evitar una guerra entre Rusia y Ucrania podría ayudar a aumentar su popularidad”.
Aydin propone también observar los intereses trasnacionales de Erdogan. Para ella, esto puede ser leído como un “intento de mostrar la relevancia continua de Turquía como un poder regional”.
“Los distintos gobiernos del AKP (Partido de la Justicia y Desarrollo) han buscado lo mismo. No es nada nuevo. Pero en la última década, ese objetivo se ha vuelto más importante debido a las relaciones tibias con Estados Unidos y la Unión Europea”.
Con esto, Erdogan quiere reafirmarse geopolíticamente y, quizá, aprovechar las relaciones con Rusia, que “han sido muy amistosas en los últimos años”.
Por supuesto, recuerda Aydin, también habría que barajar la opción de que mantener la paz en la región sea un incentivo genuino por sí solo.
“Si logra traer a Putin a la mesa para negociar, que es algo que dudo, sería un logro muy importante para las relaciones exteriores turcas”.
Con este panorama, Erdogan viajará en febrero a Ucrania para dialogar con su mandatario Volodomir Zelenski. ¿Logrará algún avance?
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