En esta foto de archivo tomada el 22 de septiembre de 2016, el legislador ruso Vladimir Zhirinovsky habla después de recibir el premio del presidente ruso durante una ceremonia de premiación en el Kremlin en Moscú. (Ivan Sekretarev / POOL / AFP)
En esta foto de archivo tomada el 22 de septiembre de 2016, el legislador ruso Vladimir Zhirinovsky habla después de recibir el premio del presidente ruso durante una ceremonia de premiación en el Kremlin en Moscú. (Ivan Sekretarev / POOL / AFP)
/ IVAN SEKRETAREV
Agencia AFP

El veterano ultranacionalista de la vida política rusa Vladimir Zhirinovski murió a los 75 años, anunció este miércoles el presidente de la cámara baja del Parlamento, Viacheslav Volodin.

“Su personalidad es tan grande que es difícil imaginar el desarrollo del sistema político de la Rusia moderna sin él”, escribió Volodin en su canal Telegram sobre Zhirinovski, que siempre evitó oponerse al presidente Vladimir Putin.

“Entendía de manera profunda cómo funcionaba el mundo, y anticipó muchas cosas”, continuó.

Sus colegas diputados rindieron homenaje con un minuto de silencio en la Duma a esta personalidad explosiva.

Según varios medios rusos, Zhirinovski se encontraba agonizando desde hacía dos semanas tras haber contraído el covid-19. Volodin habló de su lado de una “larga enfermedad”.

El ministerio de Salud indicó a las agencias de prensa rusas que “grandes especialistas, médicos, lucharon hasta el final por su vida”.

Su muerte “es un golpe para Rusia, para el ejército de sus seguidores”, comentó por su parte el Partido Liberal-Demócrata (LDPR), al que dirigió durante más de 30 años.

Colocado a la extrema derecha, Vladimir Zhirinovski participó en casi todas las elecciones presidenciales de la Rusia moderna y su partido siempre estuvo representado en las instancias locales y nacionales, desempeñando el papel de una oposición ruidosa pero no rebelde.

En las memoria de los rusos quedarán sus diatribas, sus arrebatos guerreros y sus apariciones sorpresivas, por ejemplo lanzando un vaso de agua e insultando a un adversario en un debate, o peleándose con un diputado dentro del Parlamento.

Su último golpe de efecto remonta al 27 de diciembre, cuando predijo que 2022 “ne será un año pacífico, será el año en que Rusia volverá a ser una potencia”, llamando a “esperar el 22 de febrero”.

Azar o no del calendario, ese día Vladimir Putin reconoció a los separatistas prorrusos del Donbás ucraniano, antes de lanzar dos días después la invasión de ese país.

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