Eugenia Bonetti, la monja que redacta las meditaciones del tradicional Vía Crucis. (Reuters).
Eugenia Bonetti, la monja que redacta las meditaciones del tradicional Vía Crucis. (Reuters).
Ismael Monzón

Desde hace casi tres décadas, sor Eugenia Bonetti trabaja en junto a mujeres inmigrantes, la mayoría víctimas de la trata. Tras la última oleada migratoria, se calcula que en este país viven unas 70.000 jóvenes en estas condiciones, abusadas y forzadas a prostituirse. La hermana Eugenia las conoce bien, porque antes pasó 24 años en Kenia como misionera. Su último proyecto se llama "Slaves No More" ("Esclavas nunca más") y tiene como objetivo reinsertar a estas mujeres en la sociedad. La religiosa mantuvo buenas relaciones con Juan Pablo II, Benedicto XVI y ahora con Francisco, quien le ha encargado la redacción de las meditaciones del tradicional Vía Crucis, que el Papa presidirá este Viernes Santo.




¿Se lo esperaba?

No, me llevé una gran sorpresa, porque no me imaginaba que el Vía Crucis de este año estaría tan centrado no solo en la esclavitud o la prostitución, sino en la inmigración. Desde que me dieron la noticia me puse a trabajar en esas estaciones del Vía Crucis y he vuelto a recorrer estos 25 años de contacto con estas jóvenes, de haber escuchado sus historias, de haber secado sus lágrimas, de haber sufrido su llanto, su desesperación… He vivido con ellas durante todo este tiempo, con el único objetivo de devolverles el afecto perdido.

En todos estos años habrá vivido de todo. ¿Recuerda alguna historia que le haya llegado especialmente?

Tenemos tantísimas, pero me acuerdo del caso de una joven embarazada después de ser violada, que tuvo una experiencia horrible. No quería que la familia lo supiese, se sentía sucia. Aunque al final conseguimos encontrar a la madre, que le dijo que no se preocupase, que una criatura es siempre hija de Dios. Ahí vi esa cultura de las madres africanas, que saben acoger a una niña fruto de la violencia también como un don de Dios. Es solo una, pero en todo este tiempo hemos acogido a más de 6.000 mujeres en su camino de recuperación.

¿Es eso lo que encontraremos en las estaciones del Vía Crucis?

Habrá pedazos de estas historias, porque queremos vivir este Vía Crucis del mismo modo que lo viven estas personas en estos momentos. Es necesario que nos expliquen el pasado, lo que le ocurrió a Jesús antes de la muerte, qué hicieron las mujeres, qué hizo El Cireneo. Pero nosotros lo llevamos a la realidad de hoy. Hoy estas mujeres sufren cómo lo hizo Jesús, también hay verdugos, pero por suerte también hay nuevos ‘Cireneos’.

►¿No genera frustración comprobar que con el paso del tiempo este fenómeno no sólo no se erradica, sino que parece aumentar?

Es un problema en constante evolución. Siempre está cambiando porque los traficantes son muy hábiles para comerciar con sus víctimas y ganar más dinero. Por eso nosotros debemos poner mucha atención para conocer sus nuevos métodos y anticiparnos. Generalmente son menores, no tienen educación, ni trabajo. Sus connacionales tienen gran influencia sobre ellas, les hacen creer que son perseguidas por espíritus del mal. Les infunden miedos que para nosotros serían ridículos, pero que para ellas tienen una gran importancia.

¿Se ha visto ya con el Papa? ¿Ha consensuado su mensaje?

Sí, la semana pasada. De todas formas, no es la primera vez que nos encontramos. Ha sido él quien ha querido trasladar esta realidad al Vía Crucis.

►¿Y qué mensaje cree que intenta ofrecer a los fieles?

Un mensaje de Pascua, de liberación, de una vida nueva bajo el precepto de Dios. Porque Cristo vino a romper las cadenas de la esclavitud, el pecado del mal y de la violencia para iniciar una nueva vida ante Dios. Igualmente, a través de nosotras, muchas de estas mujeres han pasado de la muerte a la vida. Les hemos ofrecido acogida, vigilancia y apoyo. Les hemos dicho: ‘no estáis solas, estamos con vosotras’.

►Como religiosa, ¿cómo valora la petición de otras mujeres que opinan que deben estar más integradas en la jerarquía de la Iglesia?

Yo no tengo ningún problema. Creo que al igual que en una familia hay un padre y una madre con roles específicos, estas funciones no deberían confundirse, porque ambas son de gran importancia. Si la ella quiere hacer el trabajo de él y viceversa, no valen tanto. Yo me siento mucho más realizada haciendo mi trabajo con un corazón de madre, con un amor que es nuestro modo de dar vida. Algo que probablemente ellos no serían capaces de hacer.

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