El 2 de abril de 1982 las tropas argentinas desembarcaron en las Islas Malvinas para recuperar el control del territorio tomado por el Reino Unido en 1833. Se abría un capítulo doloroso que ha marcado la historia contemporánea del país sudamericano.
LEE TAMBIÉN | Helicópteros de Ucrania cruzan la frontera y bombardean depósito de gasolina dentro de Rusia | VIDEO
Cuatro décadas después, en las calles argentinas la silueta de las islas sigue presente en murales, camisetas, tatuajes, banderas, stickers. Una especie de ícono nacionalista que elimina diferencias bajo una causa común.
Están quienes portan la marca internamente. Sus testimonios calan hondo, ya que tienen la crudeza de haber vivido en carne propia la guerra. Sus historias, lejos del acompañamiento, estuvieron durante muchos años borroneadas del relato oficial. En algunos casos silenciadas, en otros desacreditadas.
Desde distintos ángulos, sus narraciones aportan lados pocos conocidos de un episodio tan trágico como heroico. Alicia Reynoso, jefa de enfermería durante el conflicto, y Nicolás Kasanzew, único corresponsal televisivo en el campo de batalla, conversaron con El Comercio. Cuentan su verdad sobre aquellos días donde lo más importante era sobrevivir.
Mujeres guerreras
En el 2009 Alicia decidió no callarse más. En cada acto por el aniversario de Malvinas advertía la ausencia de las mujeres que brindaron servicios durante el enfrentamiento. Pese a haber salvado decenas de vidas, ni ella ni sus compañeras enfermeras eran consideradas como veteranas de guerra.
“Nunca se nos mencionaba. Fue un problema de género, nos ocultaron durante años”, sostiene.
Ella formó parte de la primera promoción de enfermeras militares en Argentina. Ni bien empezaron las operaciones en las islas, fue enviada hacia el sur continental para atender a los soldados heridos. Se había montado un hospital en Comodoro Rivadavia, donde se brindaban los primeros auxilios y se hacían las evacuaciones aeromédicas. “Estábamos todo el tiempo activas. Casi no recuerdo horas de descanso”, comenta.
Vio centenares de rostros jóvenes convalecientes. Destaca en ellos la valentía de las horas difíciles. “Nos pedían que los curemos rápido para volver a combatir”, relata. Y destaca a los pilotos peruanos que llegaron a territorio argentino dispuestos a combatir, aunque finalmente no recibieran la autorización. “Algunas de mis compañeras se toparon con ellos”, manifiesta.
La orden de callar
No tuvo tiempo de procesar lo vivido. Culminada su labor en la guerra, su actividad laboral no se detuvo. “Nunca nos dieron licencia, me trasladaron a Córdoba y nos dijeron ‘acá no pasó nada, no pueden contar nada’. Cumplimos la orden de callar”, refiere.
El silencio duró tres décadas, hasta que decidió levantar la bandera por la visibilidad de las mujeres de la conflagración. Su lucha tuvo resultados. El año pasado fue reconocida por la justicia, junto con su compañera Stella Morales, como veterana de guerra. “Hemos recuperado derechos que se nos fueron negados por casi 40 años”, señala.
Su campaña por poner en agenda el crucial rol de las mujeres está graficado en el documental “Nosotras también estuvimos”, dirigido por Federico Strifezzo. “Las enfermeras sembraron bastante en su lucha. Ahora están en plena cosecha. Hay mucho interés en escuchar lo que tienen para decir”, afirma el realizador.
Testigo de excepción
Los días posteriores al desembarco en las islas, mientras reinaba una tensa calma, los oficiales se acercaban a Nicolás Kasanzew para preguntarle si había noticias sobre una salida diplomática. El corresponsal del canal público ATC intuía lo que se venía. “Me consultaban si las negociaciones de Belaunde o Pérez de Cuéllar prosperaban. Yo les decía que acá iba a haber sangre y fuego”.
El 1 de mayo el bombardeo inglés en Puerto Argentino alteró la rutina de todos. Kasanzew dejó las entrevistas a soldados para cubrir acciones de combate. Tanto él como su camarógrafo Alfredo Lamela entendieron que la prioridad era registrar los hechos. “Estábamos más expuestos que los propios combatientes. Cuando había alerta roja todos se guarecían en pozos de zorro, pero de ahí no se veía. Así que salíamos para tratar de filmar”, refiere.
Fue el único equipo periodístico que cubrió in situ el conflicto hasta la rendición a mediados de junio de aquel 1982. “Hubo proezas por soldados de 18 años, como la de Oscar Ledesma, que abatió en combate al jefe de los paracaidistas ingleses”, anota.
Cada día enviaba material por el puente aéreo, pero recién cuando volvió a Buenos Aires se enteró de que el 90% de sus envíos no se había mostrado durante la cobertura. “Destruyeron ese material. Fui censurado. Mi trabajo no fue funcional a la propaganda triunfalista del gobierno militar”, dice.
“La primera baja en toda guerra es la verdad”, señala. Tras el conflicto, la dictadura decidió tapar Malvinas. No hubo bienvenidas, ni soportes para los veteranos. “Esa ‘desmalvinización’ también me tocó”, refiere. Se quedó sin trabajo, se le cerraron las puertas y tuvo que optar por la televisión hispana de EE.UU. Para Kasanzew, lo traumático fue la posguerra. “Me castigaron en mi país por haber cubierto el conflicto”, apunta.
El corresponsal quiere dejar sentado que en las islas se hablaba del apoyo peruano. “Tuve el orgullo de cargar un lanzamisiles Sam 7 enviado por oficiales peruanos. En la guerra estábamos inflamados de respeto al pueblo peruano por esta actitud”, concluye.
TE PUEDE INTERESAR
- La macabra confesión del hombre que asesinó y descuartizó a la actriz porno Carol Maltesi
- Horror en México: dejan 6 cabezas humanas sobre el techo de un auto en el estado de Guerrero
- Melissa Lucio, la mujer de origen mexicano que será ejecutada en EE.UU. por supuestamente asesinar a su hija
- Solo tortilla y frijoles, así castiga Bukele a los pandilleros detenidos “para que aprendan a respetar cada vida”
- Alumnos de un colegio de Argentina planearon violar y asesinar a una compañera: los escalofriantes chats de WhatsApp