Van varios días sin que Mohibullah Habibzai tenga noticias de su padre, madre y dos hermanas. Solo sabe que siguen escondidos, protegiéndose de los talibanes. El médico afgano espera que sobrevivan para sumarse a los refugiados que llegarán a Colombia.
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Luego de que los rebeldes islamistas tomaran el poder el 15 de agosto, miles de afganos que trabajaron en el gobierno derrocado, empresas extranjeras o con las fuerzas armadas de la coalición aliada luchan por salir del país.
Entre ellos está el padre de Mohibullah, un oficial de seguridad en la provincia de Nangarhar (este).
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“Mi padre está (oculto) en un lugar seguro ahora, pero eso no significa que esté seguro por siempre”, relata en inglés Mohib, como lo llaman afectuosamente los familiares de su esposa, una mujer colombiana que lo invitó a este lejano país en 2018.
La pareja se conoció durante un congreso médico en India y el joven doctor decidió mudarse a la tierra de su enamorada.
Al comienzo a su padre le chocó que viajara a un lugar con “violencia” y “traficantes”. Pero hoy este país exportador de cocaína y sacudido por seis décadas de conflicto armado aparece como una posible ruta de escape de la amenaza talibán.
Colombia recibirá de forma temporal a algunos refugiados afganos mientras tramitan solicitudes migratorias ante el gobierno estadounidense.
La Casa Blanca fijó para el 31 de agosto su retirada militar, pero miles de norteamericanos y afganos siguen sin ser evacuados.
Escapar de nuevo
Mohibullah, quien ejerce su profesión en Bogotá y ya habla algo de español, asegura estar en contacto con la embajada de Washington para tratar de reunirse con sus familiares: “Tengo la esperanza de que puedan ayudarme a sacar a mi familia de allá”.
El médico se abstiene de ahondar en sus gestiones por miedo a exponer a su padre.
En su teléfono y computador lleva fotos de él, vestido con uniforme militar durante operativos en la convulsionada región de Nangarhar, objetivo de atentados de los talibanes y del grupo Estado Islámico en los últimos años.
Su madre, una profesora retirada; su hermana mayor, que es abogada, y otra hermana en edad escolar permanecen confinadas por miedo a los talibanes. “Estamos preocupados porque son profesionales, tienen que trabajar, tienen que salir”, suelta el médico.
Los talibanes intentan convencer a todos de que su régimen será menos brutal que el que encabezaron entre 1996 y 2001, cuando impusieron un tratamiento brutal a las mujeres y prohibieron la música y la televisión. Pero Mohibullah dice que muchos no confían en sus promesas.
“Por esta razón estoy tratando de sacar a mi familia de Afganistán”, explica.
No será la primera vez que los Habibzai huyen del país.
En 1992 se fueron a Pakistán en medio de una guerra civil entre las fuerzas del presidente Mohamad Najibulá y los rebeldes islamistas que tomaron el poder en 1996. Volvieron en 2002 cuando los estadounidenses derrocaron a los talibanes tras los atentados del 11 de setiembre.
Listo para ayudar
En el apartamento de Mohibullah, en Bogotá, los únicos elementos que hablan de su país de origen son una pequeña bandera afgana, una bolsa de pistachos y un dulce típico llamado sherpera. Dice que solo conoce de la presencia de otro afgano en Colombia, pero no tienen mucho contacto.
“A veces pienso que voy a olvidar mi idioma”, bromea. “Los colombianos son mis amigos y cada vez me comunico más (con ellos), pero si 4.000 afganos llegan aquí voy a poder compartir” con ellos, agrega.
Afganistán no cuenta con una embajada en Colombia, aunque al menos 18 extranjeros de esa nacionalidad tienen visa de residente, según autoridades migratorias. Consultada por la AFP, la cancillería colombiana aseguró no tener un censo de afganos en el país.
El médico le ofreció sus servicios de intérprete a las autoridades locales cuando lleguen los refugiados.
“Necesitan servicios de salud, una adaptación cultural, necesitan comunicarse (...) quiero ayudarles. Mientras estén aquí voy a estar al servicio de mi gente”, explica Mohib, quien se siente “agradecido” con Colombia por recibir a sus compatriotas.
Albania, Canadá, México, Uganda, Catar, Kuwait y Ecuador, entre otros, también acogerán desplazados afganos en tránsito hacia Estados Unidos. La última vez que se comunicaron por WhatsApp, sus familiares le describieron un panorama poco alentador.
“Todas las instituciones están cerradas, incluso los bancos (...) y toda la gente está preocupada por el futuro”, relata el médico.
Aunque le gustaría poder recibir a los suyos en Colombia, dice que se conformaría con saber que al menos escaparon de Afganistán.
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