El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, entrega un papel a un miembro del protocolo durante la ceremonia de la Medalla al Mérito Deportivo Militar en Río de Janeiro. (EFE/ André Coelho).
El presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, entrega un papel a un miembro del protocolo durante la ceremonia de la Medalla al Mérito Deportivo Militar en Río de Janeiro. (EFE/ André Coelho).
Agencia EFE

El presidente brasileño, , y la ultraderecha han convocado para este martes a manifestaciones por la “libertad”, que muchos temen que puedan propiciar el “golpe” que los conservadores más radicales le exigen al gobernante.

La presión de esos grupos por una “intervención militar” que “clausure” el Parlamento y la Corte Suprema pero mantenga en el poder al líder de la ultraderecha ha puesto en alerta a las fuerzas democráticas y a los sectores económicos y sociales del país.

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Organizaciones de empresarios, la banca, grandes corporaciones de la agricultura, partidos políticos de casi todo el arco ideológico, el Parlamento, la Justicia y hasta el Episcopado ya han expresado su repudio frente a cualquier intento de ruptura democrática.

Ese denso clima ha repercutido en el exterior. La Internacional Progresista expresó su “profunda preocupación por la inminente amenaza a las instituciones democráticas de Brasil”, en un documento suscrito por personalidades de 26 países, incluidos algunos expresidentes.

Entre otros, lo firman el español José Luis Rodríguez Zapatero, el paraguayo Fernando Lugo, el colombiano Ernesto Samper, el panameño Martín Torrijos y el ecuatoriano Rafael Correa.

La embajada de Estados Unidos, por su parte, ha pedido a los ciudadanos de ese país que residen en Brasil que “eviten las áreas alrededor de manifestaciones”, pues “las que pretenden ser pacíficas pueden tornarse conflictivas”.

TENSIONES CRECIENTES CON LA POPULARIDAD EN CAÍDA LIBRE

Las tensiones han crecido desde el año pasado, agudizadas ahora por la desconfianza sembrada por Bolsonaro en el sistema electrónico de votación que Brasil adoptó en 1996, que desde entonces no ha sido objeto de una sola denuncia de fraude, pero que según el mandatario propicia las trampas.

Esas afirmaciones, que Bolsonaro admite que no puede probar, han coincidido con la caída en picado de su aprobación hasta un escaso 25 % y sondeos que vaticinan un rotundo triunfo en las elecciones de 2022 del exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva.

En medio de su campaña de descrédito contra el voto electrónico, Bolsonaro ha llegado a afirmar que en 2022 “no habrá elecciones” si no se adopta en paralelo un sistema de sufragio en papeletas, que ha sido rechazado por la Justicia electoral y el Parlamento.

Bolsonaro, sospechoso de corrupción en la negociación de vacunas anticovid y otras irregularidades, también es investigado por el Supremo en un proceso sobre difusión de noticias falsas y amenazas a la democracia que ya ha llevado a la cárcel a numerosos activistas de ultraderecha.

Algunos detenidos se mostraron en redes sociales armados hasta los dientes e instaron a que en las protestas de este martes, cuando se celebra el día de la Independencia, los manifestantes “invadan” el Parlamento y el Supremo y hasta “asesinen” a jueces y políticos.

Entre esos grupos más extremos figuran pastores evangelistas, gremios de camioneros, agentes de la Policía Militar y seguidores del movimiento ultraconservador global patrocinado por Steve Bannon, un antiguo asesor del expresidente de EE.UU. Donald Trump.

“IR PRESO, MORIR O LA VICTORIA”

Bolsonaro, un capitán de la reserva del Ejército, ha criticado esas detenciones, afirmado que no desea una “ruptura” y dicho que “todos deben encuadrarse en la Constitución” y respetar los derechos a la “libertad” y la “opinión”.

También ha declarado, en tono dramático, que el escenario actual le plantea tres alternativas: “Ir preso, morir o la victoria”.

Aunque ha advertido que las manifestaciones de este martes serán un “ultimátum” para quienes “atentan” contra la Constitución, Bolsonaro ha bajado el tono y pedido marchar por la “libertad”, los “valores conservadores”, “la familia, la propiedad privada y Dios”.

Las mayores manifestaciones están previstas para celebrarse en Brasilia y Sao Paulo, donde Bolsonaro ha garantizado asistencia.

En Brasilia, ya cientos de personas han acampado en la Explanada de los Ministerios, una avenida que concentra todos los edificios del poder público, incluidas las sedes del Parlamento y el Supremo, pero en la que el tránsito de vehículos fue prohibido este lunes y sólo será liberado nuevamente el próximo miércoles.

Todo en medio de un fuerte refuerzo policial, que en el caso de Brasilia se ha observado incluso en las carreteras que conducen a la capital, por las que se prevé la llegada de caravanas bolsonaristas para la manifestación de este martes.

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