El tiroteo en las favelas del Complexo do Alemão fue tan intenso el jueves que el batallón de élite de la Policía Militar de Río de Janeiro agotó su munición en dos horas. Y el saldo final fue de 18 muertos.
Según la policía, la operación con unos 400 hombres perseguía a un grupo que robaba vehículos, cargas y bancos, y había atacado estaciones policiales. Entre los muertos figuran dos mujeres, 15 "sospechosos" y un policía.
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Pero familiares de víctimas, habitantes de la zona y expertos criticaron la acción policial por considerarla excesivamente violenta.
Una de las mujeres muertas fue baleada al pasar en su auto en una avenida; la otra cuando la policía retiraba barricadas en la zona el viernes, aunque la corporación rechaza testimonios que dicen que el disparo salió de sus filas.
Esta operación policial fue la quinta más letal en la historia de Río de Janeiro, según un registro de Geni, un grupo de estudios sobre seguridad pública y violencia en la Universidad Federal Fluminense (UFF).
Otras dos operaciones policiales, ocurridas en los últimos 14 meses, cobraron aún más vidas: una en la favela de Jacarezinho en mayo de 2021 (la más letal de Río, con 28 muertos) y la segunda en Vila Cruzeiro en mayo de este año (con 23 muertos).
La policía de Río asegura que estas acciones se basan en informes de inteligencia y se llevan a cabo de acuerdo a lo que establece la ley, la justicia e incluso protocolos técnicos.
Pero Daniel Hirata, un sociólogo que coordina el Geni, afirma que esas operaciones policiales en Río carecen de efectividad alguna, suelen estar motivadas por una sed de venganza y gozan de gran impunidad.
"La policía de Río de Janeiro es una máquina de matar", dice el experto en una entrevista con BBC Mundo.
Lo que sigue es una síntesis del diálogo telefónico con Hirata, quien también es profesor de la UFF.
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En los últimos meses ocurrieron tres de las cinco operaciones policiales más letales en la historia de Río de Janeiro, según los datos de Geni. ¿Hay una explicación de por qué pasa esto?
Son muchos factores que se suman. Uno, bastante importante, es la gestión que se inicia con el exgobernador de Río, Wilson Witzel y continúa con Cláudio Castro.
Es una gestión marcada por un estímulo a la violencia policial. Tal vez nunca se había visto a gobernadores pronunciarse de forma tan abierta en favor de la brutalidad policial.
Esa misma gestión confirió a las fuerzas policiales una autonomía muy grande en relación a los poderes electos. Tuvimos el fin de la secretaria de Seguridad Pública y hoy hay dos secretarías que lidian con el tema: una de la Policía Militar y otra de la Policía Civil. O sea que no hay un órgano civil que se ocupe del uso de la fuerza en Río de Janeiro, lo que es muy emblemático.
Y hay un negacionismo con relación al tema de la letalidad policial, que es sin ninguna duda el principal problema público en el área de seguridad.
Desde que el gobernador Castro asumió el cargo hace menos de dos años, además de esas tres matanzas hubo otras operaciones policiales en las que murieron más de 330 personas. ¿Hay una orden del gobierno de Río para que la policía sea más agresiva o violenta?
Sí, hay un estímulo a las fuerzas policiales para que actúen con brutalidad.
El gobernador Castro hasta hace poco no era visto como un aliado del gobierno federal de forma tan directa por quienes apoyan al presidente.
Con cada nueva matanza parece que el gobernador desea probar que hace parte de la misma visión del mundo del presidente de la República.
Las declaraciones que el gobernador hace después de las matanzas son siempre justificando la brutalidad de las acciones policiales.
Y de esa forma los propios policías se sienten empoderados para posicionarse incluso contra determinaciones de la Suprema Corte brasileña, que había restringido las operaciones durante la pandemia.
Hay todo un clima electoral evidente. Puede parecer increíble, pero esas muertes han servido a propósitos electorales.
El presidente Jair Bolsonaro ha apoyado públicamente este tipo de operaciones letales. ¿Qué impacto tiene este respaldo para la policía de Río?
Tiene un impacto muy grande, porque las fuerzas policiales sienten que están actuando de conformidad con sus comandantes en jefe.
Los miembros de las fuerzas policiales tienen una tendencia a presentar posiciones más a la derecha dentro del espectro político ideológico. Cuando eso es reforzado por autoridades políticas, la violencia aumenta.
Las tentativas de control de la violencia policial en Brasil históricamente fueron sucedidas por grandes matanzas. Y ahora estamos en otro momento de esos por la "ADPF de las Favelas" (un recurso presentado por distintas organizaciones a la Justicia) que intenta imponer algunos límites razonables en relación a la letalidad policial. Las fuerzas policiales argumentan que esta decisión obstaculiza su trabajo.
¿Cuál es la efectividad de este tipo de operaciones policiales tan letales en Río de Janeiro?
No hay efectividad alguna.
Ya demostramos en diversos informes que la violencia policial en general y las operaciones policiales en particular no son eficientes para el control del crimen común, de los crímenes contra el patrimonio, ni de la criminalidad organizada de los diversos grupos armados en Río de Janeiro.
Por ejemplo, la justificación de esta ultima operación es el enfrentamiento al robo de vehículos y de cargas. En Río de Janeiro hay un instituto de seguridad pública que es referencia nacional, con datos muy precisos sobre los lugares donde ocurren esos crímenes y sus horarios. Sería mucho mas efectivo posicionar a esos 400 hombres que participaron en la operación en esos lugares, que donde las fuerzas policiales creen que viven los delincuentes.
No vas a disminuir los robos de vehículos y de carga con una operación policial de ese tamaño.
Usted también ha asociado acciones como la del Complexo do Alemão la semana pasada a "operaciones de venganza" de la policía de Río. ¿Puede explicar esto?
Las llamadas operaciones de venganza son operaciones que se inician cuando la motivación sería una represalia por la muerte de un policía o a un ataque a una unidad policial.
También se transforman en una operación de venganza cuando, luego del inicio de una operación, muere un policía. Ese fue el caso por ejemplo de las matanzas de Jacarezinho y Alemão. La cronología de los hechos demuestra que la operación pierde los objetivos originales y pasa a ser básicamente de venganza.
Es un tipo de operación absolutamente ilegal.
Las fuerzas policiales se comportan en ese momento como los propios grupos armados que actúan motivados por venganza.
De los grupos armados no esperamos nada: son grupos criminales. Ahora, las fuerzas policiales son representantes del Estado brasileño; no pueden actuar por venganza.
Oyéndolo a usted da la impresión de que la policía de Río se hubiese convertido en una máquina de matar...
La policía de Río de Janeiro es una máquina de matar.
En la región metropolitana de Río, un tercio del total de las muertes es cometido por la policía.
En el estado de Río, un cuarto de las muertes es cometido por la policía.
Los parámetros internacionales indican que (si la policía comete) por encima de 10% de las muertes, hay un claro indicio de abuso en el uso de la fuerza. Aquí en la región metropolitana estamos con casi tres veces ese valor.
O sea, las fuerzas policiales son un motor de la letalidad violenta en Río de Janeiro. Esto es lo que muestran los datos.
¿Y qué ocurre con los mecanismos de control para evitar abusos e impunidad en la policía?
Los mecanismos de control interno fueron desmontados por el actual gobierno estatal.
Ahora tenemos comisiones revisoras que funcionan en base al corporativismo policial, sin independencia alguna para realizar sus investigaciones.
Y el Ministerio Público de Río de Janeiro es históricamente complaciente con lo que ocurre.
Tenemos dos estudios en 10 años que muestran datos muy semejantes: más del 99% de las muertes resultantes de la acción de agencias del Estado son archivadas a pedido del propio Ministerio Público.
Cuando no hay una indicación de que los órganos de control funcionan, hay un estímulo para los policías que actúan fuera de la ley y una falta de estímulo para quienes actúan dentro de la legalidad.
Es una máquina que solo produce más violaciones, más abusos desde el punto de vista de la brutalidad policial.
Y también abre espacios para transacciones ilegales asociadas a la corrupción policial.
Así se comienzan a cobrar extorsiones y ese es un mecanismo básico de funcionamiento de las milicias que vienen de las fuerzas policiales.
La policía de Río es una de las que tiene mayor tasa de letalidad de Brasil, pero también una de las que sufre más muertos. ¿Es esto una justificación para que actúen de forma violenta?
La cuestión de la letalidad policial se relaciona a un conjunto de factores bastante diferente a la victimización policial.
La letalidad policial ocurre en servicio y en particular durante las operaciones policiales. Son acciones de seguridad dirigidas a la confrontación bélica. Es de esa forma como matan los policías.
Los policías mueren la mayoría de las veces fuera del horario de servicio, en actividades complementarias que sirven para un aumento de su renta.
También mueren mucho en reacciones a asaltos.
Y hay un fenómeno bastante identificado en los últimos años que son los suicidios entre policías.
Todo esto demuestra que los policías están siendo muy maltratados por los gobernantes.
Tenemos gobernantes de extrema derecha que dicen que apoyan a las fuerzas policiales pero no cuidan de ellos como trabajadores, ni su salud mental o la precarización de su trabajo.
La policía dijo que en el operativo en el Complexo de Alemão capturó un fusil .50, considerado un arma de guerra capaz de perforar blindados y aeronaves, además de otras armas, explosivos y drogas. ¿No es esto una señal de que las organizaciones criminales se están armando con más poder de fuego para enfrentar a la policía en Río?
Claro, los grupos armados y sobre todo el tráfico de drogas —porque los enfrentamientos se hacen normalmente en áreas de tráfico de drogas y en particular del Comando Vermelho— actúan de forma extremamente violenta en Río de Janeiro. No se puede ignorar ese hecho.
Y el armamento que ha llegado a esos lugares, no es solo de armas largas. Esa ametralladora .50 realmente es muy peligrosa y tiene como objetivo perforar los vehículos blindados de las fuerzas policiales.
Lo que podría hacerse de forma más eficiente para enfrentar el tráfico de armas es lo contrario de lo que se está haciendo.
Las incautaciones hechas en Alemão son insignificantes al lado del volumen de armas que circula en Río.
Sería mucho más eficiente actuar sobre los distribuidores y abastecedores de esas armas.
Parte importante de esas armas viene siendo comprada hace muchos años, pero se amplificó con la liberalización de armas que el gobierno de Bolsonaro promovió. Son armas legales que en seguida se transfieren a la ilegalidad.