Buenos Aires. La peronista Cristina Fernández de Kirchner enfrenta su último mes de gobierno decidida a no ceder ningún espacio de poder hasta el final, pero con la duda de si su Frente para la Victoria (FPV) triunfará en la segunda vuelta presidencial luego de doce años de gestión kirchnerista en Argentina.
El 10 de diciembre, Cristina Fernández, de 62 años, pondrá fin a su segundo mandato (2007-2011 y 2011-actual), impedida por la Constitución de Argentina a aspirar a un tercer período consecutivo.
En un hecho inédito en una democracia a nivel mundial, recibió en el 2007 el bastón de mando de manos de su esposo, el ex presidente Néstor Kirchner (2003-2007), fallecido en el 2010.
Deberá sin embargo esperar hasta la segunda vuelta electoral del 22 de noviembre para saber si le entregará la banda presidencial al candidato del FPV oficialista, Daniel Scioli, o al candidato del frente opositor Cambiemos, Mauricio Macri.
Hasta tanto, Cristina Fernández tiene decidido mantener el absoluto control de su gestión, una característica que la distinguió a lo largo de sus ocho años de gobierno. De hecho, hoy resolvió extender hasta el 9 de diciembre las sesiones ordinarias del Congreso, en el que contará hasta entonces con mayoría propia -gracias al apoyo de aliados- para aprobar sus iniciativas.
Distinto será el horizonte del sucesor de Cristina Fernández, cualquiera sea, pues no contará con quórum propio en la Cámara de Diputados, mientras que el FPV mantendrá la mayoría en el Senado.
El Congreso de Argentina podría aprobar en este último mes varias propuestas kirchneristas. Pero no se esperan medidas que cambien el curso de una economía de débil crecimiento y con una inflación anual en torno del 20 a 25%, con un déficit fiscal estimado en un 7% del PBI, un peso sobrevaluado que resta competitividad a la producción local y un mercado de cambios desdoblado por fuertes restricciones a las operaciones con moneda extranjera.
Decidió el fin de semana suspender su viaje a Turquía, programado para esta semana, para asistir a la Cumbre del G20, el foro que le dio un lugar privilegiado a Argentina en el debate mundial, pero no se descarta que antes de entregar el poder realice una última visita al papa Francisco en el Vaticano.
El argentino Jorge Bergoglio pasó de ser un enemigo político del kirchnerismo -durante su época como arzobispo de Buenos Aires- a uno de sus principales aliados desde que se convirtió en el primer latinoamericano en llegar a la silla de San Pedro.
El kirchnerismo pobló mientras tanto de militantes y seguidores las plantillas de la mayoría de los organismos públicos y a pocos días de dejar el poder nombró nuevos embajadores en varios países y, en una polémica decisión, colocó a dos dirigentes de la agrupación juvenil kirchnerista La Cámpora en la Auditoría General de la Nación.
La buena imagen con que Cristina Fernández se despedirá de la Casa Rosada, en torno a un 40% luego de ocho años de gobierno, no le impide sin embargo sufrir en carne propia una derrota electoral en octubre, al perder el FPV los comicios a gobernador en la estratégica provincia de Buenos Aires, principal bastión político del peronismo.
Cristina Fernández fue la principal impulsora de la candidatura de su jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, a la gobernación bonaerense. Pero el dirigente peronista es uno de los funcionarios de peor imagen y consiguió algo histórico: que los ciudadanos cortaran la boleta de votación para elegir a Scioli para la presidencia y a la opositora María Eugenia Vidal, de Cambiemos, para dirigir la provincia.
El poderoso aparato del Estado kirchnerista tampoco alcanzó para asegurarle a Scioli un triunfo en primera vuelta y ahora expone a su candidato a una eventual derrota a manos de Macri en la segunda ronda.
Cristina Fernández no dudó en plantear el viernes pasado el fantasma de la crisis del 2001 en caso de un triunfo de Macri, actual alcalde de la ciudad de Buenos Aires y líder del partido de centroderecha PRO.
Por primera vez desde 1989, cuando asumió como diputada de la provincia de Santa Cruz, la dirigente peronista volverá en diciembre al llano civil, sin ningún cargo público. Pero Cristina Fernández difícilmente deje la política. Ya anticipó que se dedicará a "militar" y no pocos dudan de que aspire a convertirse en la jefa del peronismo, aunque mucho dependerá de cómo salga erguida del resultado electoral del 22 noviembre.
Fuente: DPA