Un mes después de la noche en que un hombre atacó con un arma de fuego que no se disparó en la cabeza a la vicepresidenta argentina Cristina Kirchner, el caso ofrece más sombras que luces más allá de los cuatro jóvenes detenidos, odiadores de la líder y de confusa identidad ultraderechista.
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Con escasos avances en la investigación, el país sigue polarizado. El gubernamental Frente de Todos (FdT), la corriente de centro-izquierda del peronismo, afirma que el intento de magnicidio de quien fue dos veces presidenta (2007 a 2015) es el fruto de “discursos de odio y violencia” de la oposición y de medios opositores.
Fuerzas opositoras de la derecha y ultraliberales, coinciden en señalar que el FdT trata de sacar provecho del ataque para “victimizarse” en camino a las elecciones presidenciales dentro de un año, en momentos en que la inflación está desbordada a casi el 100% anual y se multiplican los conflictos sociales.
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“El hecho tiene una enorme gravedad, pero no hay una modificación sustancial en los actores políticos en juego”, dijo a la AFP el sociólogo y politólogo Ricardo Rouvier. “El clima político sigue siendo más o menos similar al que teníamos antes”, añadió.
Los cuatro acusados, con edades de 21 a 35 años, están en prisión preventiva bajo los cargos de “homicidio agravado en grado de tentativa”. El hombre que gatilló la pistola calibre 32, con cinco balas en el cargador y ninguna en la recámara, es Fernando Sabag Montiel, el único que lleva tatuajes de estilo neonazi (un sol negro, una cruz de hierro).
“Mandé un tipo para que la mate”
La pareja de Sabag Montiel y presunta instigadora es la vendedora ambulante Brenda Uliarte, quien expresa su cólera en mensajes con insultos a Kirchner y escribe en un chat: “Mandé un tipo para que la mate a Cristi (sic)”.
Otra detenida y amiga suya, Agustina Díaz, responde: “Quién no va a querer meterle un tiro a esa vieja chorra (ladrona)”. El cuarteto lo completa el comerciante de golosinas Nicolás Carrizo.
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“Estamos frente a un grupo de jóvenes que no se sabe qué son, quiénes son, ni cómo actúan y quién los dirige y financia”, dijo Rouvier.
Kirchner, de 69 años, ha reclamado que se investigue si hay conexiones entre los acusados y manifestantes de ultraderecha que salieron a las calles con bolsas mortuarias y carteles de “muerte a Cristina”.
Uliarte fue filmada en una manifestación hostil del microgrupo de ultraderecha Revolución Federal (RF), que llevó una maqueta de guillotina, con antorchas, hasta la Plaza de Mayo frente a la sede gubernamental.
Jonathan Morel, fundador de RF, condenó públicamente el atentado. La justicia consideró que hay constancias “insuficientes” para involucrar al grupo, razón por la cual es investigado en otro juzgado.
El expresidente y líder de la oposición Mauricio Macri (2015-19), sostiene que los acusados son “un grupo de loquitos sueltos”, a diferencia del FdT que reclama investigar a “los autores intelectuales” y la “financiación de los autores materiales”.
Incierto efecto político
“Ya no existe la sospecha de que (el atentado) estaba autoorganizado. Es un magnicidio fallido. La cuestión es cuál es la complejidad de la organización”, dijo a la AFP el politólogo Diego Reynoso, de la privada Universidad de San Andrés.
Reynoso analizó: “Se puede observar que quizás la organización que tuvo no viene de los grupos tradicionales de la política, sino que estamos descubriendo que algo en el subsuelo de insatisfacción muy fuerte estaba organizándose”.
“Se están viendo organizaciones de tipo filonazis (...) que no se les estaba prestando atención desde el punto de vista de su capacidad de movilización”, pero con “capacidad de organización para cometer estas cosas”, agregó.
Kirchner sigue en juicio por presunto fraude al Estado durante su presidencia, con obras públicas en la patagónica provincia de Santa Cruz (sur). Dijo que el juicio pudo “crear un clima” para el ataque que sufrió.
Días después del atentado, el sector peronista de izquierda del FdT (kirchnerista) pareció bregar por una candidatura de Kirchner en 2023. Ella reiteró que ya ha sido “dos veces presidenta” y que “esas cosas no la seducen”.
Y mientras el tema lentamente sale de la agenda nacional, eclipsado por las tensiones sociales y económicas, analistas dudan que el atentado tuviese efecto político en la opinión pública.
“Quizás, mínimamente”, al interior del campo del FdT, “le permitió al sector que se identifica con el liderazgo de Kirchner entrar de nuevo en el centro de la escena y amalgamar al resto de la gran familia peronista detrás de ellos”, diagnosticó Reynoso.
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