Faltan pocos días para saber quién será el próximo presidente de Colombia, y los números, hasta el momento, no muestran un claro ganador. Lo único que señalan las cifras y el ánimo de la población es una completa incertidumbre sobre lo que pasará este domingo. Los candidatos Gustavo Petro y Rodolfo Hernández lo saben, por eso están peleándose cada voto para poder llegar al Palacio de Nariño.
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Según el ponderador de encuestas del portal político colombiano La Silla Vacía, Petro alcanza el 47,2% de los votos, mientras Hernández el 46,5%.
Sin duda, la irrupción de Hernández en la segunda vuelta fue una sacudida para los colombianos y un batacazo para la campaña de Petro, que ya creía que tenía asegurada la elección. El izquierdista, que se presentaba como el representante del cambio, vio cómo sorpresivamente el exalcalde de Bucaramanga, que era casi un desconocido meses atrás, se apropiaba de ese discurso, tomando la batuta de la necesidad de los colombianos de romper con la manera en cómo se ha hecho política en el país.
“Hay mucha incertidumbre. También ha sido una campaña muy larga porque tuvimos por primera vez en marzo las primarias, entonces mucha gente está muy cansada y con ganas de que esto acabe pronto. Las últimas tres semanas han sido especialmente virulentas entre los dos bandos, ha habido mucha campaña negativa”, señala a El Comercio Sandra Botero Cabrera, profesora de la Facultad de Estudios Internacionales, Políticos y Urbanos de la Universidad del Rosario.
“El escenario de polarización en estos días ha sido muy agobiante. Después de la primera vuelta del 29 de mayo vino todo un proceso en el cual unos y otros se enfervorizaron por su opción. Entonces, habría que plantearse si esta polarización va a espantar algunos votantes para el domingo, porque esa sensación también genera hartazgo en gente que está menos politizada”, explica por su parte el analista colombiano Iván Garzón Vallejo, profesor e investigador de la Universidad Autónoma de Chile.
Debate obligado
El escenario, sin duda, está muy dividido y la alta imagen negativa que tiene Petro compite con los cuestionamientos hacia Hernández, quien, pasada la novedad, empezó a ser escudriñado y a generar preocupación por la poca sustancia detrás de su programa de gobierno.
De hecho, el exalcalde de Bucaramanga persistió en su decisión de no acudir a debate alguno. Sin embargo, ayer debió recular tras ser obligado por un tribunal colombiano.
“Acepto que se haga el debate que ordena la justicia. El debate debe ser sin condiciones a la prensa, que pregunten lo que quieran”, aseguró en su cuenta de Twitter. Sin embargo, Hernández le ha puesto a Petro una serie de condiciones para que este debate se realice, las cuales han sido aceptadas por el izquierdista.
“Hernández es de esos candidatos que dependen tanto de un discurso atado a lugares comunes que, si indagas un poco más allá, entonces se queda corto. Por eso ha decidido intervenir lo menos posible, solo para temas muy puntuales, y yo creo que el no querer dar entrevistas o ir a debates evidencia su falta de preparación y su talante populista. Los populistas solo quieren jugar en la cancha que les es favorable”, agrega Garzón.
Sin embargo, el experto señala que esa estrategia aún le puede funcionar para ganar la elección.
“Todas las encuestas han coincidido en el empate técnico. Pero yo tengo la impresión de quien tiene la tendencia ascendente es Hernández”, anota. Y lo explica señalando que el candidato está confiado en el endose automático de los votos de la derecha, basados además en el visceral antipetrismo de esos electores. “Entonces, probablemente no lo trasnocha atraer votos del centro o de los indecisos”.
La imagen que no ayuda
Uno de los aspectos en el que se está enfocando Hernández es el de las mujeres, luego que se difundieran varias declaraciones machistas que dio anteriormente. Esto, además de que su discurso anticorrupción ha venido de la mano de varias denuncias justamente por corrupción cuando fue alcalde de Bucaramanga.
“Es que ya se le están viendo las costuras”, comenta Garzón.
“El estilo desenfadado de Hernández y la novedad que representaba le funcionó para llegar a segunda vuelta, pero a medida que se conoce más de él, la gente se entera de lo bueno y lo malo”, expresa Botero.
Según una última encuesta de Invamer, Petro tiene una imagen desfavorable del 40%. Sin embargo, Hernández pasó de un 12,7% a fines de mayo a 32,9% en apenas tres semanas. “Además de los escándalos de corrupción que se han conocido, Hernández tiene aspectos de su personalidad que son complicados para segmentos muy importantes del electorado, como las mujeres y las zonas urbanas”, apunta.
Pese a ello, el antipetrismo sigue jugando sus cartas. “Esta segunda vuelta es algo muy pasado por las emociones. Hay una porción del electorado que es muy antipetrista, porque, así como muy pocas personas conocían a nivel nacional a Rodolfo Hernández, a Petro lo conoce todo el mundo porque lleva tres décadas de política en este país; entonces hay gente que no puede con él y esa sensación es una de las cosas centrales de la campaña. Muchos de los votos que tiene Hernández no son necesariamente suyos, sino es gente que opta por él porque no concibe votar por Petro”, comenta Botero.
Pero no todo estaría en contra del exguerrillero. El ausentismo -dado que el voto es voluntario- podría abonarle más opciones a Petro, según Garzón: “El ausentismo le favorece a Petro, porque los votos de Hernández son más diversos. Él tiene a la derecha, pero también gente de centro desencantada. Pero el voto del Pacto Histórico es más disciplinado y militante. La gente que deje de votar probablemente esté pensando que ‘peor no nos puede ir’, y esos son electores potenciales de Hernández”.
No obstante, el gran reto del izquierdista es convencer a los indecisos y a los moderados.
¿Y el uribismo?
El gran ausente de esta campaña es, sin duda, el expresidente Álvaro Uribe, una figura altamente polarizante en Colombia. Eso lo sabe Hernández, quien ha preferido que el derechista no le brinde ningún apoyo público. Apoyo que sí recibió de Federico Gutiérrez, el candidato conservador vinculado al uribismo quien tras los resultados de la primera vuelta señaló que votaría por el populista y millonario empresario de la construcción.
“El uribismo está en una crisis complicada desde hace un par de años y que se ha hecho evidente con el muy mal cierre que está teniendo el gobierno actual de Iván Duque”, señala Botero. “Sin embargo, pese a ello, la derecha sigue siendo una porción importante del electorado. Y hay una derecha que no es necesariamente uribista. Lo fue durante décadas, pero ya no es así, y esos son votantes que Hernández está captando muy bien”, agrega.
Pase lo que pase, estas elecciones en Colombia ya son históricas. Dos candidatos que enarbolan la bandera del cambio y que, de hecho, modificarán la deriva política del país.
Así lo resume Sandra Botero: “Esta campaña va a ser un parteaguas. Cualquiera de los dos supone un cambio y un punto de inflexión muy fuerte en la política nacional”.
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