Protestas masivas, violentas. Los "chalecos amarillos" se manifestaban por todo Francia y pedían la dimisión del presidente Emmanuel Macron. Él viajó a la Argentina en un viaje oficial y para participar de la Cumbre de Líderes del G20. Aterrizó anoche en Ezeiza. Al pie del avión no había ningún funcionario para recibirlo, él les dio la mano a dos trabajadores aeroportuarios. Uno vestía chaleco amarillo. Junto a su esposa, Brigitte Trogneaux, caminaron por la alfombra roja y cuando estaban subiendo al auto llegaron -con retraso- los encargados del saludo. La vicepresidenta Gabriela Michetti; el secretario de Relaciones Exteriores de la Cancillería, Daniel Raimondi, el embajador francés en Argentina, Pierre Henri Guignard, y su pareja, María del Carmen Boue-Guignard, les dieron la bienvenida.
Michetti no ocultaba su malestar por el episodio y la repercusión pública que tuvo. Ella estaba en el aeropuerto desde una hora antes del aterrizaje del avión de la Presidencia francesa. Esperaba en un auto estacionado a 20 metros del lugar donde debía saludar a Macron.
Según explican fuentes allegadas a la vicepresidenta, agentes de la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) le dijeron a ella y al embajador que todavía no debían que acercarse a la pista, cuando de repente el presidente y su esposa bajaron la escalera y empezaron a acercarse al vehículo que los debía trasladar al hotel. El despiste convirtió en noticia un acto en general intrascendente para los medios: el saludo se concretó más tarde de lo debido y la cara de desconcierto del líder francés quedó como una de las primeras postales de la cumbre.
Fuente: La Nación de Argentina, GDA