Sao Paulo. Vistiendo un conjunto de ropa interior de encaje negro, Helena Schargel posa seductora, a sus casi 80 años, para una sesión de fotos de su última colección de lencería para mujeres de la tercera edad en Brasil.
“¡Muy bien, maravillosa!”, aprueba el fotógrafo, mientras ella mira confiada hacia la cámara en un antiguo depósito reformado de Sao Paulo.
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Después de varias décadas trabajando en una empresa textil, esta mujer enérgica decidió jubilarse, hace tres años, y se reinventó fundando un proyecto para sacar de la oscuridad a las mujeres de edad avanzada.
¿Su estrategia? Diseñar moda íntima dirigida a esta franja etaria y ser ella misma la modelo.
“Es un proyecto que tiene un propósito: sacar a las mujeres de la invisibilidad”, cuenta Schargel en su departamento elegantemente amueblado.
Tras lanzar varias colecciones de moda íntima con la marca Recco Lingerie, este año se aventuró en el mundo de la ropa deportiva creando una línea para Alto Giro. Y tiene otros proyectos en la manga.
Schargel, quien colabora con el diseño de las prendas, asegura que las mujeres de más de 60 años en Brasil han sido ignoradas durante mucho tiempo por las empresas de moda, por la sociedad e inclusive por ellas mismas.
Comparte mensajes de aliento en su cuenta de Instagram, donde tiene casi 18.000 seguidores, en su mayoría mujeres de todas las edades: “No tengas miedo de arriesgar” o “¿quién te dijo que no puedes?”, las cuestiona en sus publicaciones, que atraen cientos y a veces miles de “me gusta” y comentarios.
“Nunca pensé en mi edad, esto nunca me preocupó”, afirma la emprendedora, a quien le parece “una locura” la popularidad de las cirugías plásticas en Brasil.
“Fue hace poco tiempo que percibí que ya no tengo 33”, bromea.
Hija de inmigrantes polacos, Schargel era adolescente cuando empezó a confeccionar piezas y a venderlas en la tienda de ropa de sus padres.
Era apenas el comienzo de una vida consagrada a la moda. En el camino, se casó dos veces y tuvo dos hijos. Ahora tiene cinco nietos y nietas, y algunas de ellas visten sus creaciones.
La vida de jubilada no combina con ella, que se mueve con la agilidad de una persona varias décadas más joven.
“Gracias a Dios, no preciso hacer gimnasia [para verme bien], es algo maravilloso”.
“Hago pilates tres veces por semana, me hace bien, le hace bien a mi alma”, afirma.
Fuente: AFP