Un grupo de seguidores del Gobierno de Bolivia se apostó fuera de la cárcel en la que está recluida la expresidenta interina Jeanine Áñez, que este viernes cumplió diez días de huelga de hambre, e impidió que se cumpliera una orden judicial para recibir atención médica en un centro de salud.
La alerta se produjo tras conocerse el resultado de una audiencia celebrada intempestivamente por la mañana, en la que un juez autorizó el traslado de Áñez a un centro de salud, algo que demoró en ejecutarse hasta que al final de la tarde esa decisión fue modificada por el mismo magistrado.
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Inicialmente, en exteriores del Centro Penitenciario Femenino de Miraflores en La Paz estaban dos de los abogados de Áñez y un grupo de no más de diez personas que hace algunos días instalaron una vigilia con exigencias de libertad de la exmandataria.
AUTORIZACIÓN DE SALIDA
El traslado de Áñez se fijó para las 14:30 hora local (18:30 GMT), pero poco a poco fueron llegando grupos de personas que comenzaron a entonar cánticos contra Áñez tildándola de “asesina” y advirtiendo que “aunque lloren, no va a salir”.
Unos cuantos policías conformaron una barrera entre los manifestantes afines al oficialismo, entre los que se identificó a varios funcionarios públicos, y los seguidores de Áñez mucho menores en cantidad.
“Realmente ella está grave” y “tiene problemas para caminar”, dijo a Efe la abogada Norka Cuellar cuando esperaba la salida de su defendida Áñez.
Durante unos minutos ambos bandos intercambiaron insultos hasta que desde el lado oficialista comenzó una lluvia de huevos contra los integrantes de la vigilia que apoyaba a Áñez, hasta que al final consiguieron que se fueran.
De inmediato, un grupo destruyó la carpa en la que estaban resguardados los seguidores de la exmandataria interina y la arrastraron varios metros para finalmente prender fuego al armazón y los carteles que pedían “justicia y libertad” para Áñez.
“El pueblo está emputado (molesto)”, con los jueces y fiscales, decían algunas personas exaltadas ante la improvisada fogata.
Los minutos pasaron hasta que por una de las puertas alternas del penal echaron a empujones a Carolina Ribera, hija de Áñez, que se quejó de haber recibido golpes y rasguños por parte de policías que se taparon los rostros cuando ella buscaba acompañar a su madre.
“Están yendo en contra de una orden judicial y me dijeron que mi madre no va a salir de ahí”, manifestó Ribera a los medios.
VIGILIA PARA QUE AÑEZ NO SALGA
Los manifestantes identificados con el gobernante Movimiento al Socialismo (MAS) cerraron la calle a la que da el principal acceso a la cárcel para evitar que ingrese alguna ambulancia y resguardaron también el acceso posterior.
“Vamos a estar en vigilia y no nos vamos a ir (...) no va a salir”, dijo a Efe Bertha Taco que mencionó que su hijo perdió la vida durante la crisis política y social de 2019.
Áñez inició la pasada semana una huelga de hambre como “último recurso” para lograr su libertad y captar la atención de los organismos internacionales.
La exmandataria está recluida preventivamente desde marzo del año pasado y sobre ella pesan dos procesos penales, los casos “golpe de Estado I y II” en los que se afirma, según el oficialismo, que ella se colocó ilegalmente en línea de sucesión constitucional para luego asumir la Presidencia del país.
Añez era segunda vicepresidenta del Senado cuando el entonces presidente Evo Morales renunció a su cargo seguido por el vicepresidente y los presidentes de la Cámara Alta y la Cámara de Diputados.
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