En los últimos cinco años se sumaron a la pobreza extrema en América Latina 17 millones de personas.
Mientras en 2014 había 46 millones en esta situación, en 2018 subieron a 63 millones, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
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“Una de las razones que explican este aumento es que se produjo un ajuste fiscal, un recorte de recursos para los hogares más pobres”, le dice a BBC Mundo Alicia Bárcena, secretaria ejecutiva de la organización.
Como muchos de los países de la región han hecho recortes del gasto social, esto ha afectado directamente a las familias más vulnerables, que viven de sus ingresos y de los subsidios que entrega el Estado.
“La extrema pobreza depende en gran medida de los programas sociales”, explica Bárcena, y cuando los recursos asignados disminuyen, ésta sube inmediatamente.
La mayor alza de la extrema pobreza se produjo entre 2015 y 2016, mientras que el último incremento fue de un millón de personas entre 2017 y 2018.
De acuerdo a la información que maneja la Cepal, con datos actualizados por país hasta 2017, la pobreza extrema aumentó principalmente en Brasil, Bolivia y Ecuador.
Mientras que los países donde más ha bajado la pobreza extrema, con datos hasta 2017, son El Salvador, Paraguay y Panamá.
Venezuela no aparece en el ranking porque dejó de reportar los datos.
Protección social
Actualmente, una de cada 10 personas en la región vive en condiciones extremadamente pobres; es decir, sus ingresos no le permiten subsistir.
Por eso, el organismo argumenta que la capacidad de los Estados para proveer garantías universales de protección social sigue siendo limitada.
Y en este sentido, la exclusión golpea con más fuerza a quienes no realizaron cotizaciones para la vejez en el mercado formal de trabajo, y a quienes, por distintas circunstancias, quedan en una situación de vulnerabilidad.
Esta vulnerabilidad depende principalmente del empleo, los beneficios públicos y otro tipo de ingresos complementarios, como pueden ser las remesas.
Lo complejo es que la mayor parte de las personas con escasos recursos económicos vive del trabajo informal, lo que no les permite ahorrar para la jubilación ni tener un mínimo de estabilidad para enfrentar eventos como la enfermedad de un miembro de la familia o el nacimiento de nuevos hijos.
Menos que el salario mínimo
Además de las redes de protección social, la clave para superar la pobreza y la extrema pobreza es el empleo.
Sin embargo, el 42% de los empleados en América Latina gana un ingreso inferior al sueldo mínimo en sus respectivos países.
Es decir, cuatro de cada 10 trabajadores tiene un trabajo considerado técnicamente como indecente porque no les permite cubrir la canasta básica de necesidades.
Además, la mayoría de las personas afectadas por esta situación son mujeres.
Autonomía económica
Y en lo que se refiere al salario mínimo, mientras en Sudamérica la situación ha mejorado en los últimos años, en México y Centroamérica el sueldo sigue siendo demasiado escaso, un problema que se suma a la pérdida de poder adquisitivo.
“La falta de acceso al trabajo decente es un factor determinante de la pobreza y las desigualdades sociales”, señala Bárcena.
Hasta 2014 se produjo una baja de la desigualdad en la región, pero a partir de 2015, agrega, la disminución ha sido mucho menor.
“Antes íbamos muy bien y ahora desgraciadamente hemos bajado la velocidad”.
“Creemos que en la inclusión laboral se encuentra la solución a muchos de los problemas. Es lo que le da el empoderamiento y la autonomía económica a las personas”, apunta Bárcena.
“Necesitamos crecimiento económico y mayor gasto social para combatir la pobreza y la extrema pobreza”.