Marina Silva: un tsunami se acerca a la presidencia de Brasil
Marina Silva: un tsunami se acerca a la presidencia de Brasil
Redacción EC

Por: Gisella López Lenci ()

Su historia tiene todos los ingredientes de una película de superación personal. Nacida en una familia de recolectores de caucho en la Amazonía brasileña, analfabeta hasta los 16 años y sobreviviente de una contaminación de mercurio. Empleada del hogar, residente en un convento de monjas y profesora de Historia. Activista ambientalista, y ministra. Pero su sorprendente historia está lejos de haber acabado.

A sus 56 años, puede ser la próxima presidenta de Brasil –está a solo un punto porcentual de distancia de Dilma Rousseff según la encuesta de la firma Sensus divulgada ayer–  gracias a mucho tesón y una trágica vuelta del destino.  

El 13 de agosto, el candidato en un accidente aéreo en Santos. Marina, quien era su compañera de fórmula, fue la elegida por el Partido Socialista Brasileño () para reemplazarlo. Y la presidenta , que había salido airosa de la organización del Mundial pese a las protestas y que marchaba cómoda en los sondeos de opinión, vio cómo su posición comenzaba a temblar.

Desde la semana pasada las encuestas muestran que la primera vuelta, programada para el 5 de octubre, no será suficiente. Según Ibope, en una eventual segunda vuelta, pactada para el 26 de octubre, la elección definitiva la ganaría Silva con el 46% de votos frente al 39% de Rousseff.

“Un huracán”, “un tsunami”, lanzaron los analistas. Marina entró con pie derecho en la campaña. Si bien su irrupción fue inesperada, no se trata de una ‘outsider’ que acaba de emerger en la política brasileña.

“Ella es muy conocida en Brasil y en el mundo por los movimientos ambientalistas. Además, postuló en el 2010 con el Partido Verde y consiguió un 20% de los votos válidos”, recuerda a El Comercio el politólogo David Fleischer.

Marina Silva trabajó con el activista amazónico PT), de Luiz Inácio Lula da Silva.

En el 2002, bajo el gobierno del PT, la nombró ministra del Ambiente, cargo que ocupó durante seis años. Fue un período en el que ayudó a reducir la deforestación de la Amazonía, pero en que –ironías del destino– debió enfrentarse a la entonces ministra de Energía, Dilma Rousseff, quien la consideraba un estorbo para la puesta en marcha de las grandes represas y obras de infraestructura en el centro del país.

Silva terminó renunciando al partido en el 2008 y decidió postular a la presidencia por el en el 2010. Consiguió el tercer lugar e impidió que su contrincante Dilma ganara la elección en primera vuelta, pues le quitó una porción importante de votos.

LA POLÍTICA DEL CAMBIO
Desde que entró en esta campaña, Marina afirma ser la representante de una nueva política, que busca romper con las prácticas de los acomodos, las alianzas y las coaliciones por conveniencia, que han hecho de Brasil un país con un alto índice de .

De manera inteligente, ha sabido ser la voz de todos esos miles de jóvenes que salieron a protestar en el 2013 contra el gobierno, y los otros miles que criticaron este año con vehemencia el gasto estatal en la construcción de estadios mundialistas. Por ello, sus votantes son –en su mayoría– brasileños de clase media que quieren romper con el PT y sus 11 años en el poder.

“El PT no ha sido capaz de tener una buena comunicación con los votantes. Dilma es muy enfática e incluso presumida. Es ‘la presidenta’. Además, no puede prometer los grandes cambios que los votantes quieren porque eso implicaría admitir fallas en su gobierno”, señala Fleischer.

Esos grandes cambios implican mejoras en la salud pública, la educación, el transporte público, la y la lucha anticorrupción. Pero, sobre todo, cambios en la política económica. Brasil, el gigante de Sudamérica, se halla técnicamente en recesión luego de dos trimestres consecutivos de contracción de su PBI.

Pero Rousseff tiene un gran bolsón electoral en las zonas más pobres del país que se han beneficiado de los programas sociales del régimen y que pesan en la balanza. Dilma depende de ellos.

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