Seis meses después de asumir el poder, el primer presidente izquierdista de Colombia ha empezado a encontrar el termómetro a su ambiciosa batería de reformas en las calles del país. Primero, Gustavo Petro pidió a la ciudadanía movilizarse a favor de sus propuestas y, después, miles de manifestantes protestaron en las principales ciudades en rechazo a las aspiraciones de su gobierno.
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Petro se alista a presentar en las próximas semanas al Congreso, de mayoría oficialista, importantes reformas a los sistemas sanitario, laboral y de pensiones, entre otros. También formalizará la visión con la que intentará poner fin al conflicto que mantiene el Estado contra guerrilleros y narcotraficantes. Todo forma parte del giro de 180 grados que el mandatario quiere para el país.
El jefe de Estado intentó conseguir un espaldarazo a sus propuestas llamando él mismo a que los colombianos realizaran manifestaciones y concentraciones a su favor el martes último. Sin embargo, los asistentes fueron superados en número por los miles que protestaron un día después en Bogotá, Medellín, Cali y otras ciudades contra las mismas propuestas.
Alejándose del tono conciliador que había mantenido, Petro afirmó que si el Congreso no aprueba sus iniciativas seguirá convocando marchas. El gobernante cuenta en el Parlamento con una coalición conformada por partidos de izquierda, centro e incluso de derecha, pero sus reformas han provocado fisuras en esa alianza e incluso al interior del Gobierno.
Néstor Julián Restrepo Echavarría, doctor en Política, Comunicación y Cultura, y coordinador de la Maestría en Comunicación Política de la Universidad EAFIT, considera que, al menos hasta este punto no ve el inicio de una ola de protestas, sino movilizaciones que aún no tienen una causa muy clara todavía. Para él, la lectura de lo que pasa en Colombia hay que hacerla desde dos visiones.
“Si algo ha caracterizado estos seis meses de gobierno de Petro es la incertidumbre. Todavía estamos en una especie de momento electoral álgido, donde muchos aún no aceptan que ganó la izquierda. Desde esa lógica vemos a un gobierno, que, al igual que en otros países latinoamericanos, usa la herramienta del pueblo y un tono populista. Más que presionar al Parlamento, yo más bien veo que el gobierno quiere usar algo que en Colombia no se usaba y que es meter a la ciudadanía dentro de las lógicas de las propuestas del gobierno”, dice a El Comercio.
Reformas en varios frentes
La polarización aumentó luego de que Petro presentara el lunes al Congreso un proyecto para reformar la salud y que llevaba semanas bajo debate en el país.
El gobierno afirma que su propuesta busca prevenir y tratar a tiempo las enfermedades, aumentar la cobertura, subir salarios a los trabajadores del sector y combatir la corrupción centralizando el pago por servicios. Del otro lado, quienes critican la reforma de salud temen ver amenazado ese derecho, aunque aceptan que hay que hacer ajustes a lo que hay.
Bajo la premisa de fortalecer al Estado en un país con altos índices de corrupción, Petro también presentará una reforma laboral y otra al sistema de pensiones. Ha planteado, además, implementar programas para dar acceso gratuito a educación universitaria a jóvenes sin recursos y entregar subsidios a los colombianos que viven en la pobreza.
Se suma a la ambiciosa lista una reforma agraria que busca que los campesinos tengan acceso a la tierra y contribuyan a aumentar la producción agrícola.
Entre las reformas que causan más controversia está la propuesta de una política conocida como “paz total”, con la que el Gobierno trata de desmovilizar a rebeldes, narcos y guerrilleros que mantienen la lucha tras el acuerdo de paz firmado con la guerrilla de las FARC en el 2016. Para ello, el Ejecutivo plantea el sometimiento a la justicia de las bandas criminales, la reducción de las penas de los narcotraficantes que desmantelen sus organizaciones y otros beneficios como la conservación del 10% de sus fortunas.
Gracias a su mayoría en el Congreso, el gobierno logró que se aprobara una reforma tributaria que aumenta los impuestos de los más ricos. Para la oposición, los recursos del Estado no darán abasto para todas las reformas del gobierno.
“Las reformas generan reparos porque plantean un cambio del modelo. Colombia es un país muy neoliberal y cuando aparecen reformas de corte social, con un toque estatista, se prenden todas las alarmas”, señala Restrepo.
Aunque considera que una reforma a la salud podría tener aspectos positivos, el experto destaca que el gobierno de Petro nació rodeado por la desconfianza que envuelve a todo lo que sea de izquierda en Colombia.
Restrepo apunta que esto se ve especialmente en la nueva visión de la paz que propone el gobierno. “En este proceso de paz que se quiere implementar -se acaba de presentar el borrador del proyecto de ley de sometimiento a la justicia con el que el Gobierno busca negociar con grupos criminales- hay mucha desconfianza. Se teme que haya impunidad, que no se entregue realmente a los que deberían ser entregados, que dejen las redes de narcotráfico, etc. En Colombia no va a haber paz hasta que todo el mundo se entregue o empiece una nueva forma de vida sin pensar en el narcotráfico”, considera.
Otro problema, apunta, es que muchos se preguntan qué tan bueno es en este momento de la historia latinoamericana volverse un país tan estatizado. “Creo que también hay un problema de centro-periferia. En las grandes ciudades del país se prenden las alarmas, pero a los que viven en los márgenes de la Amazonía o del Pacífico colombiano solo les importa que haya un hospital cerca de sus hogares”, añade el analista.
Presión al alza
Es claro que, en este punto, el desafío más grande que enfrenta Petro es la aprobación de sus reformas, lo que sume a Colombia en una gran inquietud sobre lo que le espera al gobierno.
Para Restrepo, Petro sabe perfectamente que si en el primer año o máximo segundo año no logra sacar las reformas, el resto de su mandato va a pasar “sin pena ni gloria”.
“Yo creo que el presidente está siendo ambicioso tirando toda la carne en el asador para que de ahí salgan dos o tres reformas y se convierta en el presidente reformador de Colombia. En realidad, con una sola reforma ya bastaría para ser visto como un gran reformador porque sus aspiraciones de cambio son profundas. Su apuesta es esa. Yo no creo que piense que va a lograrlas todas, aunque va a intentarlo. Hay bastantes intereses detrás de cada reforma y va a ser muy difícil”, agrega.
Además, apunta que en este momento los colombianos no tienen claro en qué consiste la reforma de salud completa o la pensional. “No tenemos claras muchas cosas, lo que hay son varias especulaciones”.
Para calmar los ánimos, el ministro del Interior, Alfonso Prada, admitió el miércoles 15 la posibilidad de ceder en algunos y aseguró que el presidente espera que el Congreso apruebe sus reformas, pero que las leyes serán producto de la concertación y no de la imposición.
“No hay posibilidad de imposición en un régimen democrático y deliberante como el colombiano que lleva todas estas reformas al Congreso”, dijo Prada a la agencia Reuters.
En caso de que no se aprueben las reformas en el actual periodo de sesiones del Congreso, el Gobierno deberá presentarlas de nuevo, lo que implicaría un retraso en la implementación de sus políticas.
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