Enterrado por las cenizas del volcán Calbuco, Ensenada se ha convertido en un pueblo fantasma. Sus habitantes, evacuados, solo pueden ir unas horas al día, para trabajar en limpiar cenizas y dar de comer a sus animales.
"Con mi familia, nos estamos alojando en un refugio. Nuestra vivienda quedó sin acceso. Todas las mañanas vamos en 4x4 manejando hasta unos 700 metros de la casa. Tratamos de despejar las cenizas, que siguen cayendo todos los días", le dijo a BBC Mundo el dueño de la Ferretería Ensenada.
La comunicación telefónica cuando se trata de hablar con los afectados es terrible.
"El problema más grave es que no hay agua, se secó el pozo", acertó a decir antes el comerciante antes de que se cortara la llamada. Él, como sus vecinos, está refugiado en un liceo de Puerto Varas, a unos 60 kilómetros de Ensenada.
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SIGUE LA ALERTA ROJA
A orillas del lago Llanquihue y virtualmente al pie del Calbuco, el pueblo consiste básicamente en unos pocos restaurantes, varios hostales y cabañas, y tiendas de turismo de aventura.
Los negocios siguen cerrados en Ensenada.
También hay algo de agricultura, piscifactoría y ganadería en este rincón de Chile con aires de paraíso que ha visto cómo precisamente uno de sus mayores atractivos, el volcán, se ha convertido en su condena.
Sus habitantes solo pueden regresar a sus casas y negocios para, con sus máscaras protectoras, limpiar durante unas pocas horas.
Tras la erupción del jueves, la columna de cenizas alcanzó los 20 kilómetros de altura. Las autoridades estiman que en la zona han caído más de 200 millones de metros cúbicos de ceniza. Y sigue cayendo.
Por eso no han levantado la alerta roja ni la prohibición de regresar al lugar porque el volcán sigue activo y no ha pasado el riesgo de nuevas erupciones.
La ceniza sigue cayendo...
... y la alerta roja activada.
Los vecinos de Ensenada sólo pueden acceder unas horas al pueblo para limpiar la ceniza de sus propiedades.
Pero el mayor temor de los vecinos es la lluvia. Si llueve, se podrían crear peligrosos deslizamientos de lodo.
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LAS PÉRDIDAS
De eso tenemos el precedente del volcán Chaitén, en mayo del 2008. Entonces, a más de dos semanas de lluvia de cenizas se unió el agua caída para prácticamente destruir la localidad cercana.
El Calbuco, ya había entrado en erupción en 1961 y mostró algo de actividad en 1972, es el segundo volcán que entra en erupción en Chile desde que el 3 de marzo lo hiciera el Villarica. En el país hay 90 activos.
Los techos de algunos negocios terminaron derrumbándose por el peso de la ceniza acumulada. Además, temen por el destino del ganado.
El gobierno anunció que ofrecerá compensaciones a agricultores y campesinos afectados. Piscifactorías y otros negocios también se han visto golpeados por la situación.
"Dependemos completamente del turismo y en este momento el lugar, que es uno de los más bonitos de Sudamérica, está completamente de color café", le dijo a BBC Mundo César Elgueta, dueño de un restaurante en Ensenada.
"Todos los días vamos con palas y escobas para sacar la ceniza. Mi casa está en Puerto Varas y por eso no estoy tan preocupado como algunos de los locales que temen perder todo".
El gobierno anunció que dará ayudas a los ganaderos y agricultores afectados.
Una de las principales fuentes de ingresos de los vecinos de Ensenada es el turismo.
Los vecinos sólo pueden esperar a que la ceniza pare de caer, mientras limpian sus casas.
Y también se vieron afectadas algunas viviendas. "Aquí no hay nada más que hacer, rescatar lo poco que puedas y salir adelante. Y no hay más palabras. Lo que pasó está a la vista y esta casa no sirve para nada", le dijo a la agencia AP Andrés Reyes.
Embarcados en la inmensa tarea de recuperar la antigua apariencia de un lugar enterrado en ceniza, muchos esperan la llegada de maquinaria pesada.
"Ahora tenemos que pensar en el futuro. Esperamos que en dos meses Ensenada pueda volver a la normalidad. Pero depende de si el volcán nos deja en paz", le dijo Pedro González a la AFP.