Daniel Ortega, de 70 años, ganará la elección presidencial de hoy en Nicaragua. Y posiblemente lo haga con más alta votación que en sus tres anteriores victorias. Sin embargo, no todo es perfecto para el sandinista. Este proceso enfrenta serios cuestionamientos, luego de que la justicia le despejara el camino sacando de carrera al principal partido de oposición y los ciudadanos se quedaran con alternativas señaladas de ser satélites del oficialismo.
Y la cereza del pastel fue la designación de Rosario Murillo, la esposa de Daniel Ortega, como candidata a la vicepresidencia. Esta situación ha dado pie para que los opositores señalen que en el país –que ya tiene reelección indefinida– se pretende instaurar una dinastía, un modelo de partido único al estilo de Corea del Norte.
Con este cantado triunfo, Ortega acumulará 15 años consecutivos en el poder y un total de 24 años gobernando Nicaragua. Todavía está por debajo de los 45 años que estuvo la dinastía Somoza al frente del país, pero sus detractores dan por descontado que se encamina en ese sentido.
Daniel Ortega y su esposa Rosario Murillo en imágenes de 1995, 1996, 2013 y 2015. (AFP)
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¿Cómo se llegó a esta situación?
En junio de este año, la Corte Suprema, controlada por el sandinismo, le quitó al diputado Eduardo Montealegre la representación legal del Partido Liberal Independiente (PLI), la principal formación de oposición, y se la dio al dirigente Pedro Reyes. Montealegre iba a ser candidato presidencial, mientras que Reyes es considerado cercano a Ortega.
Como consecuencia del fallo, la Coalición Nacional por la Democracia, de la que formaba parte el PLI, desistió de participar en los comicios.
El siguiente golpe se dio a fines de julio, cuando el Consejo Supremo Electoral destituyó a 28 diputados opositores con el argumento de que habían desconocido la sentencia sobre el PLI.
Reuters
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Partido único
Edmundo Jarquín, quien formó parte de la revolución sandinista y es coautor del libro “El régimen de Ortega. ¿Una nueva dictadura familiar en el continente?”, le dijo a El Comercio que se llega a estos comicios en condiciones semejantes a las de un régimen de partido único.
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“La única incertidumbre que hay, al haberse excluido a la verdadera oposición al régimen, es qué porcentaje de votos les va a asignar el Consejo Supremo Electoral –dirigido por Ortega– a Ortega y a su esposa, y qué porcentaje de votos les va a asignar a los partidos satélites”, remarca Jarquín.
Para el politólogo nicaragüense José Antonio Peraza, estas elecciones se dan en las peores condiciones desde que empezó el proceso democrático en Nicaragua en 1990.
Para sustentar su tesis se apoya en las siguientes razones: “No hay observación electoral nacional ni internacional, a la segunda fuerza política se le quitó su personería jurídica y los diputados de la Asamblea Nacional fueron desaforados. Además, quien administra el proceso es el mismo Consejo Supremo Electoral con las mismas personas que cometieron el fraude del 2008 y del 2011”, enfatiza.
Para esta nota El Comercio buscó a la embajadora de Nicaragua en el Perú, Marcela Pérez Silva, pero no hubo respuesta.
AFP
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El milagro económico
En contraste con las turbulencias políticas, que han puesto al país en la mira de organismos hemisféricos, mucho del innegable caudal electoral que arrastra Daniel Ortega se debe al manejo de la economía. Ello le ha valido elogios del Banco Mundial, que en setiembre pasado indicó que en los últimos años Nicaragua se ha destacado por mantener niveles de crecimiento superiores al promedio de América Latina, “gracias a disciplinadas políticas macroeconómicas, combinadas con una expansión constante de las exportaciones y la inversión extranjera directa”.
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Pero Jarquín cuestiona el milagro económico. “El supuesto éxito económico de Ortega no existe en la realidad. La tasa de crecimiento promedio en los nueve años de su gestión comparada con la de los nueve años anteriores ha sido mínima: 3,87% en promedio contra 3,82%”.
En cuanto a lo político, la OEA empezó hace dos semanas un proceso de diálogo con el Gobierno sobre los comicios de hoy, pero los resultados de ese acercamiento se darán cuando todo esté consumado, diez días después de la asunción de mando de Ortega en el 2017.