El 19 de junio de 1994 a las 2:30 de la madrugada, un grupo de la Fiscalía llegó a la Clínica de las Américas de Medellín a hacer el levantamiento del cuerpo de una mujer que había sido asesinada con un arma de fuego. Más de 28 años después, el asesino aún no responde ante las autoridades de Colombia a pesar de que fue capturado hace casi cinco meses en Estados Unidos.
EL TIEMPO conoció el expediente que terminó en la condena de William Hernando Usma Acosta, quien en noviembre de 1996 fue sentenciado por el juzgado séptimo de Medellín a pagar 45 años de cárcel por el crimen de su esposa y el intento de homicidio de una menor de edad. Luego, la sentencia en segunda instancia rebajó su pena a 28 años y seis meses de cárcel.
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egún la investigación, Usma Acosta, que de acuerdo a fuentes del Ministerio de Justicia hoy está en custodia del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) pendiente de su expulsión a Colombia, se casó en Cúcuta en 1984 con Laura Rosa Agudelo Taborda.
La pareja tuvo dos hijos, un niño y una niña, y convivió hasta un año antes del homicidio, pero testigos escuchados por la Fiscalía señalaron que la felicidad no duró mucho y que siempre tuvieron problemas y que incluso él la golpeaba seguido.
a hija de la pareja señala que el hombre abusaba sexualmente de su madre y que cuando se molestaba, sacaba el revólver y hacía tiros al aire. Y otro familiar dijo que el condenado era extremadamente celoso, que le prohibía a su esposa salir de la casa y que cuando ella lo hacía, dejaba de trabajar en su taxi y la seguía, también llegó a bajarse del carro para golpearla en la calle.
”Resulta incuestionable que la pareja se relacionaba con agresiones y violencia desproporcionada desde hace varios años, el maltrato físico y verbal era continuo y en este ambiente, donde se alimentaban sentimientos de odio y venganza y situaciones emocionales como la ira, finalmente desembocó en hechos nefastos”, se lee en la sentencia conocida por este diario.
Una noche violenta
La investigación señala que el 18 de junio de 1994, a las 7 de la noche, Usma llamó a Agudelo, de quien llevaba un año separado, y le dijo que alistara la ropa de su hijo de cuatro años con quien iba a pasar el fin de semana en la casa de sus padres. Le dijo que iba a ver el partido de fútbol entre Colombia y Estados Unidos y luego pasaba a recoger al menor.Efectivamente el hombre pasó por el menor y se fue y Agudelo, en compañía de otros familiares, salió a una casa ubicada a siete cuadras a una fiesta. Usma regresó a la vivienda porque se le olvidó la cobija y el tetero del niño y no encontró a su expareja y los testigos dicen que se puso de mal humor y agresivo y le gritó a Agudelo: “hijueputa, voy a llenar esta casa a plomo”, y ella le respondió “entonces va a ver mucho plomo”, luego se encerró en su casa e hizo unos disparos al aire.
Los testigos le dijeron a los investigadores que a Agudelo se le acabó la munición y salió a la calle a buscar más balas “porque decía que no aguantaba tantos problemas y que ese era el día en que ella o William se mataban”. Un vecino, según la sentencia, le quitó el arma a la mujer y ella regresó a la casa.
Pero a las 9:30 de la noche Usma volvió a la casa y de forma agresiva preguntó por su hija y luego de un rato, ambos estaban en la calle discutiendo fuertemente, luego pasaron a los golpes y un vecino hizo un disparo al aire para detener el enfrentamiento.
Usma se fue pero advirtió que volvería y Agudelo regresó a la fiesta en donde siguió tomando licor y, en medio de lágrimas, insistía en que ya estaba cansada de tantos problemas con su expareja.
Ya en la madrugada, la mujer salió de la fiesta e iba caminando hacia su casa acompañada a lado y lado por su hija y su sobrina. No habían andado una cuadra cuando apareció Usma en el taxi que manejaba y frenó en seco, ella alcanzo a verlo y le dijo: “ve este perro qué querés”, y él respondió: “esto malparida”, y disparó en varias ocasiones, causando heridas a su expareja y a una de las menores que la acompañaba.
El hombre escapó del lugar y las autoridades no lograron ubicarlo para llevarlo ante la justicia, lo último que se supo de él fue que a las 9 de la noche del día del crimen, horas antes de asesinar a su pareja, fue a una estación de policía y denunció que su pareja era violenta, que le había disparado y que lavaba dinero proveniente de actividades ilegales de un hermano de ella que vivía en Estados Unidos. Para el juez del caso, esto fue una maniobra para intentar desviar la investigación.
Evadió a la justicia y huyó con identidad falsa
Del condenado no se volvió a saber nada, EL TIEMPO consultó a Migración Colombia, que señaló que no hay registros de su salida del país, pero a pesar de esto, terminó en Estados Unidos con una nueva identidad con la que logró eludir la acción de la justicia por casi tres décadas.
En junio de 2020, el FBI recibió información sobre la posible presencia de un prófugocolombiano sobre el que pesaba una circular roja de Interpol y que al parecer se ocultaba en el área metropolitana de Boston.
Se inició entonces la recolección de información y la búsqueda de una persona que ya tendría más de 60 años y cuya apariencia distaría mucho de la foto que aparecía en la circular de captura internacional. Se estableció que el prófugo vivía y trabajaba bajo la identidad de Carlos Alberto Rendón y que incluso había logrado estatus de residente permanente en ese país.Precisamente esto último lo delató, pues como parte del trámite para la residencia envió un certificado de nacimiento y sus huellas digitales que, al pasarlas por el sistema, coincidieron con las de un prófugo internacional.
Según el FBI el hombre ingreso ilegalmente a Estados Unidos en 1995 por la frontera terrestre con México, se casó con una ciudadana estadounidense con quien tuvo un hijo. Inicialmente vivieron en Somerville, Massachusetts, y luego se trasladaron a Belmont, en donde se realizó la captura por parte de hombres de la Fuerza de Tarea de Crímenes Violentos de la División de Boston de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI) y oficiales de las Operaciones de Detención y Deportación (ERO) del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE).
”William Hernando Usma Acosta es un asesino a sangre fría, convicto que pensó que podía evadir la justicia ingresando a los Estados Unidos y creando una nueva identidad para vivir bajo el radar. Necesita enfrentar la justicia por lo que hizo, y el arresto de hoy asegura que lo hará”, dijo tras la captura Joseph R. Bonavolonta, agente especial a cargo de la División de Boston del FBI.
Bonavolonta agregó: “la Commonwealth de Massachusetts no será un refugio seguro para los buscados en sus países de origen, y el FBI continuará aprovechando nuestras asociaciones internacionales para sacar a los fugitivos peligrosos como él de nuestras comunidades”.
Desde el 13 de abril el colombiano capturado fue puesto a disposición de un juez de inmigración por cargos de haber violado los términos de su estatus legal permanente a través de fraude, y se espera que esa instancia autorice su expulsión a Colombia en donde lo espera una celda para que cumpla su condena.