La paciente Lucia Pina, que sufre de neumonía atípica, habla con el Dr. Giorgio Franyuti en la Unidad Operativa de Hospitalización COVID-19 del Campo Militar 1, en la Secretaría de Defensa Nacional en la Ciudad de México. (Foto: ALFREDO ESTRELLA / AFP)
Hospital de México
Redacción EC

Ciudad de México [AFP]. Durante los once días que Patricia Bautista batalló contra el (COVID-19) en , su hijo menor no cesó de preguntar: “¿Mi mamá está viva?”. La angustia terminó, pues ya puede abandonar el complejo militar reconvertido en hospital donde fue curada.

Había dejado con su esposo al niño de siete años llorando la noche en que la fiebre, la tos y el ahogo se hicieron intolerables y fue llevada al hospital. Desde entonces, el único contacto con el exterior fueron tres videollamadas con su hijo mayor.

“Pensé lo peor, me deprimí mucho los primeros días. Sí pensé que no iba a poder salir (con vida), pero mira, gracias a Dios estoy aquí”, dijo a la AFP la mujer de 41 años con los ojos llorosos por la emoción de estar cada vez más cerca de su familia y lejos del coronavirus.

Junto a ella, otras pacientes con la mirada perdida o los ojos cerrados, anhelan un final feliz. A un costado, el diagnóstico en una hoja de papel es el mismo: “neumonía atípica, probable COVID-19”.

“Ya estoy mejorando”, asegura Asela Hernández, de 56 años, quien cuenta los días para que le den el alta.

Patricia es una de dos centenares de personas recuperadas en este hospital de terapia intermedia, ubicado en un cuartel militar al oeste de Ciudad de México, que trata a pacientes que no estén en condiciones críticas.

Una enfermera se encuentra al lado de un estante con medicamentos. (Foto: ALFREDO ESTRELLA / AFP)
Una enfermera se encuentra al lado de un estante con medicamentos. (Foto: ALFREDO ESTRELLA / AFP)
/ ALFREDO ESTRELLA

“Otro mundo”

El cuarto de los enfermos colinda con la antigua armería, última parada antes de lo que los médicos allí llaman el “otro mundo”, el del virus, que en México -un país de 127 millones de habitantes- deja más de 21.800 muertos y unos 180.500 contagiados.

Una línea en el piso marca la aduana entre las partes “limpia” y “sucia”. Ahí se debe utilizar equipo de protección de pies a cabeza y cualquier error puede salir caro.

En el área covid, donde antes dormían los militares y Patricia aguarda su salida, el tiempo no importa. Médicos y enfermeras no pueden usar reloj y se enteran de lo que ocurre afuera porque alguien toca la puerta o los llaman a cualquiera de los dos celulares dispuestos para emergencias.

“Lo primordial es explicarles la situación por la que están pasando (...), eso los conforta”, dice la doctora Ana Karen Pérez, de 27 años, con mono blanco, gafas y cubrebocas. Sería difícil saber quién es si no fuera porque escribió su nombre en las gafas.

En las paredes hay cartas que dejaron pegadas antiguos pacientes.

“Gracias a todos los que me atendieron y tuvieron la paciencia necesaria para mí”, escribió una mujer que salió cuatro días atrás.

También con notas Liliana Flores, jefa de enfermería y militar que abandonó su retiro para combatir al nuevo coronavirus, ayudó a Juan José, un enfermo desesperado por no poder ver a su familia.

Flores, de 42 años, envió la imagen de una carta que el hombre redactó para su esposa y luego transcribió la respuesta.

“Lloró, fue una situación que lo animó, nos dijo: ‘si no hubiera sido por esto, me hubiera ido como alta voluntaria’”, refiere.

El Dr. Giorgio Franyuti, oficial de bioseguridad del Secretaría de Defensa Nacional, es ayudado por un colega para ponerse el equipo de protección. (Foto:  ALFREDO ESTRELLA / AFP)
El Dr. Giorgio Franyuti, oficial de bioseguridad del Secretaría de Defensa Nacional, es ayudado por un colega para ponerse el equipo de protección. (Foto: ALFREDO ESTRELLA / AFP)
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Día de celebración

A las autoridades les tomó cerca de un mes acondicionar el hospital, y ahora civiles y militares trabajan codo a codo.

Pese a los cambios, el espíritu castrense se mantiene: vehículos todoterreno, ambulancias verde olivo y personal con el distintivo “Plan DN-III”, que el ejército activa en casos de desastre.

Los civiles incluso han terminado por adaptarse a la disciplina militar, formando religiosamente a las 7 y 25 de la mañana para el saludo a la bandera.

“Aquí todo es excesivamente ordenado, se puede trabajar muy fácil”, dice Hugo Redón, de 41 años, quien alterna su oficio de paramédico con el de financiero en una aseguradora.

El lugar permanece silencioso, salvo por las ambulancias cuando llegan con pacientes, que a veces ingresan caminando acompañados por enfermeros.

Redón suele trasladar a los que requieren terapia intensiva, pero esta jornada ha transcurrido en calma. En tanto, el personal se alista para despedir a Patricia con una calle de honor y aplausos por haber vencido la enfermedad.

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¿Qué es el coronavirus?

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud (OMS), los coronavirus son una amplia familia de virus que pueden causar diferentes afecciones, desde el resfriado común hasta enfermedades más graves, como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) y el síndrome respiratorio agudo severo (SRAS-CoV).

El coronavirus descubierto recientemente causa la enfermedad infecciosa por coronavirus COVID-19. Ambos fueron detectados luego del brote que se dio en Wuhan (China) en diciembre de 2019.

El cansancio, la fiebre y la tos seca son los síntomas más comunes de la COVID-19; sin embargo, algunos pacientes pueden presentar congestión nasal, dolores, rinorrea, dolor de garganta o diarrea.

Aunque la mayoría de los pacientes (alrededor del 80%) se recupera de la enfermedad sin necesidad de realizar ningún tratamiento especial, alrededor de una de cada seis personas que contraen la COVID-19 desarrolla una afección grave y presenta dificultad para respirar.

Para protegerse y evitar la propagación de la enfermedad, la OMS recomienda lavarse las manos con agua y jabón o utilizando un desinfectante a base de alcohol que mata los virus que pueden haber en las manos. Además, se debe mantener una distancia mínima de un metro frente a cualquier persona que estornude o tose, pues si se está demasiado cerca, se puede respirar las gotículas que albergan el virus de la COVID-19.

¿Cuánto tiempo sobrevive el coronavirus en una superficie?

Aún no se sabe con exactitud cuánto tiempo sobrevive este nuevo virus en una superficie, pero parece comportarse como otros coronavirus.

Estudios indican que pueden subsistir desde unas pocas horas hasta varios días. El tiempo puede variar en función de las condiciones (tipo de superficie, la temperatura o la humedad del ambiente).

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