Ubicado en medio de la ondulada campiña verde del sureste de Quebec, hay un lugar que ha sido descrito como la ciudad más peligrosa de Canadá.
En este tranquilo asentamiento prosperó un valioso mineral escondido en las rocas durante más de 110 años.
La minería era tan importante para la economía local que la ciudad adoptó su nombre: bienvenido a Asbestos.
El hogar de la mina de asbesto más grande del mundo hasta 2012, llamada mina Jeffrey, cambió para siempre cuando la naturaleza venenosa del mineral -también conocido como amianto- obligó al cierre definitivo del yacimiento.
La clausura marcó el final de una industria que había proporcionado empleos estables y confiables durante generaciones, pero que también se había cobrado víctimas entre la población local.
Y también dejó otro legado casi tan polémico como el mineral que extrajo: el nombre de la ciudad misma.
Las empresas locales, por ejemplo, tuvieron dificultades para cruzar la frontera de EE.UU. con productos o vehículos con la palabra "asbestos".
No obstante, en 2006 el consejo municipal votó por unanimidad aferrarse al nombre y desde entonces se ha apegado a la decisión.
Para un lugar que debe su existencia a una sustancia ahora cada vez más prohibida, progresar desde la sombra de la mina ha implicado imaginación y toma de riesgos.
Pero Asbestos finalmente puede estar dejando atrás su pasado tóxico.
Mineral mágico
Asbestos es el nombre dado a un conjunto de seis minerales basados en silicatos que se forman naturalmente y que crean cristales largos y fibrosos.
Ha sido extraído en todo el mundo desde la antigüedad por sus propiedades resistentes al fuego.
Durante el siglo XIX, los colonos descubrieron que el sureste de Quebec contenía varios depósitos sustanciales de asbesto, tan grandes como para justificar la minería a gran escala.
La mina Jeffrey proporcionó la mitad del suministro mundial de asbesto en algún momento y ayudó a convertir a Canadá en el mayor exportador mundial del material en la década de 1970.
Alguna vez conocido como el "mineral mágico", se convirtió en un recurso muy utilizado en muchas industrias, particularmente en la construcción, donde se usaba comúnmente como aislante, y en la construcción naval.
Sin embargo, en las últimas décadas, la creciente evidencia ha señalado lo perjudicial para la salud que es el asbesto.
La exposición al asbesto ahora está estrechamente relacionada con el desarrollo de la enfermedad pulmonar y el mesotelioma, una forma agresiva de cáncer que se ha convertido en la sombría carta de presentación de la sustancia.
Hoy en día, la gran mina a cielo abierto en Asbestos yace en silencio, pero ha dejado una cicatriz abierta de 350 metros de profundidad y un área de más de seis kilómetros cuadrados.
Canadá todavía está luchando con el legado letal de la sustancia expulsada de este agujero. Años después de que cesara la actividad minera, Quebec lidera en Canadá en casos notificados de mesotelioma.
Este año, el gobierno finalmente prohibirá la "fabricación, uso, importación y exportación" de asbesto y productos que lo contengan.
El hecho de que esta sustancia mortal solo haya sido completamente prohibida este año, décadas después de que otros países hicieran ilegal su uso, indica por cuánto tiempo el asbesto ha sido una parte importante de la economía de exportación de Canadá.
Ahora la ciudad de Asbestos ha tenido que buscar otras formas de apoyar a su población.
Mina de cerveza
Este es un desafío que los residentes de la ciudad han afrontado con sorprendente energía.
La historia de Danick Pellerin es una con la que muchos jóvenes de Asbestos pueden identificarse.
Nacido en una generación que fue testigo de los últimos años de la industria en la ciudad, se fue en busca de trabajo.
Pero en 2014, la cerveza lo trajo de regreso a Asbestos, junto con un deseo de hacer su parte para revivir a la ciudad. Junto con otro vecino, Yan St-Hilaire, fundó la microcervecería Moulin 7 con la ayuda de fondos del gobierno provincial.
"Algunas personas pueden tener una visión sombría de esta comunidad, o pensar que es aburrida o que no está pasando mucho, pero es obvio que están sucediendo muchas cosas. Aquí hay un nuevo entorno", dice Pellerin.
El padre de St-Hilaire, Normand, trabajó en la mina Jeffrey, y ambos han intentado reflejar la historia de la ciudad en el nombre de sus cervezas.
Hay una lager llamada Mineur (minero) y una pale ale americana llamada Spello, un término de minería para un breve descanso.
La pareja incluso elabora una indian pale ale blanca llamada 'La Ciel Ouvert' (cielo abierto), que usa agua de un lago del fondo de la mina. Cuando se lanzó esa cerveza, la gente comenzó a murmurar, pero Pellerin no se inmutó.
"Hicimos analizar el agua y es perfecta", dice. "La gente quería probarla".
La galardonada cervecería ahora atrae a muchos ciclistas de Quebec que se detienen en Asbestos mientras recorren el campo.
"Por el momento tenemos unos 19 empleados, entre el bar y la cervecería. Hemos experimentado un buen crecimiento y esperamos aumentar la producción en un 30% el próximo año", celebra.
Pellerin confía en que la ciudad vuelva a encontrar su camino, a pesar de mantener su nombre tóxico.
"La gente está regresando, con más experiencias en las ciudades y desde más lejos", dice.
Enfrentando el desafío
La ciudad ha visto varios éxodos en décadas ya que la industria ha disminuido: pasó de 10.000 habitantes en la década de 1970 a poco más de 6.000 en 1999. En la actualidad son unos 7.000.
"Para nosotros, lo importante era ser optimistas", dice el alcalde de Asbestos, Hugues Grimard.
"Hemos de superar el desafío que el gobierno nos dejó. Trabajamos para reunir a todos (en la comunidad), la industria, los socios económicos y los funcionarios electos, para armar una base sólida", señala.
El desempleo en la ciudad ha disminuido de 12,4% de 2011 al 7,6% en 2016.
Una gran victoria desde que cerró la mina ha sido el establecimiento de un centro de procesamiento regional para uno de los productos alimentarios más gourmet de Canadá: los patos.
Emplea a más de 100 trabajadores y un letrero de "contrataciones" aún cuelga fuera de la fábrica, a pesar de que abrió en 2016.
La compañía quiere procesar cuatro millones de patos por año para 2020.
Nieve, no minerales
Pero el esfuerzo para reconstruir la economía de la ciudad no se limita a la comida y bebida. En las colinas que rodean a Asbestos hay otro recurso aparte de los minerales que alguna vez fueron preciados: la nieve.
A pocos minutos, al norte de la ciudad, se encuentra la estación de esquí de Mont Gleason, que es un importante empleador y la cual está lista para celebrar 50 años en operación en diciembre.
Opera como una organización sin fines de lucro, con profundas raíces en las comunidades cercanas, incluido Asbestos. Tiene cuatro telecabinas y casi 10 km de pistas.
El trabajo tiende a evaporarse junto con la nieve en la primavera, pero durante el invierno proporciona un empleo regular.
"Tenemos más de 250 personas trabajando en la temporada de invierno", explica Maryse Gingras, de la vecina Victoriaville, que dirige la estación de esquí.
"Muchas personas son empleados recurrentes, pero también empleamos a muchos estudiantes y jubilados", explica Gingras.
La directora apunta a la reinversión constante como una de las razones principales por las que Mont Gleason se ha mantenido viable.
Quitar los restos
Caminando por Asbestos y sus alrededores, es difícil no darse cuenta del legado de su pasado minero que ensucia el paisaje.
Los montones de escombros dejados por la actividad minera son muy evidentes.
Sin embargo, existe un renovado interés en estos desechos de las industrias.
Hay magnesio, el cual tiene una gran demanda de productos electrónicos de consumo como teléfonos móviles y automóviles eléctricos.
Se ha establecido un nuevo proyecto bajo la bandera de Alliance Magnesium (AMI), que construyó una instalación piloto cerca de la ciudad para probar la viabilidad de extraer magnesio.
La compañía espera crear 70 empleos si las operaciones cambian a una producción comercial.
Criptominería
Otro tipo de minería muy diferente podría llegar también a la región de Asbestos.
Una hora más al sur, en la ciudad universitaria de Sherbrooke la minería de Bitcoinsalcanza un valor de US$195 millones, mientras que la firma de criptomonedas BitFarms se está expandiendo por el sur de Quebec.
En marzo, los medios locales informaron sobre posibles planes para una operación de criptomonedas en las minas abandonadas de Thetford Mines.
La electricidad barata más las grandes instalaciones y las conexiones eléctricas a gran escala que existen en la zona la convierten en un sitio atractivo.
Pero el alcalde de Asbestos, Hugues Grimard, tiene cuidado de no comprometerse demasiado con la idea: "Si un desarrollador se acerca, veremos el proyecto".
Mientras tanto, el primer ministro de Quebec, Philippe Couillard, ha expresado su escepticismo con respecto a la proliferación de las instalaciones de minería de criptomonedas en toda la provincia, poniendo en duda el beneficio real para las comunidades.
Pero incluso sin este tipo de industria de alta tecnología, no hay duda de que Asbestos está experimentando una transformación que podría hacer que la ciudad emergiera de la nube dejada por el mineral que suministraba a todo el mundo.
Para las personas que viven allí, el nombre de su ciudad es algo de lo que quieren estar orgullosos.